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Por Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

El “franquismo” y las razones que lo propiciaron

    Llevamos muchos años, hablando de la época franquista y culpándola de todos los males que han afligido a España en  los últimos 70 años, pero muy pocas veces he visto a nadie analizar las razones que trajeron el Alzamiento Nacional y posteriormente los años de dictadura, que si bien en su principio fue tal, a partir de los años 60 se convirtió en una forma de Gobierno bastante normalizada.

    En vista de las actuales circunstancias, me parece oportuno recordar  las razones que nos abocaron a aquella situación, que si bien no la viví en primera persona, sí la estudié, y sobre todo la analicé a través de mis vivencias familiares, y de todo lo que oí en mi entorno familiar y amistoso.

    A los que añoran  la República sólo les diré que como forma de Gobierno me parece uno de los mejores sistemas, pero como analista de la Historia de España tengo que reconocer que en nuestra historia reciente han sido dos fracasos muy sonados, tanto la Primera como la Segunda República, y que  nos abocaron a confrontaciones civiles que dividieron a los españoles irreconciliablemente, y la segunda de ellas hasta hoy no ha permitido aún cerrar las  heridas que abrió, por lo visto.

    Si de los errores se aprende, para no volver a repetirlos tendríamos que considerar muy seriamente que el “franquismo” fue la consecuencia lógica del Frente Popular.

    Aquel todos contra la CEDA me recuerda de una forma muy dramática el presente cinturón político, que se ha estado gestando alrededor del PSOE para aislar al PP. En tripartitos, cuatripartitos y pentapartitos, que lo único que persiguen es evitar que dentro del más elemental juego democrático llegue al poder el PP, como si se tratasen de apestados  antidemócratas.

    Al igual que en la Segunda República, los valores éticos y morales son menospreciados e ignorados en muchas ocasiones y supeditados a los intereses estratégicos y electorales de los partidos, que sólo persiguen la mayor tajada posible del pastel del poder, sin llegar a pensar que si no administran decorosamente el pastel, acabará no habiendo pastel para nadie.

    Al igual que entonces, empieza a palparse un laicismo y un anticlericalismo galopante y la envidia se convierte en el peor de los pecados capitales.

    Y a nadie le preocupa que esos sentimientos tan bajos se estén multiplicando en el mundo en que nos movemos, mientras a ellos les sirva para mantenerse en la poltrona.

    En el primer semestre del 1936, el caos institucional y legal eran tan espectaculares que llevaron incluso a los crímenes de Estado, como el asesinato de Calvo Sotelo, y a la quema de las iglesias y a la persecución de muchas personas sólo en función de sus creencias religiosas o su estatus social. El Gobierno ni protegió ni quiso proteger nunca a los perjudicados con aquella situación.

    Y cuando se convirtió en insostenible, para la mitad de los españoles, sometidos, sojuzgados y arrinconados por la otra mitad, tuvo que llegar, como siempre ocurre, un “salva patrias” que luego posteriormente, con un color u otro, se ha ido repitiendo, sobre todo en el mundo latino.

    ¿Qué son si no Fidel Castro, Pinochet, Chávez, Somoza e incluso el mismo Perón y su peronismo, sino consecuencias del caos y el desgobierno?

    Antes de enjuiciar a las dictaduras, se deben de analizar las situaciones que las propiciaron, pues sólo así se evitará repetir otra vez los mismos errores que cometimos en el último siglo.

    Y para evitarlos tenemos que tener muy clara la separación de los tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, funcionando sincronizados pero independientes y permitiendo un juego democrático limpio y transparente.

    Hay que legislar con sentido común y penalizar con mucha más severidad de la que existe hasta ahora, cualquier  trasgresión de las leyes establecidas.

    El delincuente tiene que saber que arriesga su libertad por un tiempo importante, el asesino otro tanto y el terrorista, que no volverá a disponer de su libertad mientras viva, es decir una cadena perpetua auténtica y real.

    Hoy, probablemente, sea España el país del mundo donde más barata les resulta a los  que cometen delitos la redención de su pena.

    O se ponen todos nuestros políticos manos a la obra a reconsiderar una situación política que se está haciendo irrespirable y  toman un camino único y común para conseguir este propósito, o pese a estar en Europa, a estar en el siglo XXI, y a vivir en la era de las Nuevas Tecnologías, las miserias humanas que aún siguen presentes en muchos de nosotros, pueden llevarnos a una nueva situación de caos, que no sería nada deseable.

    Sólo el sentido común, la solidaridad, y una visión de futuro, desinteresada y basada en el largo plazo, podrán cambiar un panorama que no es nada halagador, en mi opinión.

    Esperemos que recapacitemos y que los españoles procedamos con sensatez, a la hora de saber a quien votamos, para no tener que lamentarnos.

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