OPINIÓN
Vargas Llosa
12/01/2011
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“España me salvó de ser un paria” afirmó Mario Vargas Llosa al recibir el premio Nobel de Literatura. Resulta reconfortante que frente a las respetables corrientes indigenistas de Hispanoamérica, el peruano más ilustre destaque las ventajas pertenecer a nuestra comunidad lingüística.
Toda lengua, por pequeña que sea, supone una riqueza a preservar y a engrandecer, aquí disfrutamos del valenciano que debe ser defendido y enseñado.
No obstante, en ocasiones, es bueno que llegue alguien del otro lado del Atlántico para recordarnos que escribiendo en una de las cincuenta variantes que tiene el quechua y el aimara en Perú no habría tenido ni millones de lectores, ni Nobel, ni disfrutaría escribiendo en una "maravillosa lengua", en uno de los idiomas más "dinámicos", "enérgicos" y "creativos" del mundo, el español.
“No me estaban premiando sólo a mí sino la lengua en la que escribo” afirmó Vargas Llosa, que hizo en la Fiesta del Chivo, la mejor descripción de las relaciones de poder que se pueda escribir, la leí hace once años y aún me parece irrepetible, escrita sobre la República Dominicana, en la transición de los años sesenta, su profundidad la hace aplicable hoy a cualquier lugar del mundo.
Su reciente obra El sueño del Celta me parece también extraordinaria, y dista mucho de Los Jefes, su primer libro publicado y premiado, y de Los Cachorros, en ambos, mis carencias literarias me impidieron encontrar al mismo autor y su evidente calidad.
El compromiso con la libertad de Mario frente a las dictaduras, “siempre he combatido el autoritarismo, de izquierdas y de derechas", y al nacionalismo "plaga incurable del mundo moderno", lo hacen hoy referencia inexcusable en la literatura comprometida, que no necesariamente debe estar en la izquierda.
De hecho en el continente americano, como él mismo afirma "sólo queda una dictadura -Cuba- y algunas 'semi dictaduras' como la Venezuela de Chávez o Nicaragua".
Tras haber residir en París y Londres, su afincamiento, primero en Barcelona “la capital cultural de América Latina”, durante cinco años, y después en Madrid, es para todos un orgullo.
Toda lengua, por pequeña que sea, supone una riqueza a preservar y a engrandecer, aquí disfrutamos del valenciano que debe ser defendido y enseñado.
No obstante, en ocasiones, es bueno que llegue alguien del otro lado del Atlántico para recordarnos que escribiendo en una de las cincuenta variantes que tiene el quechua y el aimara en Perú no habría tenido ni millones de lectores, ni Nobel, ni disfrutaría escribiendo en una "maravillosa lengua", en uno de los idiomas más "dinámicos", "enérgicos" y "creativos" del mundo, el español.
“No me estaban premiando sólo a mí sino la lengua en la que escribo” afirmó Vargas Llosa, que hizo en la Fiesta del Chivo, la mejor descripción de las relaciones de poder que se pueda escribir, la leí hace once años y aún me parece irrepetible, escrita sobre la República Dominicana, en la transición de los años sesenta, su profundidad la hace aplicable hoy a cualquier lugar del mundo.
Su reciente obra El sueño del Celta me parece también extraordinaria, y dista mucho de Los Jefes, su primer libro publicado y premiado, y de Los Cachorros, en ambos, mis carencias literarias me impidieron encontrar al mismo autor y su evidente calidad.
El compromiso con la libertad de Mario frente a las dictaduras, “siempre he combatido el autoritarismo, de izquierdas y de derechas", y al nacionalismo "plaga incurable del mundo moderno", lo hacen hoy referencia inexcusable en la literatura comprometida, que no necesariamente debe estar en la izquierda.
De hecho en el continente americano, como él mismo afirma "sólo queda una dictadura -Cuba- y algunas 'semi dictaduras' como la Venezuela de Chávez o Nicaragua".
Tras haber residir en París y Londres, su afincamiento, primero en Barcelona “la capital cultural de América Latina”, durante cinco años, y después en Madrid, es para todos un orgullo.
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Te has ganado la portada, Trotamundos. No me gusta que nos tomen el pelo (derechas e izquierdas) y por eso escribo ante tales barbaridades. Solo permíteme añadir que como incongruencia semanal esta vez alaba al castellano y al valenciano mientras aprovecha el párrafo de mención al nacionalismo como plaga incurable. Creo que el incurable al que se refiere este indigenista blavenciano es al catalán (no podía dejar de soltar su meadita) pero, claro, lo suyo que no se lo toquen. Es como lo de aquel ateo con devoción a la virgen de su pueblo. También es curioso que para cargarse de razones considere a Vargar Llosa el peruano más importante, olvidándose, aparte de Incas y futbolistas famosos, de Isabel Allende (nacionalizada chilena), Alfredo Bryce Echenique, Chabuca Granda, Javier Pérez de Cuéllar, Helena Christensen, San Martín de Porres, ... Es más, tanto presumir de escritor cuando tiene faltas de ortografía en su artículo. Pero de proponer algo, mejor olvidémonos.