¿Qué le pasa a la izquierda con los delincuentes?
Vivimos tiempos muy complicados. Mucho. Vivimos tiempos donde la “defensa” de las mujeres viene capitaneada por un grupo de amigas feministas constituidas en Ministerio y cuya su hoja de ruta se centra en celebrar cumpleaños en sus puestos de trabajo, gastarse ingentes cantidades de dinero público en falsificar fotomontajes empleado imágenes de otras mujeres sin su autorización, viajar por el mundo en “chupipandi” con la pulsera de “todo incluido” a cargo de los españoles y en aprobar leyes que parecerían redactadas con la parte baja de la espalda si no fuese porque la dichosa Ley del “solo sí es sí” forma parte de ese maquiavélico plan socialista y comunista de tratar mejor a los delincuentes que a los trabajadores. Pero la culpa no es de Pedro Sánchez e Irene Montero. En absoluto. Porque, ¿quién iba a pensar que el principio de retroactividad de la ley penal más favorable, determinado en el artículo 2 del Código Penal español, se aplicaba también a las leyes emanadas del gobierno más progresista, igualitario y resiliente que ha tenido España nunca? ¿Desde cuándo los gobiernos progresistas deben estar subsumidos al Estado de Derecho como cualquier otro? Pues no. Parece ser que aplicar la Ley en este país es de fascistas cuando se trata de airear las vergüenzas de una norma redactada desde el odio a la mitad de la población y el desprecio a los mínimos estándares de la legalidad nacional e internacional.
Sin embargo, yo no soy para nada de la opinión de que simplemente se trate de un error el hecho de que con la nueva Ley del “solo sí es sí” se estén soltando depredadores sexuales o, al menos, reduciéndoles considerablemente las penas. Sería un error si el Consejo General del Poder Judicial no se lo hubiese advertido al Sr. Sánchez o a la Sra. Montero. De hecho, la que suscribe está plenamente convencida de que, para tan iluminadas mentes, este hecho tan peligroso para las mujeres no es más que un simple daño colateral y que la izquierda, como ha demostrado a lo largo -y “ancho”- de su oscura historia, no está para nada incómoda con el favorecimiento a los delincuentes. Al fin y al cabo, el espíritu de la delincuencia no es más que el caos y es ahí donde se desarrolla la izquierda y, por ende, también es su objetivo final. Y si no que nos expliquen a los españoles -podemos esperar sentados- porqué continúan votando en contra de investigar las tramas de abusos sexuales a niñas tuteladas en la Comunidad Valenciana o Baleares y porqué se niegan a condenar públicamente las violaciones cuando no las cometen hombres caucásicos -blancos heterosexuales, para el rojerío y sus secuaces-.
La conclusión fácil y sencilla a la que se puede llegar después de todo ello es la siguiente: la izquierda está cómoda soltando a delincuentes sexuales a la calle. Sí, lo sé, da mucho miedo. Pero ese miedo que padecemos y seguiremos padeciendo las mujeres a salir solas a la calle está aumentando con un gobierno de izquierdas y eso nos lleva, inexorablemente, a la necesidad imperante de seguir subiendo impuestos para aumentar el gasto en políticas de igualdad y, quién sabe, ampliar el séquito y los viajes de la ministra más inservible que ha tenido nuestra grandísima Nación.