Bibiana Collado sugiere leer la poesía con tiempo para asomarse a los pliegues del lenguaje
Apunta que se estimula la lectura de poesía teniéndola siempre a mano: en cualquier momento, en cualquier etapa, con libertad, sin prejuicios, con deseo
La poeta Bibiana Collado Cabrera ha afirmado que hay que leer la poesía con tiempo para “ir y volver al poema, para dejarlo resonar en nosotras mismas, para atreverse a asomarse a sus pliegues. En definitiva, tiempo para descubrir y descubrirnos”.
En el Encuentro de Escritores de la Biblioteca Valenciana ha indicado que “el sistema educativo se ha inclinado, tradicionalmente, hacia la producción narrativa. Un falso prejuicio sobre la complejidad del texto lírico ha expulsado a los poemarios de las selecciones literarias propuestas por el profesorado. No obstante, mi experiencia es que en las aulas se recibe muy positivamente la poesía si sabemos ofrecérsela”.
En este sentido, ha apuntado que la estimulación de la lectura de la poesía se consigue “teniéndola siempre a mano. En los institutos, en las universidades, en las bibliotecas, en las librerías… Para que se pueda acceder a ella en cualquier momento, en cualquier etapa, con libertad, sin prejuicios, con deseo”.
Bibiana Collado Cabrera es licenciada en Filología Hispánica por la Universitat de València, realizó su tesis doctoral sobre la poesía contemporánea escrita por mujeres y es profesora.
Entre sus trabajos destaca ‘Como si nunca antes’, que fue premio Arcipreste de Hita 2012; ‘El recelo del agua’, premio Adonáis 2016, y ‘Certeza del colapso’, premio Complutense de Literatura 2017. En su último poemario, ‘Violencia’, explora la participación del lenguaje en la violencia de género.
“El lenguaje nos constituye. No podemos pensarnos fuera de él, por tanto, resulta crucial en todos los procesos que nos definen diariamente. La violencia machista empieza en la palabra, en la que se dice y en la que no se dice”, ha explicado.
La autora ha sugerido que hay que “repensar el modo en el que decimos el amor, en el que decimos la felicidad, en el que nos decimos a nosotras mismas. Es necesario detenernos en cada palabra y sopesar su densidad, su haz de connotaciones, su sombra alargada. También resulta crucial generar palabras para todo aquello que no es dicho o resignificar algunos términos que no llegan a abarcar la complejidad de nuestras relaciones”.
Para ella, la poesía “puede ayudar en el proceso de resignificación del lenguaje, dándonos el tiempo y la posibilidad de adentrarnos en cada palabra, de ver cómo cada una de ellas se esponja en el mar de la lengua y señala hacia las heridas ocultas”.