Se cumple un año del accidente del castillo hinchable de Mislata que mató a dos niñas
El padre de una de las niñas fallecidas ha publicado una emotiva carta en la que habla por primera vez de lo que pasó: “Es un día muy feliz, repetía Vera aquella tarde”
Se cumple un año deltrágico accidente de Mislata en el que el viento voló un castillo hinchable con varios niños dentro. Dos niñas de 4 y 8 años fallecieron en los días posteriores al accidente y otros siete menores resultaron heridos de diversa gravedad. La justicia investiga todavía los hechos para depurar posibles responsabilidades mientras que los padres de las fallecidas lamentan la lentitud con la que se está desarrollando el proceso.
Los hechos ocurrieron el 4 de enero de 2022 por la tarde, cuando unas fuertes rachas de viento hicieron que el castillo hinchable saliera volando con varios niños dentro. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Mislata investiga los hechos y la causa está abierta por dos delitos de homicidio por imprudencia y lesiones por imprudencia.
Los primeros informes llegados al juzgado apuntan que el castillo tenía cuerdas rotas y deterioradas, algo que también recogía el informe fotográfico de los agentes. Según un informe policial que obra en la causa, el ingeniero técnico no revisó las instalaciones 'in situ' el 2 de enero de 2022, tal y como declaró inicialmente, sino que lo hizo desde Elx.
Frente a esto, los responsables del hinchable negaron que hubiera ninguna irregularidad e insistieron ante el juez que todo estaba bien anclado cuando pasaron la inspección y que no había cuerdas sueltas. Coincidieron en que todo estaba correcto.
Hablan por primera vez los padres de las víctimas
En este aniversario negro, el padre de Vera, una de las niñas fallecidas, ha publicado una carta en redes sociales en la que habla abiertamente por primera vez desde la desgracia: “Un año después de su marcha, las gafas rojas de Vera nos observan desde lo alto de su pequeño santuario. Nunca imaginamos que nuestra pequeña sería protagonista de un cuento negro en el que los monstruos son de verdad. Todo empezó la tarde de un 4 de enero, una tarde apacible y soleada impropia de invierno. Sin saberlo, estábamos dando nuestro último paseo en famillia. La tragedia del hinchable en el que murieron Vera y Cayetana de 4 y 8 años, pinchó el globo mostrando al mundo la feria de los errores, una trampa mortal para niños perpetrada por la codicia de un cacique con la permisividad de un ayuntamiento irresponsable”.
La misiva desmonta uno a uno los argumentos de defensa de la empresa responsable: “Admitimos no saber que el hinchable estaba dejado caer en el suelo sin más anclaje que unas cuerdas de tender roídas; que la atracción no estaba instalada en el lugar oportuno para evitar el impacto del viento, que existía una alerta por fuertes ráfagas de cara a la noche que aconsejaba el cierre inmediato por precaución; y que la instalación no se fijó al suelo como dice la normativa europea porque para el Ayuntamiento de Mislata es prioritaria la integridad de su pavimento”.
El padre de Vera lamenta la negligencia del responsable: “¿Qué puede decir ante esto un feriante que lleva una eternidad trajinando sin papeles, sin dar de alta a sus trabajadores y aprovechando la ausencia de inspecciones en el sector para reducir costes y ampliar beneficios?”.
“Es un día muy feliz, repetía Vera aquella tarde mientras íbamos de atracción en atracción, hasta que el destino la llevó a poner el pie en aquel hinchable que ni siquiera lo parecía en la penumbra de una feria con pocas luces y menos sonidos; una feria triste montada para el beneficio del promotor y el responsable público que le abre las puertas del ayuntamiento”, continúa la carta.
“Se fue la magia y apareció el horror”
“Se fue la magia y apareció el horror. Más de veinte minutos esperando oír la sirena de las ambulancias mientras Vera se desangraba junto a la tómbola, con sus gafitas rojas intactas.-continúa la carta en la que hay un mensaje claro al alcalde de la localidad- Un estado de shock del que nunca llegaremos a desprendernos, del que rescatamos la humanidad de uno de los jóvenes empleados fantasma del feriante, la que no demostró ninguno de los miembros del clan, ocupados en manipular la escena mientras los periodistas andaban a la caza del morbo y el alcalde conseguía su foto junto a las familias, abandonando la escena mientras los sanitarios trataban de estabilizar a las dos niñas para calibrar las consecuencias de siniestro en su proyección política”.
La carta termina con varios mensajes al alcalde y a los responsables de hinchable: “Para Vera fue su primera y última tarde de feria. Para el máximo responsable de Mislata su primera y última aparición en el caso antes de activar el modo avión y ocultarse tras un proceso que ya apunta hacia su ayuntamiento, el mismo que debió poner patas arriba desde el principio para depurar responsabilidades, en lugar de descargar únicamente la culpa en un feriante que era cliente habitual de su consistorio. De un empresario que sobrevive sin más escrúpulos que su soberbia no podemos esperar mucho, […] estamos en manos de una administración pública que no puede escudarse en la fragilidad de unas normas desvirtuadas por otras administraciones”. Puedes jugar con fuego toda la vida y no quemarte, pero si provocas un incendio no puedes achacarlo a un accidente de la naturaleza.