La Supresión de Municipios
Estoy en contra de la desaparición forzada de los ayuntamientos pequeños de nuestro país, probablemente por motivos sentimentales, pues soy de pueblo, pero también por motivos económicos.
Es falso que los pequeños municipios eleven el gasto, la idea es lógica pero a mi juicio errada. De los 8.115 municipios existentes, más de 3.000 no tienen deuda y son todos ellos pequeños.
Creo en la agrupación de municipios, en la prestación conjunta de servicios y en la limitación del endeudamiento, y naturalmente no creo en un gobierno socialista que deroga parcialmente la Ley de Estabilidad Presupuestaria elevando techos de endeudamiento municipal, para luego tener que prohibirlo drásticamente, y corregirlo en hasta dos ocasiones más.
Desde las grandes ciudades se piensa en las pequeñas administraciones municipales como fuente de derroche, es al contrario, no conozco ningún estudio que avale esa creencia y mi experiencia personal me indica lo contrario.
Vivo en una comarca rural, el Alto Palancia en Castellón, de 27 municipios en la que no existe ningún coche oficial, la mayoría de alcaldes no cobran nada, no hay personal eventual o asesores, muchos, a pesar de la crisis, tienen dinero ahorrado en lugar de deudas, y comparten secretario-interventor o administrativos décadas antes de que llegaran Zapatero y su crisis al gobierno.
Aunque pueda parecer lo contrario, si suprimiésemos todos los municipios de estas comarcas rurales y dejásemos solo uno, a la griega, posiblemente comenzarían a sucederse los vicios de las grandes administraciones.
España no necesita imitar a nadie, sino a sí misma, a la España reformista y austera de 1996-2004, con normas que limiten el gasto y el endeudamiento público que provoca que familias, autónomos y PYMES queden sin crédito – hasta el 85% de estas ha tenido dificultades para acceder a financiación el último trimestre según el Banco Central Europeo-.
En una nación en las que sus regiones se aprestan a abrir embajadas en el exterior plantearse eliminar municipios, no por buenos ni malos gestores, sino por pequeños, me parece una temeridad.
Las reformas; fiscal, energética, judicial, laboral, educativa, presupuestaria y administrativa son inaplazables pero el debate contra los ayuntamientos menores me parece un error.