Los rastros de panderos recorren el centro de Burriana en Nochebuena
Aunque no se conocen los inicios de esta costumbre, sí que hay testigos de hace casi cien años
En Burriana, antiguamente, la víspera de Navidad los grupos de niños se iban al río a buscar botes, llantas de bicicleta, petroleras, palanganas y cualquier bote de lata que al rodar por el suelo hiciera mucho ruido; estos los ataban con alambre como si fuera un rosario y ya tenían un rastro de panderos. Como no podía ser de otro modo, cuanto más largo fuera la sarta, más mérito ganaban. Al caer la oscuridad de la Nochebuena, la chavalería rodaba las calles de la localidad arrastrando esos rastros de panderos.
Los inicios de esa costumbre se pierden en el tiempo, pero hay testigos de gente de más de 90 años que recuerdan como en la niñez se construían los rastros y rodaban el pueblo haciendo ruido. Esa tradición fue desapareciendo despacio, hasta el punto que Joaquim Uriòs en 1973 escribía: «esta costumbre va pasando a la historia» (Buris-ana, n.º 131).
Este año han querido revivir esa costumbre y la víspera de Navidad a las 17:00 horas hicieron rodar con una sarta por el centro de Burriana con el itinerario siguiente: la calle Mayor, el de San Agustín, las Plazoletas, la plaza Mayor, el jardín del Plan, el Plan, la Tanda, la plaza de Mercé, la calle de San Pedro Pasqual, el de Ausiàs March, el de la Beata Mariana, el de Santo Serapi, las Plazoletas, la calle Mayor, el Plan de San Blai, la calle de San Blai y la avenida de Joan Baptista Sanmartín.
El séptimo año que salen y la gente que pasa acompaña la rastellera, y recuerda entrañablemente como cuando niños también se hacían una y lo arrastraban por las calles de Burriana llamando la atención.