Manos arriba, esto es un catastro

Y llega la revisión catastral de todos aquellos suelos reclasificados durante la burbujeante época del ladrillo feliz. Las miles de hanegadas de Mundo Ilusión son ahora suelo urbanizable, y los ayuntamientos de Cabanes y Oropesa quieren (necesitan) cobrar. Igual pasa con Els Mestrets de Castellón que pese a estar anulado el Planeamiento que los desarrolla, el Ayuntamiento se acoge al recurso de casación ante el Tribunal Supremo, como a un clavo ardiendo, y con la firme esperanza de tener una resolución favorable. Pero, mientras tanto, los propietarios se encuentran con la obligación de pagar la contribución a precios de urbana cuando, dentro de unos años, podría considerarse como suelo rústico.

La pregunta es clara y surge enseguida: ¿tendrá dinero el ayuntamiento de Castellón para devolver el IBI y los intereses dentro de unos años? La contestación es fácil: “como igual los actuales ya no están, que remen los que vengan detrás”. Política de altura.

Desde un punto de vista técnico, no se crean la milonga de que los valores catastrales vienen impuestos desde Madrid a los ayuntamientos. En el trámite de aprobación de los mismos se le da la posibilidad a los Ayuntamientos de informarlos desfavorablemente. O, en el peor de los casos, se pueden aplicar coeficientes correctores que mitiguen el impacto que van a sufrir los propietarios catastrales durante los próximos diez años.

Me dan ganas de gritar: ¡Manos arriba! Esto es un …catastro.