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La voz amiga al otro lado de la línea, el Teléfono de la Esperanza roza el medio siglo de vida

La voz amiga al otro lado de la línea, el Teléfono de la Esperanza roza el medio siglo de vida
  • La pandemia del coronavirus les ha obligado a adaptarse y puesto de manifiesto los problemas emocionales de la sociedad

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Con casi medio siglo de historia a sus espaldas, el Teléfono de la Esperanza se adapta a las nuevas circunstancias y lo hace convencido de la necesidad de seguir ofreciendo este servicio a todo aquel que lo necesite. La vida sigue, y con ella lo hacen también los problemas relacionadas con la salud emocional.

Han pasado muchos años desde que su fundador, Serafín Madrid, pusiera en marcha este proyecto que abrió sus líneas en Sevilla allá por 1971. Lo hizo con la convicción de que a la sociedad española le faltaban mecanismos para lograr atajar las crisis o problemas emocionales y psicológicos de sus ciudadanos.

Rápidamente empezó a crecer, recibiendo llamadas desde otras provincias, y promoviendo así la creación de sedes en otros puntos del país. Hoy en día cuenta con 29 centros en España – entre ellos la Comunitat Valenciana-  y tiene convenios de colaboración con asociaciones afines en 9 países de América y Europa.

Las cosas, como es lógico, desde entonces han cambiado, pero el Teléfono de la Esperanza sigue reivindicándose como un servicio esencial aun en nuestros días: “Mientras que haya gente que sufra, que este a la otra línea porque necesita desahogarse, esto tiene todo el sentido del mundo” explica su presidente en Valencia, Jose Ortiz, quien recuerda que la atención es personalizada, anónima y gratuita.

Jose nos cuenta como han cambiado las cosas desde el inicio de la pandemia del coronavirus en el mes de marzo. Al igual que el resto de los sectores tuvieron que adaptarse, empezando por lo más básico: pasar al mundo online. “Desde el primer momento se siguieron todas las recomendaciones sanitarias y todo pasó a hacerse online hasta agosto”. Sus líneas cambiaron de ubicación, pero no con ello cambio el trato.

Pese a ese cambio en el modelo de trabajo, sus teléfonos no dejaron de sonar y así lo demuestran las cifras que manejan desde la organización según las cuales las consultas se han incrementado alrededor del 50% en el último año, “Tenemos a fecha de hoy casi el igual de llamadas que el año anterior, y todavía quedan meses complicados por delante”.

La necesidad de ser escuchado

Los teléfonos suenan repetidas veces a lo largo del día y de la noche. Las personas que están al otro lado suelen ser, de forma más recurrente, hombres y mujeres de entre 45 y 65 años de edad. Los problemas más comunes, por su parte, depresión y soledad aunque desde la organización reconocen que el coronavirus ha traído consigo tantos otros como el duelo o los problemas de pareja.

También ha puesto de manifiesto algo que ya venía resonando con fuerza en nuestra sociedad: la soledad de los mayores. Una realidad constada por la que desde el Teléfono de la Esperanza se ha decidido poner en marcha una línea especial para ellos en la que se les ayudara en todo aquello que se necesite.

Este nuevo programa servirá para “hablar de emociones y miedo, con gente que sabe que le va a escuchar”. A este nuevo teléfono (963 916 006) pueden llamar todas aquellas personas mayores de 65 años que sufran, ya estén en sus casas o en residencias.

Así, el programa “Escuchando a los mayores” tiene como fin mejorar la calidad de vida de las personas mayores que se encuentran solas o en riesgo de exclusión o marginación, mediante el acompañamiento telefónico por parte de voluntarios, expertos en relación de ayuda y en intervención en situaciones de crisis emocional.

Un equipo de voluntarios comprometido

Pero sin duda, nada de lo que ocurre en el Teléfono de la Esperanza sería posible sin el gran equipo humano que hay detrás. Todos ellos voluntarios, formados a través de cursos específicos en los que se abordan la acogida, escucha activa y la empatía, dedican sus horas para ofrecer un servicio cada vez más necesario.

En estos momentos, la ONG en la Comunitat Valenciana está compuesta por 110 voluntarios: 40 orientadores, 43 psicólogos, 2 abogados y alrededor de 25 coordinadores. Cada uno, con unas tareas específicas que comparten un mismo fin: ayudar al prójimo.

Para colaborar con esta iniciativa sin ánimo de lucro se pueden realizar pequeñas donaciones, sobre las que encontrarás toda la información en su página web. 

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