Adios Madrid 2020
Con el amargo sabor del resultado en Buenos Aires de las votaciones del Comité Olímpico Internacional recién recibido, me pongo a escribir esta columna.
La verdad, es que muy probablemente se haya producido la mayor injusticia hasta el día de hoy, en la elección de una sede Olímpica.
Competíamos con dos sedes asiáticas, si bien la de Estambul podría considerarse euro-asiática al estar a caballo entre los dos continentes, pero en puro criterio deportivo honestamente considero que teníamos mucho mejores infraestructuras que las dos, y además realizadas ya en un 80 %, por lo que los componentes del COI tenían ante sus propios ojos la inmensa mayoría de las infraestructuras deportivas, y de una calidad contrastada.
La competencia turca era mera anécdota.
La japonesa mucho más seria, pero Tokio al haber tenido ya sus propios juegos olímpicos en 1964, y con la indudable problemática de las fugas de la Central Nuclear de Fukishima parecía tener que superar dos obstáculos de mucha envergadura.
El error de nuestras autoridades políticas y deportivas ha sido reincidir por tercera vez en presentar la candidatura, sin analizar detenidamente la cronología de las denominaciones de las sedes olímpicas en los últimos cuarenta años.
De haberlo hecho, se habrían dado cuenta de que de una forma incuestionable los países europeos, americanos y asiáticos-australianos, venían repitiendo secuencialmente cada 12 años la presencia en cada uno de esos continentes si considerábamos al conjunto asiático-australianos como uno sólo.
Moscu-Los Ángeles-Seul, Barcelona-Atlanta-Sidney, Atenas-Pekín (en este ciclo falla la secuencia, al no haber tercer candidato americano) y finalmente Londres-Río de Janeiro-Tokio, cierran el ciclo de cuatro décadas con una sólo fallo a la cadencia..
Presentar la candidatura en 2012 compitiendo con Londres, tuvo su lógica pero lamentablemente en aquella época el terrorismo que azotaba España, debidamente manipulado por otras candidaturas nos llevaron al fracaso.
No tuvo el menor sentido competir con Río de Janeiro, ya que se sabía de antemano que nunca se habían celebrado dos Juegos Olímpicos consecutivos en el mismo continente, con los que había que luchar con la idiosincrasia del COI, además de hacerlo con otras candidaturas, pero se cometió el error.
Y ahora de nuevo hemos reincidido a sabiendas de que podía ocurrir lo que ha ocurrido ya que cronológicamente y conocidas las candidaturas presentadas, indudablemente los japoneses partían con ventaja, pese a ser “repetidores”.
Lo curioso del caso, es que en buena ley, para las próximas Olimpiadas del 2024 sí que se partiría con la ventaja cronológica, pero quizás para entonces, ya haya cundido el desánimo entre todos los componentes del Comité Olímpico Español, que no han ahorrado esfuerzos ni medios en estas dos últimas ocasiones aún a sabiendas de que las probabilidades eran mínimas.
O también cabe en lo posible, que el COI les haya incitado a presentarse, para que las otras candidaturas tuvieran que superarse y esforzarse en presentar una organización acorde con el evento, para poder garantizarse el mismo.
Lo único que considero que ha sobrado es toda la parafernalia que se ha montado alrededor de la elección de la sede, con excesivos gastos de representación para un objetivo que todos nos ilusionábamos en conseguir, pero que por tercera vez consecutiva se ha ido al garete.
Los optimistas pensábamos que “a la tercera va la vencida” y lo hacíamos cargados de razones deportivas y socio culturales, pero nos olvidamos de analizar los calendarios y recapacitar que “los hombres (hasta los olímpicos), somos animales de costumbres” y por lo tanto, ellos han vuelto a votar cómo lo han estado haciendo durante casi medio siglo.
Prefiero pensar eso, a que todo el movimiento olímpico esta corrupto por dentro, y los votos se compran y se venden en ese mercado persa que es la elección de sede cada cuatro años, y con siete de anticipación para el evento elegido.
Pero lo indiscutible, es que si ahora encuentro esa justificación para la elección de la capital japonesa, me resultaría muy difícil encontrar otra para el 2024 si España se presentara, aunque para entonces, quizás el COI ya considere que se le puedan conceder unos Juegos Olímpicos a un país africano, que teóricamente sería Sudáfrica, y en ese caso si que debería Madrid replantearse si debería entrar en ese competencia desleal, o dar el brazo a torcer de una forma definitiva.
Lo siento amigos.
Me ilusionaba una Valencia subsede olímpica de vela, futbol, baloncesto y porque no , otras modalidades , y ahora deberé esperar al 2024 cuando a mis ochenta años si los vivo, quizás no podré saborearla como hubiera sido mi deseo a los setenta y seis.
A los agoreros y pesimistas, siempre les quedará el consuelo del dinero que se va a ahorrar España, al no organizar los Juegos, sin pensar en los que se hubieran podido generar y los puestos de trabajo que hubieran traído consigo.
Pero nunca llueve a gusto de todos.
Ellos dormirán satisfechos, y nosotros decepcionados, pero mañana todos lo habremos olvidado y nos ilusionaremos con otros cosas.
Buenas y tristes noches, y hasta el lunes que podrán leer esta columna.
Lo siento por todos los deportistas son los más perjudicados pues se les van a reducir las subvenciones. Siendo objetivos, los JJ.OO. a quien benefician es a la ciudad que los organiza, a las empresas de obra pública y especialmente a los que deciden qué, donde y cuando, siempre con la mano por delante, como nos han demostrado en experiencias anteriores. Mejor emplean alguno de esos milloncejos en arreglar todos los caminos rurales de Burriana, por ejemplo.