La energía solar como alternativa a la citricultura
Los costos de producción nos hacen perder competitividad en nuestros mercados tradicionales y aunque es muy cierto que en calidad no nos gana nadie, tampoco es menos cierto que los mercados no están por pagar esa diferencia de calidad al precio que está actualmente nuestro costo mínimo de producción.
Como consecuencia se está abandonando la producción agrícola, irremediablemente, y dentro de muy pocos años esos vergeles, esos pulmones verdes que rodeaban nuestras ciudades, serán ya pequeños bosques bajos de maleza no cultivada, en la medida en la que no puedan ser PAI residenciales.
Ante esta evidencia innegable, me he planteado qué podríamos hacer para rentabilizar la propiedad agraria en las zonas que no se recalifiquen.
En mis viajes por la España actual, y sobre todo entre Aragón, Navarra y La Rioja, me sorprendió ver una ingente cantidad de molinos de viento actuales, es decir generadores de energía eólica, para aprovechar las zonas ventosas y paliar en cierto modo las carencias energéticas que sufrimos en nuestro país. Y al parecer esos campos de energía son muy positivos para la economía nacional, y alivian el déficit público de la factura energética nacional, que aun sigue siendo muy deficitaria.
Inmediatamente me dije que si lo que nos sobra en nuestra comunidad es presencia de horas de insolación al año, ¿no podríamos incentivar los campos de energía solar?
Con ello no quiero decir que pretendamos crear una macroeconomía basada en esta idea, porque no tengo elementos de juicio para entrar en más detalles, y sé que las instalaciones de los paneles solares es muy costosa y necesita bastantes años para amortizarse, pero considerando que pronto tendremos un suelo estéril, por lo improductivo, y habida cuenta del déficit energético nacional, nuestro Gobierno Central y si no el Autonómico podrían orientar unos canales de financiación a tipos de interés privilegiados y largos plazos de amortización que incentivaran a los propietarios de terrenos con alto índice de insolación a iniciar esta nueva actividad económica.
Se me contraargumentará que eso se puede hacer ya en los techos de las grandes fabricas existentes en nuestra región, sin tener que utilizar suelo agrario, y es cierto, pero no es menos cierto, que los costos de mantenimiento, limpieza y conservación a ras de suelo deben de ser mucho mas económicos, y teniendo en cuenta de que estamos hablando de tierras baldías a muy corto plazo, no creo que sea nada descabellado.
Me imagino que ni a las empresas petroleras ni siquiera a las de aerogeneradores les hará ninguna gracia la idea, aunque en determinadas zonas de aquí se podrían combinar campos eólico-solares que permitieran doblar la producción de energía y almacenarla en silos próximos o venderlos a empresas del sector eléctrico, como se hace ya actualmente, pero en cantidades mucho mas importantes.
De ello derivarían varios factores positivos. Rentabilizar el suelo rústico excedente, promocionar la capacidad industrial de la fabricación y distribución de paneles solares, ocupar a mucha mano de obra en la instalación y mantenimiento de esos paneles, evitar que nuestros huertos se conviertan en estercoleros, abaratar la factura energética nacional y consecuentemente los precios de la energía, ser más o menos autosuficientes en ese sentido y no tener que pasar los veranos o los inviernos pendientes de la posibilidad de cortes de suministro, como ha venido ocurriendo en los últimos años.
Esto no es una solución. Es solamente un indicio sobre el que quizás se pueda empezar a trabajar… si se piensa que merece la pena
De no ser así, lo siento y perdonen por el tiempo perdido en la lectura de este artículo.