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Por Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

España improductiva, pródiga y arruinada

    He procurado echar una mirada al pasado español, desde mediados del siglo pasado hasta el momento actual, y encuentro dos factores definitivos, que nos sitúan en dos situaciones antagónicas, pero lamentablemente con proyecciones de futuro bien distintas.

    Cuando llegamos los de mi generación al mundo laboral en la década de los sesenta, acabábamos de salir del período más triste y lamentable de nuestra historia, después de haber superado una Guerra Civil, y vivir prácticamente aislados del mundo que nos rodeaba, como apestados del progresismo y del desarrollo industrial.

    La generación de nuestros padres tuvo que luchar a brazo partido contra todos los inconvenientes, para poder mal alimentarnos pero bien educarnos.

    Nos educaron en la austeridad, la responsabilidad y el espíritu superación que a ellos les había servido para sacarnos adelante, y nos lo recordaban todos los días, desde el cariño y la imposibilidad material de darnos más de lo que nos daban.

    Sin darse cuenta ni alardear de ello, pusieron los cimientos de lo que hoy reivindicamos todos como el ESTADO DEL BIENESTAR, y se dejaron la salud y en bastantes casos la vida para que a nosotros no nos faltara lo imprescindible.

    Entonces no había ninguna cobertura social para los desempleados, ni una seguridad social para los enfermos.

    Si querías cobrar y tener dinero, te lo debías de ganar con tu trabajo, y si caías enfermo procurabas tener una “iguala” con un médico de confianza, para ser debidamente atendido en caso de enfermedad tuya, de tus hijos…o de tus padres, ya que el concepto “familia” era mucho extenso que en la actualidad, y abarcaba como mínimo a tres generaciones en muchas ocasiones bajo un mismo techo.

    Esas circunstancias, les obligaban a tener que ahorrar, para poder cubrir todas esas incidencias que un Estado de Post Guerra, no podía garantizar a nadie.

    Sólo tenían derecho a una Beca simbólica, aquellos estudiantes que sacaban unas notas brillantísimas, y el mero hecho de aprobar los cursos e incluso sacar medias de notable, no te capacitaban para aspirar a dichas becas, y como todos lo sabíamos y lo escuchábamos repetidamente a nuestros padres, nos esforzábamos al máximo durante el curso escolar, para poder aportar algo a los fondos familiares, para poder seguir estudiando, y poder tener un futuro mejor, según nos insistían en casa en cada momento.

    Teníamos un presente exigente y desagradable a cambio de poder otear en el horizonte un futuro mucho más prometedor y lleno de posibilidades.

    ESO SE LO TENEMOS QUE AGRADECER A LA GENERACION DE NUESTROS PADRES.

    Con nosotros, llegó el desarrollo industrial y un enorme abanico de posibilidades.

    Empezamos a producir de una forma muy digna, muebles, zapatos, elementos de decoración e iluminación, coches, electrodomésticos y mil y un productos más que hasta los años setenta, debíamos de importar a precio de oro.

    Los Planes de Desarrollo y la posterior apertura a los mercados internacionales nos abrieron un sinfín de posibilidades, y afortunadamente para los jóvenes de mi generación, quien quería trabajar, encontraba trabajo, sin mayores problemas.

    Pero además las penurias vividas, despertaron el instinto empresarial en muchos jóvenes que se lanzaron abiertamente a la creación de empresas y puestos de trabajo, y en pocos años esa generación que sufrió mucho en sus orígenes, llevó a España a ser la décima potencia económica del mundo desarrollado.

    Pero nos olvidamos de algo TRASCENDENTAL.

    Se nos pasó por alto trasmitir a la generación que iba a sucedernos, esa iniciativa personal, ese espíritu de sacrificio y la austeridad en la que habíamos tenido que crecer nosotros, y no sé bien por que reflejo atávico, solo queríamos evitarles a nuestros descendientes las vivencias que tuvimos e incluso la menor referencia a ellas, y claro ellos ya crecieron en la abundancia.

    Les hablábamos indefectiblemente de nuestros derechos (que ellos asimilaban como suyos) y muy pocas veces de sus deberes.

    Pensábamos (y así lo creyeron ellos), que se había conseguido un ESTADO DEL BIENESTAR, donde la Educación y la Sanidad , eran universales y gratuitas, y donde “papá Estado “ tenía la obligación ineludible de subvencionar nuestras necesidades básicas, aunque no trabajáramos en dos años, para luego extender este privilegio con algún recorte “in eternum”.

    Es decir, les convencimos de que ellos, españolitos de a pie, tenían una serie de privilegios que sociedades mucho mas desarrolladas que la nuestra, como las Centro europeas y sobre todo la norteamericana, la canadiense e incluso la australiana, no alcanzaban ni de lejos.

    Como consecuencia de ello, la productividad de nuestra mano de obra, empezó a decrecer alarmantemente, en la misma proporción que las reivindicaciones sindicales iban presionando en el entorno laboral.

    Nos convertimos en “la primera fábrica de huelgas del mundo occidental” en dura competencia con Italia.

    Y fruto de esos polvos, han llegado estos lodos que hoy nos afligen, tanto a España como a Italia.

    No enseñamos a nuestras jóvenes generaciones a ser PANADEROS ni PESCADORES, sino que el Estado les regalaba el pan y el pescado.

    Y lo que había costado cuarenta años de construir, esta absurda labor educativa tan nefastamente llevada a cabo, nos ha llevado a ser hoy día un país en quiebra.

    Pero no ya en QUIEBRA ECONÓMICA (que también lo estamos), sino en QUIEBRA MORAL, ÉTICA Y DE VALORES, ya que quienes deberíamos de haber llevado a cabo esa labor educativa de una forma persistente y constante, preferimos evitarles disgustos a nuestros hijos, sin prevenirles de lo que podría ocurrir.

    Y quienes tienen ahora la RESPONSABILIDAD SOCIAL de revertir la situación, no quieren hacerlo, porque de llevar a cabo las medidas necesarias para reorientar el futuro, saben que no volverían a Gobernar en muchos años, y ellos no están dispuestos a perder todos los privilegios que han conseguido, aprovechando la ignorancia, la torpeza y la necedad de un pueblo drogado por una política de subvenciones y concesiones insostenibles.

    Hemos destruido todo el tejido empresarial que tardamos cincuenta años en levantar, en apenas 10 años, hemos multiplicado por seis la infraestructura política , funcionarial y seudo funcionarial, en los últimos cuarenta años, con el consiguiente desequilibrio de quienes pagan impuestos para cubrir los Presupuestos Generales del Estado, y quienes viven de ellos, y ahora en el momento de los recortes, todos estamos convencidos de que son otros los que deben de sufrir esos recortes, y consecuentemente vamos de cabeza a la Bancarrota del Estado.

    Es algo así, como cuando una gran fortuna acumulada a lo largo de muchas generaciones cae en manos de un HIJO PRODIGO, que se dedica a pagarles francachelas a sus familiares y amigotes, hasta dilapidarla insensatamente, mientras el resto de la familia asiste impertérrita, a la EJECUCIÓN DE LA HIPOTECA de la hacienda que han disfrutado toda su vida.

    Solo en ese momento se percatan de la gravedad de la situación y se maldicen unos a otros, o maldicen al “Primogénito por Malversador”, sin querer reconocer todos los miembros de la familia que mientras él se iba hipotecando y malversando sus bienes, nadie dio un golpe en la mesa, ni le plantó cara, para evitar ese triste final.

    Aquí todos asistimos a los últimos estertores de una ESPAÑA, IMPRODUCTIVA Y QUEBRADA, pero ninguno de los que “están mamando del pecho de los privilegios” en las Cortes, levanta la voz ni da un jaque mate, porque todos tienen mucho que perder y nada que ganar, ya que todos están jugando con la misma baraja marcada, contra un pueblo indefenso.

    Lo siento y asumo mis responsabilidades el primero, pero no sé leer la situación actual de otro modo más optimista.

     

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    comentarios 10 comentarios
    miguel bataller
    miguel bataller
    29/08/2012 07:08
    A Julio Alberto

    Se equivoca Vd. Denuncio lo que sé y conozco. De lo que Vd. me habla no tenia noticias, pero si Vd, las tiene es su deber moral escribirlo, denunciarlo y defender al inocente denunciando a los culpables. Es lo que yo suelo hacer.......aunque Vd. no lo crea, y lo que seguiré haciendo mientras me queden fuerzas, ganas y la esperanza de acabar con tantos sinverguenzas y ladrones como pululan por la vida pública española.

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