El Consorci de Museus rescata la "memoria olvidada" de la escultura gótica valenciana en una exposición
El Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana lleva la muestra 'Memorias olvidadas. Imágenes de la escultura gótica valenciana' a Benicarló, donde podrá verse en el Mucbe (Centro Cultural Convent de Sant Francesc) desde hoy y hasta el próximo 5 de junio.
La exposición, comisariada por el académico de Bellas Artes Arturo Zaragozá pone en valor la escultura gótica valenciana y la importancia que ésta tuvo en el contexto europeo. Se trata de una muestra itinerante organizada por el Consorci de Museus, y que se ha podido ver en Valencia, en el Real Monasterio de Santa María de la Valldigna y que ahora se encuentra viajando por la provincia de Castellón.
A través de 33 imágenes de tres grandes fotógrafos, expertos en la fotografía de objetos arquitectónicos, como son Joaquín Bérchez, Mateo Gamón y Carlos Martínez además del archivo de Arturo Zaragozá, la exposición pretende poner luz sobre elementos de la arquitectura medieval de extraordinario valor que han pasado desapercibidos a lo largo de la historia.
Son escasos los estudios dedicados a esta parcela del gótico valenciano y casi inexistentes las exposiciones realizadas sobre esta materia. Ésta es, por tanto, una exposición única que revela las últimas investigaciones realizadas en torno a la escultura gótica valenciana, una investigación que según el comisario de la muestra, se centra de momento en la escultura realizada en piedra, pero se continúa trabajando para futuras muestras sobre la escultura en madera, en yeso, en plata o en hierro, de no menor interés.
Gran parte de la mejor escultura del episodio gótico valenciano ha pasado hasta ahora desapercibida. En realidad, si atendemos a la falta de publicaciones parece como si este capítulo no hubiera existido. Las razones de este olvido han sido varias. En algún caso ha sido la situación de las piezas en lugares de difícil acceso como es el caso de las inaccesibles claves de bóveda esculturales, de los elevados capiteles o de las fantásticas gárgolas que evacuan el agua de las cubiertas. Sin duda ha contribuido a ello el peculiar carácter del patrimonio medieval valenciano, frecuentemente oculto por revestimientos de la edad moderna.
En otras ocasiones, el desconocimiento se debe a su localización en ámbitos particulares o militares de no fácil acceso. En otros momentos, ha sido simplemente el desconocimiento de la pérdida, o la muy deficiente identificación de las piezas, como es la obra del taller de Sant Mateu, atribuida equivocadamente a otros episodios. Esta exposición pretende dar a conocer algunas de estas obras rescatando su imagen y devolviéndolas al lugar que merecen en la historia artística del arte valenciano.
Algunas de las fotografías que muestra la exposición se han realizado con ocasión de obras de restauración, utilizando los andamios levantados al efecto, y son, por tanto, irrepetibles. Es el caso de las restauraciones llevadas a cabo durante los últimos años en las iglesias de Sant Mateu y Canet lo Roig (Castellón), Gandia, o en la catedral de Valencia. Para la exposición, también se ha contado con las facilidades concedidas en el antiguo monasterio de San Jerónimo de Cotalba o de Santa María del Puig.
Ante las dificultades para constatar la autoría de cada una de las piezas, las obras se han catalogado por talleres y, de este modo, se exhiben de forma cronológica y se centran en tres argumentos que se asocian a personalidades o momentos históricos relevantes de la historia valenciana.
Dos de ellos suceden durante la segunda mitad del siglo XIV: el taller del obispo Gastó, en la catedral de Valencia, y el taller de Sant Mateu, en el Maestrazgo de Montesa, del que se pueden ver imágenes de los retablos de piedra de la Trinidad, de san Miguel y de san Pedro en Sant Mateu o el sepulcro de Arnau Vilanova del Museo de Bellas Artes de Valencia.
El tercer momento transcurre a finales del siglo XV, época en la que la familia Borja adquiere notable importancia; la catedral de Valencia, la colegiata de Gandia y el monasterio de San Jerónimo de Cotalba adquieren singular protagonismo. Las imágenes también señalan las estrechas relaciones de la escultura con las artes congéneres coetáneas, así como el contacto con otros capítulos europeos.