Cuando intentando solucionar un problema, se generan muchos más
Esta semana, he tenido conversaciones largas y tendidas, con médicos tanto hombres como mujeres, de mi edad y más jóvenes de la generación de mis hijos e incluso una gallegiña lucense de treinta años recién cumplidos, médico de familia con la que me une amistad maravillosa desde que empezaba bachiller y me sorprendía su inteligencia natural y su fluidez en inglés impropia de una criatura que nunca había salido de su terruño, salvo esporádicos viajes a Barcelona a visitar a sus familiares.
Ella me ha aportado muchas ideas válidas para pensar.
En plan esponja, procuro enriquecerme con sus opiniones profesionales, para analizar desde mi punto de vista los pros y los contras, hasta llegar a mis conclusiones.
Por supuesto, a todos nos ocupa y preocupa el COVID y todos coincidimos en que tenemos la obligación y la responsabilidad de protegernos para proteger a los que nos rodean evitando en la medida de lo razonable, todos los riesgos posibles de contagio.
Con ese precepto imprescindible de la protección razonada, lo importante es no caer en el riesgo de la exageración, ya que tratando de evitar un problema, podemos generar muchos más de toda índole.
A) Problemas de escolarización
Con el principio de las clases parvularios, enseñanza infantil, juvenil, secundaria y bachiller, han empezado a surgir brotes y rebrotes en toda la geografía nacional.
Imagino que hay tantos protocolos como administraciones autonómicas ya que la Educación está transferida, por lo que al no haber un criterio único, en cada lugar se van a atacar los problemas con sus propios criterios.
Si son de estricto sentido sanitario, en mi opinión va a ser un curso fallido como mínimo hasta final de año, ya que muy pronto y con la aparición de los primeros mocos, fiebres infantiles y gripes más o menos diagnosticadas como tales, será imposible poder rastrear y someter a PCR a todo el personal profesional de la educación en contacto los niños y mucho menos a todos ellos.
Nadie va a querer arriesgarse a mantener los módulos educativos funcionando normalmente en cuanto aparezcan los primeros síntomas.
¿Qué se hará en cada lugar?
Doctores tiene la Iglesia, pero seguramente cada vez que se vista a un Santo, desnudaremos a otro a riesgo de no solucionar ni unos problemas, ni otros.
B) Problemas sanitarios
Ya llevamos muchos meses, en los que la atención médica y sanitaria que teníamos el común de los ciudadanos, con nuestros médicos de cabecera ha cambiado radicalmente.
Quienes disfrutamos de buena salud (gracias a Dios) apenas lo notamos, porque no recurrimos a ellos, salvo en casos de accidentes o urgencias extremas en los que se nos atiende con absoluta profesionalidad por los servicios de Guardia, pero me han hablado de casos crónicos o de intervenciones quirúrgicas previstas y aplazadas, por saturación hospitalaria en los centros de referencia.
Sin la menor duda, lo urgente desplaza y retrasa lo más aplazable, pero como muy bien sabemos los españoles, los males de los demás no curan los nuestros.
Y aunque en mi opinión tenemos los mejores profesionales sanitarios del mundo y un sistema muy bueno aunque susceptible de mejoras, no se pueden cuantificar los casos en los que haya habido muertes que no se hubieran producido, de no haberse presentado el COVID y ajenas a este virus como desencadenante de las patologías que acabaron con las vidas de mucho paciente.
No estaría de más, intentar atender también a los casos de riesgo de otras enfermedades, que se han relegado a un segundo plano a causa de este virus, siempre peligroso, pero ya mucho menos de lo que lo era hace apenas tres meses y la prueba de ello, es que el nivel de letalidad de España es el segundo más bajo de Europa después del de Alemania.
Nos alarman los números de infectados, fruto de los cientos de miles de PCR que se llevan a cabo.
Pero deben de tranquilizarnos razonablemente, el número de muertos e ingresados en las UCI de toda España, aún a sabiendas de que con la llegada del invierno podremos tener otro caos hospitalario, si no se encuentra el sistema de diferenciar fácilmente las gripes de los casos del COVID.
Eso debe de ser una responsabilidad del Ministerio de Sanidad y seguir un protocolo único para toda España.
C) Problemas laborales y económicos
La economía nacional se ha hundido más que ninguna otra en la Europa Occidental y de no encontrarse soluciones válidas y razonables, se va a hundir mucho más aún.
Si se abusa de las medidas preventivas y exageradas en los rastreos y empezamos a confinar a niños y adolescentes en edad escolar, ante los primeros problemas, el escalón siguiente son sus padres, que también quedaran confinados y dejaran de trabajar durante una quincena de días como mínimo.
¿Quién va a soportar el costo económico de todo ese proceso?
¿La debilitada economía familiar que se ve obligada o seguir los protocolos establecidos?
¿Las empresas para las que trabajan, que no tienen ni arte ni parte en esas decisiones?
¿El Estado que está quebrado y con una Deuda Pública que no se podrá pagar hasta la generación de nuestros tataranietos, cuando la hemos generado la nuestra?
¿O acaso pensamos que Europa va a darnos todo lo que pidamos a cambio de nada?
Con esta columna, solo he pretendido generar el sentido de la responsabilidad (si le queda alguno) de nuestros Gobernantes.
Como hombre de Empresa, siempre tuve muy claro que se trataba de elegir entre todas las opciones les menos traumatizantes y más positivas para todo el tejido empresarial, ya que era como un barco, en el que navegábamos todos, por lo que todos juntos teníamos que remar en el mismo sentido.
Ese es mi concepto de España, una empresa en común en la que hay que buscar siempre las mejores decisiones.
¿Acertará el presente Gobierno?
¡Ojalá, pero permítanme ponerlo en duda, visto lo visto!