Guardias civiles compinchados y una persecución por unos pulpos: Así fue la gran entrada de droga en el Puerto de Burriana
Una disputa por unos pulpos frustra por casualidad la mayor descarga de droga en el Puerto de Burriana
¿Cómo consiguió un pesquero entrar una partida de dos toneladas de hachís en el puerto de Burriana sin despertar sospechas?
Esta es la cuestión que se ha tenido que dilucidar en el juicio celebrado en las últimas semanas en la Audiencia Provincial de Castellón y que ha condenado a ocho personas, dos de ellos guardias civiles, por participar en un plan para entrar la droga desde alta mar.
La sentencia, a la que ha tenido acceso elperiodic.com, condena a los los dos agentes por un delito contra la salud pública y por integración de grupo criminal a 2 años y 11 meses de prisión en un fallo en el que también han sido condenadas las otras seis personas que participaron en el desembarco.
El fallo relata los hechos que ocurrieron en la madrugada del 17 de junio de 2015, cuando los condenados trataron de llevar a cabo su minucioso plan, que no era otro que descargar la droga en alta mar desde una lancha semirígida a un barco pesquero con amarre en Burriana.
Para ello la banda estuvo ayudada por los guardias que trabajaban en la Patrulla Fiscal de la Compañía de Burriana y que tenían como misión la vigilancia del Puerto para garantizar que se pudiera descargar la droga sin contratiempos y sin ser descubiertos por otras patrullas de la Guardia Civil. Además, otra persona estaba encargada de vigilar la zona desde el Grau de Castelló por si se movilizaba otra patrullera.
Los compinchados lo tenían todo planeado minuciosamente y para comunicarse sin dejar rastro compraron varios móviles en una tienda de Mislata con las tarjetas SIM a nombre de terceras personas, que no sabían nada de este caso.
La noche de los hechos, el barco, propiedad de la empresa burrianense Caladero Poniente, salió del puerto de Burriana hacia las coordenadas donde esperaba la lancha con la droga.
Sin embargo, el desembarco de los fardos de hachís no se pudo completar conforme al plan establecido por un imprevisto. Y es que, alertado por los movimientos nocturnos, un pescador pensó que el pesquero donde iba la droga le estaba robando su pulpo y sus aparejos, por lo que decidió perseguirlos.
Una persecución que duró dos horas por el mar hasta que el pesquero con las dos toneladas de hachís logró entrar en el Puerto de Burriana.
Perseguidos por el otro patrón propietario de los pulpos, que quería comprobar la carga que llevaban, no tuvieron más remedio que atracar el pesquero dejando los fardos de droga en su interior sin poder descargarlos.
Tras el aviso por lo ocurrido, varias patrulleras de la Guardia Civil fueron alertadas y se dirigieron hasta el Puerto de Burriana donde descubieron los 70 fardos, que hubieran tenido un valor en el mercado de 3’3 millones de euros.
No hubiera sido posible sin los agentes
La sentencia señala también que “la operación de narcotráfico no era posible sin contar con el apoyo de los referidos agentes, que eran conocedores de los avatares de la zona por medio de las comunicaciones de la radio-patrulla, lo que les permitía dotar de seguridad al trasporte de la droga”.
“No olvidemos que el Puerto de Burriana es un recinto cerrado con vigilancia de personas físicas y de cámaras de seguridad, por lo que resulta inconcebible organizar toda la operativa necesaria para el trasporte de más de dos toneladas de hachís con un valor económico elevadísimo sin contar con el apoyo de los acusados” explica el fallo judicial, que recuerda que “en mayor medida el acceso nocturno al puerto en la barca de pesca sería sin duda percibida por el ruido de los motores”.
Además, la sentencia, que se puede recurrir, explica que “a tenor de las grabaciones telefónicas” se desprende que esta entrada de droga “no era algo aislado” sino que tenía "proyección pasada y futura" y que esa noche “casualmente fue descubierta por el hecho imprevisto de que otro marinero pensó que la embarcación le había sustraído aparejos y pulpo”.