Cullera celebra el centenario de una de sus vecinas más longevas
Cullera está de celebración. Hoy, una de sus vecinas más longevas, Rosario Gil Lledó, ya puede afirmar de pleno derecho que tiene cien años. Por ello, el ayuntamiento ha querido rendir un homenaje a la altura de las circunstancias. Rosario y su familia han recibido este mediodía la visita del alcalde, Jordi Mayor, como muestra de afecto y respeto de todos los vecinos.
El primer edil le ha hecho entrega de una placa conmemorativa y de un ramo de flores en nombre de los cullerenses. Rosario, visiblemente emocionada, ha agradecido el cariño de sus familiares y de toda la ciudadanía.
Tras un siglo de vida, su estado de salud es más que envidiable. Tiene plena autonomía física y conserva su mente en perfecto estado. «Muchos me dicen que dónde tienen que firmar para estar como yo», bromeaba.
El homenaje a los centenarios es una iniciativa impulsada por el consistorio consistente en reconocer la trayectoria vital de aquellos vecinos que alcancen esa edad. La ha reactivado este año y supone la recuperación de una bonita tradición a la que se dará continuidad. El de Rosario es el segundo homenaje centenario que se ha realizado y aún se producirán tres más este mismo año.
Una vida dedicada a su familia
Rosario Gil ha pasado toda su vida en Cullera rodeada de su familia, con los que ha compartido sus vivencias y a los que se ha esforzado por apoyar en todo momento. Nació en el popular barrio del Raval, donde reside.
Su hija María Amelia asegura que a su madre «la conoce todo el Raval, y todos saben lo bien que está». También la define como una mujer que siempre ha estado al servicio de las personas, preocupada por su bienestar. «Los sábados a las siete de la mañana ya está limpiando», comentaba otra familiar.
Con ese talante, desde bien joven se hizo cargo de las tareas de su casa y así ayudó a su padre y a sus hermanas a salir del paso en una época convulsa. Cuando llegó la Guerra Civil, fue su propia familia la que ayudó a otras a sobrevivir entregando alimento a los que no lo podían conseguir. «Entonces yo tenía 18 años, ha recordado. La misma memoria que guarda de padres y hermanos. Sus ojos no han dejado de humedecerse cuando le ha venido a la memoria su madre, quien falleció con tan solo 32 años.
Pasada la contienda, se casó y formó una familia con tres hijos, a los cuales también se dedicó en cuerpo y alma. Primero, como ama de casa y madre y también trabajando con su marido cuando fue necesario para conseguir salir adelante. «Hemos visto pasar muchas cosas», relataba.
Su hija asegura que es una mujer muy buena, una madre preocupada por sus hijos y a la que sus seis nietos y dos bisnietos adoran.
Hoy todos la han rodeado en la celebración que ha tenido lugar en la residencia familiar. Rosario no ha dejado de sonreír en todo momento y hasta ha soplado las velas. «Estaba un poco nerviosa porque venía el alcalde», ha admitido entre risas, pero pronto se ha soltado y ha empezado a rememorar anécdotas divertidas atrapando la atención de todos.
Y es que Rosario conserva un espíritu joven que muchos ya quisieran para ellos. No en vano, ya estaba planificando el cumpleaños del año que viene porque esta cullerense todavía tiene cuerda para rato.