Se acabó la Liga: Conclusiones deportivo-religiosas… con matices políticos
Yo trataré de llegar a conclusiones humorísticas, ya que de no ser así… correría el riesgo de enloquecer.
Y la primera conclusión a la que llego es que Dios es “merengue” de pantalón y camiseta. No me cabe ninguna duda, ya que de no ser así, en ningún caso el Real Madrid hubiera podido quedar Campeón.
Ni ha jugado un buen fútbol ni ha estado entonado en casi todo el campeonato, su defensa ha sido extremadamente frágil en la mayoría de los partidos, su centro de campo ha sido rocoso pero muy poco creativo y delante sólo ese “ángel del gol” que es Ruud Van Nistelrooy ha dado la talla.
Podríamos decir que también Casillas ha estado a su nivel y Sergio Ramos muy bien a nivel individual, pero a nivel colectivo en ningún momento han dado la sensación de ser un conjunto que mereciera los resultados conseguidos.
Infinidad de goles en los últimos minutos o en los descuentos y esa raza y coraje que imprime Fabio Capello a los equipos que dirige, le han llevado a entonar el alirón, pero para ello se han tenido que conjurar mil pequeños detalles que son los me hacen asegurar que Dios ha estado de su lado.
Y aún así acaban el torneo empatados a puntos con el Barça, que éste sí que juega mucho mejor y practica un juego colectivo mucho más vistoso y agradable para la vista del espectador, pero, hartos de ganar, sus “divos” se han endiosado y hasta tal punto lo han hecho que el único Dios verdadero ha decidido darles esa cura de humildad que tanto necesitaban y les ha llegado el amargo sabor de la derrota en dos dosis letales en los dos últimos partidos.
En el penúltimo y en los 17 segundos finales prácticamente (para que les doliera más) inspiro a Van Nistelrooy y a Tamudo, para que lo que era una derrota madridista y una victoria catalana, se vieran promocionada la primera a un empate y rebajada la segunda a otro, con cuya coincidencia se cambiaron las clasificaciones finales, aupando a las camisetas blancas y sumiendo en la miseria a las blaugranas.
Ayer finalmente en un alarde de premio al trabajo mediocre, sobre el estilismo ineficaz de los catalanes, Dios les hizo concebir esperanzas a los barcelonistas hasta más allá de la mitad de la segunda parte, cuando ellos goleaban al Nàstic y el Real Madrid sudaba tinta china antes las acometidas del Mallorca. Y el gran milagro lo hace cuando un soplo del “ángel de la guarda” de Casillas desvió un tiro de Varela en un mano a mano con el portero, en el minuto 55 del partido, evitando así un eventual 0-2 que hubiera podido ser caótico para los intereses madrileños.
A partir de ahí, el mismo “ángel de la guarda”, por inspiración divina, le sopla al oído a Capello que quite a Beckham (el mejor jugador del Real Madrid en el tramo final de la liga) y lo sustituya por un Reyes que había estado fuera del equipo durante muchos meses por su apatía y poca aportación, y el mismo soplo divino hace que este jugador convierta el primer gol madrileño de semi-churro, el segundo lo convierta Diarra con un cabezazo que detiene bien Moya, pero el culo de Bassinas se empeña en llevarlo a la red y culmine la situación de nuevo Reyes con un gol magistral, teniendo la única actuación destacable del año, precisamente en un día en el que sólo Dios y Capello por mediación divina se acordaron de que existía en la banqueta.
De nada le ha servido al Barça tener un “dream team”, un equipo que deleita con su juego al mismo nivel que decepciona con la insolidaridad entre sus componentes. Ese virus de la insolidaridad se lo deben de haber inoculado los políticos catalanes, que de insolidaridad saben más que nadie, y, claro, si a ello añadimos que nuestro Presidente del Gobierno es hincha de los “culés” su importante dosis de “cenizo” también tenía que surtir su efecto oportuno y así entre “fas y nefas” hemos conseguido para satisfacción de todos los españoles que nos sentimos como tales que no ganase la liga un equipo que reniega a través de su Presidente del españolismo en casi todas sus manifestaciones, aunque luego participe en la Liga Española.
Se les ha permitido ser campeones en los últimos años para ver si apostataban de su independentismo y hacían una pequeña profesión de fe de sentirse algo españoles, aunque sólo fuese un poco.
Pero al persistir en su empeño, ya era cosa divina el cambiar los hechos y ya tuvo que tomar la batuta Él para enmendar el error.
Y por la misma razón ha enviado a las tinieblas de la Segunda División a la Real Sociedad y al Celta de Vigo, bastiones del nacionalismo vasco y gallego, y ha permitido que escapase el Athletic de Bilbao en el último momento por razones históricas y por no castigar en exceso a los vascos y liberar a los gallegos, que van cogiendo el camino equivocado.
Al menos tendrá razón mi amigo Paco Ventura y ese partido que no quería yo que se jugase nunca entre Barcelona-Real Sociedad no existirá el año próximo. Y odiaba yo esos partidos de ida y vuelta por una simple razón… “no podían perder los dos” y uno de ellos o los dos tenían que sumar algo y eso para mí era y sigue siendo una tortura.
Yo, a los que no se sientan españoles, no les permitiría jugar nuestra liga y en casos como éste, que no se les niega el derecho, al menos abogaría para que pudieran perder los dos hasta cuando se enfrentan entre sí.
Una grandísima enhorabuena al Villarreal, que es el orgullo del fútbol valenciano y pone en órbita a la provincia de Castellón, haciéndonos sentir a los burrianeros terriblemente orgullosos de ser la única ciudad del mundo que tiene un equipo disputando competición europea en su Polígono Industrial.
El Valencia se ha limitado a cumplir sin alardes y como deseo le pediría a Dios que para la próxima temporada cambiara de pantalón, enfundándose el negro del Valencia y manteniendo la camiseta blanca, a ver si nos ayuda a hacer el “doblete” de liga y Copa de Europa, los sábados, domingos, martes y miércoles, y le agradecería que los jueves, se enfundase el equipaje del “submarino amarillo” a ver si se nos quedamos Campeones de la UEFA, y nos clasificamos para la Champions, ya que por plantilla, por calidad de fútbol y por cohesión y sentido de compañerismo y de grupo, no hay ningún otro equipo en Primera División que nos supere .
Como verán, tengo el corazón repartido por ser socio de los dos equipos, pero tanto a unos como a otros les deseo lo mejor y quisiera que los partidos entre sí fuesen una fiesta del deporte y de la valencianía, donde reinara la paz y la concordia, porque en definitiva si mezclamos el blanco del Valencia y el amarillo del Villarreal, tendremos la bandera del Papa y no hay en el mundo otro símbolo que invite tanto a la paz, a la concordia y a la solidaridad como esa bandera.
Desde el humor y con la mejor de las intenciones, he tratado de desdramatizar algo que genera tantas pasiones como es la Liga de Fútbol.