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Por Manuel Guisande
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Pues a que va a ser verdad eso de que los animales entienden

    Pues a que va ser verdad eso que dicen que los animales entienden, a que va a ser verdad. Yo sinceramente pensaba que eran paranoias y que la gente, a falta de motivaciones, pues decía eso por decir y, ya puestos a analizar el asunto, que quienes lo aseguraban vivían más solos que la una, que eran unos coñazos y que de aguantarlos solo los aguantaban eso: un animal, yo que sé hay gente tan rara por ahí…

    Nosotros tenemos un gato, que la verdad empiezo a dudarlo, pero digamos que tenemos un gato. El caso es que después de un viaje de tres días, cuando regresamos nos encontramos con el papel higiénico tirado por toda la casa, como si el miau este se hubiera cargado a alguien y quisiera embalsamarlo, y la sioux (mi mujer) empezó a explicarme que era porque estaba enfadado por dejarlo solo. Y eso, empezó a explicarme, solo a explicarme, y desconecté porque era lo que me faltaba, que además de preocuparme de los hijos ahora tuviera que hacerlo por un bicho, o buscarle una gata en mis ratos libres para que no se sintiera solo.

    En fin, que recogimos el papel higiénico y todo parecía volver a la normalidad cuando voy a mi mesa y me encuentro que una patilla de mis gafas las había mordido. Claro, entonces el asunto cambió radicalmente porque destrozar el papel era, digamos, un enfado general, con toda la familia; pero lo de la patilla de mi gafa, de mi gafa, repito, de-mi-ga-fa, eso era ya una cuestión personal.

    Así que me imaginé siendo gato para ver cómo le hacía entender al colega que no, que no era una cuestión personal y que aunque lo fuera, él era un imbécil de gato y yo un ser humano y que si quería le pasaba unas estadísticas de cómo queda el asunto cuando a un hombre o una mujer le da la mala, le entra un rebote y la emprende con un bichejo como él.

    Y así estaba, con estas disquisiciones, cuando observo que a un móvil que tenía en la mesa también le había pegado unos zarpazos. Que conste que miré bien dónde había arañado, pues a lo mejor era en el 6 porque había intentado llamarnos, y entonces tendría un pase, pero no, era en la pantalla.

    Estaba sentado frente a mi mesa cuando veo al arácnido que entra en la habitación, (sí, ya sé que el gato no es un arácnido, pero tenía unas ganas de pisotearlo) se para y se me queda mirando en plan «fui yo».

    Tú sabes cuando uno dice «te vas a enterar», pero lo dice en plan que un tanque es un arma ligera; pues cogí despacito una botella de plástico de tónica que tenía al lado del ordenador… y así, a lo bestia, se la lancé haciendo una parábola y con una mala leche mientras pensaba: «ojalá le dé con el tapón que es lo más duro, ojalá le dé al mamón ese con el tapón… ».

    Y le di, no sé si con el tapón o con lo que fuera, pero le di, y vaya que lo entendió; ahora es verme el tío y escapa.. y yo una felicidad… Enfadado el felino porque se quedó solo… porque se quedó solo… a que la próxima se queda solo pero en la puta calle, le cambia el carácter, ni patillas de gafa ni móvil y hasta con suerte me consigue por el careto uno de Vodafone.

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