La piedad en los sonetos
A Cristo en la cruz
Al contemplar tu rostro ensangrentado
por el cual nuestras almas iluminas,
arañada tu frente por espinas
y ver todo tu ser tan humillado,
muriendo en esa cruz que estás clavado
tu misión redentora la culminas;
dispuesto a perdonar, aún te inclinas
y abrazas a los que te han inmolado.
Me cubro de rubor, con mucho espanto,
y al saber que también te ofendí tanto
esta infamia terrible a mí me aterra...
¡Señor! Yo sólo soy fango viviente,
mas haz que en mí germine tu simiente
y que tu amor me guíe por la tierra.
A Cristo Rey
Siendo Dios a la chusma consentiste
que tus manos y tus pies te los clavaran
y también que tu cuerpo lo ultrajaran
dejando a tu rebaño solo y triste.
Tres días angustiados los tuviste
hasta que unas mujeres anunciaran
que el sepulcro vacío lo encontraran,
pues Tú resucitaste cual dijiste.
Comenzó tu reinado en el calvario
con muy pocas personas en tu grey,
pero el pueblo mostrose partidario
de aceptar tu doctrina como ley.
Mas hoy estas presente en el sagrario
por ser de los cristianos nuestro Rey.
Tu sembraste semillas de concordia
que el mundo no las quiere aceptar
pues mejor prefiere la discordia.
A Jesús Sacramentado
Frente a Ti, ¡Jesús mío!, en el sagrario
medito sobre mi comportamiento,
pues eres de las almas el sustento
y quiero que Tú sepas mi calvario.
Hablarte con frecuencia es necesario
como es para la vida nuestro aliento,
sentir hambre de Ti no es un tormento
si puedo hacer en mí tu santuario.
El día que se rompa esta cadena
que al mundo me sujeta fuertemente,
sufriendo cual si fuera una condena,
te lo pido de forma vehemente:
que mi alma de tu amor se sienta llena
cuando ante Ti, por fin, yo me presente.
Al paciente Jesús
(Soneto con estrambote)
Cómo siento, mi Dios, verte clavado
en la cruz y también escarnecido,
humillado, quizás muy dolorido,
por culpa de tantísimo pecado.
En la cruz empezó ya tu reinado
callando, sin soltar ningún gemido,
con el cuerpo sangrando, sin vestido,
y por muchos, también, abandonado.
Casi todos huyeron de repente
cuando vieron temblor en las montañas
y manar de tu pecho aquella fuente.
¡Sí! Perdonaste aquellas alimañas,
mas yo no puedo ser tan indulgente.
¡Tu pasión me revuelve las entrañas!
Nadie quiso salir de sus cabañas
a condenar el crimen que, vilmente,
cometieron de forma tan demente.
Al Corazón de Jesús
Poco tengo, Jesús, para ofrecerte
pues de Ti muchas veces yo me olvido;
a solas, cuando estoy muy dolorido,
te pido compasión sin poder verte.
Quisiera en el instante de mi muerte,
cuando crea que todo se ha cumplido,
pensar: ¡Valió la pena haber nacido
y poder de tal forma conocerte!
Mi persona con celo te venera.
Mi conciencia sus faltas las repara,
mas no quiero seguir en mi ceguera.
Para mí fue la vida una quimera
que, quizás, muchas veces nos separa
mientras TU CORAZÓN siempre me espera.
Coloquio con Jesús
Cuando pienso, Jesús, en lo que soy
busco poder estar cerca de Ti,
mas viendo la grandeza que hay en Ti
yo comprendo lo mísero que soy.
¿Por qué no ser distinto a como soy?
¿Por qué me encuentro tan lejos de Ti?
¿Por qué solo en mis penas pienso en Ti
y presumo de ser lo que no soy?
Yo quiero ser humilde. ¡No lo soy!
Y sé la mansedumbre que hay en Ti.
Si debo renunciar a lo que soy
y seguir la doctrina que hay en Ti,
buscando la razón de lo que soy
hallaré la respuesta junto a Ti.
Consejo divino
Comprendo la doctrina que me das
aunque pese la cuesta del camino,
mas creo que, buscando lo divino,
sin dudarlo, mi norte Tú serás.
En mí, pocas virtudes hallarás
pues por ser pecador pobre y mezquino,
por culpa de avatares del destino,
yo quiero caminar por donde vas.
En toda tu enseñanza yo me fundo
ya que todos mis males los mitiga
dejándome pensar algo profundo.
Seguiré tu consejo sin fatiga:
Quien quiera ser perfecto en este mundo
que cargue con su cruz y que me siga.
Cuando todo se acaba
(Soneto con estrambote)
Sin prisas yo camino hacia una meta
buscando la verdad y mi reposo,
donde existe un entorno misterioso
que, quizás, lo comprenda algún asceta.
El fin de mi carrera no me inquita
pues huyo de un ambiente bochornoso,
al ver un horizonte tan morboso
porque vivo en un mundo de opereta.
No espero nada más que indiferencia
al quedarme muy solo en el camino
sin que nadie comprenda mi existencia.
Si la vida me importa ya un comino
cuando llegue ante Dios pido clemencia
y en la meta veré, pues, mi destino.
No creo que cometa un desatino
si digo que el futuro no me importa.
Estar sólo con Cristo me conforta.
El amor a Dios
¿Qué me mueve, mi Dios, para quererte
con el brío que siempre te he querido?
¿Es, quizás, ese cielo prometido
que llega en el instante de la muerte?
Tú comprendes, Señor, que no soy fuerte
y que, a veces, te tenga en el olvido,
me quieres cuando estoy tan abatido
que mucho me lamento de mi suerte.
Mas yo quiero quererte en tal manera
que mi alma tus palabras escuchara,
que también por tu senda te siguiera.
Y aunque tu corazón siempre me espera
si algún día de Ti no me acordara
mi amor nunca seria una quimera.
Incomprensión
Son pocos quienes piensan en la muerte
que acéchanos a todos escondida;
lo que importa es gozar bien de la vida
y nadie está conforme con su suerte.
Pretende cada cuál ser el más fuerte,
prudencia y humildad se nos olvida,
la gente por doquier va confundida
y a Ti, ¡mi Dios!, no sabe comprenderte.
Tanto afán nos domina demasiado,
muy pesada encontramos nuestra cuesta
si dejamos pasiones a otro lado.
La lucha por la vida es una apuesta
de la cual uno sale defraudado
si no piensa que Cristo es la respuesta.
El día 28 de MAYO ppdo. publiqué 10 sonetos, 10 magníficos sonetos (no lo digo yo, me lo dicen quienes son doctos en estos temas literarios), sobre los cuales nadie, absolutamente nadie, me ha comentado si le gustan o no, si están bien o mal, NADA. Y esto me hace pensar que la gente está más por el fútbol, toros, carreras, etc. y no por este tipo de temas tan loables. Como estamos en democracia, y cada cual puede hacer lo que le de la gana, en su consecuencia yo me pongo en el mismo estado y os digo: Estad tranquilos que ya no veréis más sonetos ni poemas míos, y como yo estoy en los mismos derechos, cuando en la TV salen programas que se refieren a deportes o toros, apago la TV y me quedo la mar de a gusto, sin disgustarme, sin cabrearme y sin exaltarme. Normal y nada más.