La nueva religión pagana
Metidos de lleno en la Cuaresma, ha pasado el emblemático tercer domingo con la festividad de la Magdalena en Castellón, y en nada pasarán san José, el Viernes de Dolores y ya están ahí, la Semana Santa de luto y penitencia, así como la explosión gozosa de la Pascua. Todo ello si hacemos el seguimiento del calendario cristiano, que es el que nos guía desde siglos en nuestra cultura greco latina. Todo a nuestro alrededor, monumentos, arte, literatura, costumbres y tradición, transpira esa cultura cristiana que ha pervivido desde hace dos mil años hasta nosotros. Los valores cristianos han marcado nuestra cultura occidental para moldearnos tal cual somos. Así ha sido hasta hoy en día, y cabría preguntarse si va a seguir siendo así.
Porque el Cristianismo basa su filosofía de la relación entre el hombre y Dios, esto es, la subordinación de la raza humana a su Creador, lo cual implica obediencia, respeto y adoración del creado al Dios creador, sintetizado en los Diez Mandamientos de la Ley, resumido por Jesús en amar al prójimo como a ti mismo. Esto que parecía asumido y claro hace unas décadas, parece no estarlo tanto a tenor de ciertas corrientes que ganan adeptos cada día y que resultan absolutamente antagonistas a la esencia cristiana. Y lo más preocupante es, que muchos que se llaman cristianos, las asumen sin mayor recelo y hasta las pregonan con efusividad. Ha llegado un nuevo paganismo.
Los nuevos profetas niegan la creación y afirman que todo es fruto de una evolución natural. La naturaleza es el dios moderno, el Dios del Antiguo Testamento es un colega que toma la mano del hombre en planos de igualdad (figuras de Miguel Ángel en la capilla Sixtina). Jesucristo de ser el Hijo del Dios Creador y segunda figura de la Trinidad con el Espíritu Santo, es un colega barbudo y revolucionario que pasaba los días ayudando a los pobres y fustigando a los ricos, vamos que fue él, quien inventó el comunismo. Con esta simplificación barata se despachan miles de años de Revelación divina, sagradas escrituras, y sesudas tesis teológicas, de doctores y figuras eminentes de la Iglesia Católica.
La concepción de que la Tierra es la madre de todos, en clara competencia con la madre del Mesías de Nazaret, es decir la Virgen María, ha impactado en una creciente espiritualidad creada por los fanáticos de la ecología radical, hasta convertirla en la nueva religión asumida con ciego fervor, y defensores a ultranza de esa tierra divinizada con sus ecosistemas hasta el delirio. En este trance se puede adorar cualquier elemento de la naturaleza, desde el sol, la luna y las estrellas, hasta árboles, animales, ríos, piedras, metales, minerales, etc. Fetichismo en estado puro. Solo hay que abrir cualquier pasaje del Antiguo Testamento y viajar a tierras de Egipto, Mesopotamia, Canaan, Siria, etc. y descubrir sus pueblos: egipcios, babilonios, persas, caldeos, amonitas, nabateos, filisteos, sumerios, etc. y enumerar sus variopintos dioses como receta para todos los males.
Pero hay más, la nueva religión ecologista ralla el fanatismo no ya solo por negar al Dios Creador judeo-cristiano, sino por poner cualquier elemento natural y su ecosistema por encima del ser humano. Esto es, negando la potestad divina, la única verdad está con nosotros, y con esa autoridad implantamos nuevas reglas, para poder crear nuevas leyes y perpetuar nuestra filosofía de valores. Poder y dominio sobre todo en una palabra, bajo la amenaza de un catastrofismo que a modo de nuevo infierno, nos va a aniquilar como especie y el planeta.
Esta corriente neo pagana comenzó a actuar ya hace lustros, desvirtuando y relajando la moral y buenas costumbres, en favor de un modernismo luminoso y más igualitario. Se infiltró en estamentos católicos para adecuarlos a los nuevos tiempos, que ya habían minado la vieja moral, modificando liturgias al parecer anticuadas, y algunos dogmas de fe que se tildaron de obsoletos. La rica liturgia católica y sus tradiciones más sacras, se fueron “dulcificando” para volverlas masivas y populares queriendo ganar adeptos, logrando el efecto contrario ya que han sido desvirtuadas en su esencia, y convertidas en meros actos vistosos y folclóricos, huecos y vacíos de contenido. Afortunadamente no todos, pero sí una inmensa mayoría.
Este paganismo en boga suele hacer mofa y befa de los cristianos, siendo más comprensivos con otras religiones más beligerantes que no suelen poner la otra mejilla. A buen entendedor…Pero en definitiva les molestan todas, pues querrían que la suya fuera la única existente. Necesitan gentes sin criterio ni convicciones profundas, gentes inválidas mentalmente para manipularlos. Lo recordamos por si se olvida, buscan dominio y poder.
Para los cristianos el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, es en definitiva una creación de Dios, al que llama Padre como el mismo Jesucristo, al que se aclama en su omnipotencia con respeto pues ha establecido con su Verdad, las reglas de la vida. Los paganos no aceptan la autoridad del Dios creador, no hay que reverenciarle ni estar bajo sus reglas (mandamientos) ni su autoridad (aman la anarquía), nosotros (ellos) podemos crear nuestras propias leyes y establecer nuestros propios valores. (Ver la actualidad política y social, sacar conclusiones).
La misión del Paganismo moderno y sus voceros, te dicen que o Dios no existe, o que es un invento manipulador. Que uno mismo es bastante por sí mismo. Que hay que gozar sin mesura. La espiritualidad se encuentra en cualquier parte y en todas las cosas, en experiencias como la meditación en conexión con el universo, etc. Mientras los cristianos saben que el problema del hombre separado de Dios, te aboca al mal, al egoísmo, la crueldad, etc. porque Dios en su naturaleza es perfecto, justo, coherente, misericordioso y padre amoroso con sus hijos. El cristiano sabe que el hombre por sí mismo, es incapaz de encontrar las respuestas que busca, el Dios cristiano se reveló a través de Cristo Jesús en una preciosa reconciliación, por el perdón gratuito de los pecados desde la cruz del martirio.
El pagano quiere hacerte creer que la solución está dentro de nosotros, sin necesidad de nada o de nadie. Eso es un billete seguro a la frustración y el desencanto cuando no, a algo mucho peor y dramático. El cristiano que cree de verdad y no de boquilla, sabe que esa solución está fuera de nosotros, en la figura de Jesucristo como maravillosa gracia del Padre, en su obra de salvación realizada a través de su muerte y resurrección, que en breves semanas rememoraremos. Que sea vivida desde la fe auténtica, alejada del jolgorio ruidoso y enajenante que nos ha invadido a todos, hasta lo más sagrado.
“Cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa”. (G.K. Chesterton)