La culpa, los bancos
El sistema financiero es la gasolina de nuestro vehículo económico y, además, el lubricante de toda transacción económica, sin embargo, ya nada es más importante para el PSOE que ganar elecciones, aunque para ello pongan en riesgo nuestra economía durante el próximo lustro.
Lo han dicho quienes ejercen de portavoces filosóficos, orgánicos, gubernamentales y sociales del PSOE, es decir, Jesús Caldera, Leire Pajín, Miguel Sebastian y el cándido de Méndez, a todos ellos a la vez se les ha terminado la paciencia con los bancos y los sitúan como “principales culpables de la crisis” –Sebastián dixit-. ¿Casualidad? No, pura estrategia.
Cuando los datos ya no permiten hacer creer a los españoles que esta es una crisis exclusivamente internacional –mientras en España, ZP fabricaba un 1.200.000 parados en 2008, Europa sin nosotros generaba empleo-, el socialismo ha encontrado culpable.
Esta vez a Aznar no podía endosar la responsabilidad, gobernó hace 5 años y en sus dos legislaturas se crearon 5 millones de empleos, no colaría.
Bush tampoco es esta vez potencial culpable, ya que ha sido sucedido por Obama, y este aún es, para el socialismo patrio, uno de los buenos.
Quedaba la banca, y le ha tocado. Botín y los suyos son los culpables.
No importa que solo hace unos meses Rodríguez Zapatero, en Nueva York, exhibiera poderío mundial a su costa, tenemos “el sistema financiero más sólido de la Comunidad Internacional” afirmó en septiembre.
Ni tampoco es relevante que solo un mes después el propio Zapatero le pidiera ayuda a Mariano Rajoy para aprobar el Plan de Rescate Financiero de nuestras cajas y bancos. Hay que sacrificar cualquier coherencia en favor del lucro electoral.
La realidad es bien distinta, la expulsión –efecto crowding out- de autónomos, empresas y familias de los bancos tiene un único responsable, Rodríguez Zapatero y su endeudamiento galopante, que no deja crédito disponible para los particulares y además lo encarece por la creciente prima de riesgo por prestar a España y por la pérdida de calificación de nuestra deuda.
Este desprecio por la economía de mercado y sus reglas básicas lo refleja perfectamente la asignatura de Educación para la Ciudadanía en cuyos libros nuestros jóvenes deberán leer cosas como “El liberalismo y el capitalismo no puede pretender la democracia realmente popular” –editorial Serbal-.
O esta joya literaria; “Los hombres ricos que pasan el día ocupados en sus negocios y por la noche roncan como vacas, no contribuyen mucho al bien común” –ed. Mc Graw Hill- a esto se le llama estímulo al trabajo y fomento del carácter emprendedor. Pobre generación.
Miguel Barrachina Ros
Economista y Diputado Nacional
del Partido Popular
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