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Exposición ‘Memòria d’un Jardí. Història gràfica del Botànic de la Universitat de València’, con material inédito

Exposición ‘Memòria d’un Jardí. Història gràfica del Botànic de la Universitat de València’, con material inédito
  • Los protagonistas son los hallazgos de fotografías y documentos que describen una parte de la historia del Jardín

 

Este jueves 25 de abril, a las 19 horas, se inaugura en la Estufa Fría “Memòria d’un Jardí. Història gràfica del Botànic de la Universitat de València”, una exposición especial que el Jardín Botánico ha preparado para sacar a la luz una gran cantidad de material sobre él nunca recopilado hasta ahora, y que dormía en cajones, archivos y hemerotecas.

En palabras de su comisario, Jose Mª Azkárraga, “había vacíos visuales que comportaban una falta de información sobre la historia del Botánico, y llenar esos agujeros ha sido el principal objetivo de la exposición”. En ella también se ha contado con la colaboración de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia.

Y es que no olvidemos que una gran parte de la trayectoria del Botánico ha sido de espaldas al público, por lo que hay que buscar entre noticias puntuales de la ciudad o colecciones particulares si se quiere llegar a saber cómo era la imagen del Jardín a lo largo de los siglos pasados. Por esta falta de información, explica el director del Jardín, Jaime Güemes, y viendo cómo en los últimos años estamos descubriendo una València que ya no está, se pidió a Jose Mª Azkárraga el trabajo de búsqueda, para encontrar las imágenes del Botánico nunca vistas.

Un gran número de materiales

Así, decenas de planos, fotografías, retratos, dibujos, documentos escritos y extractos de prensa de prensa van componiendo, a manera de puzle, el trazado histórico de una institución que ha vivido no pocas aventuras. “Se exhiben tanto originales como copias digitales y, en formato audiovisual, se recoge la evolución del entorno urbano del Jardín a través de la cartografía histórica. El audiovisual se completa con la proyección de una colección de fotografías hechas por visitantes a lo largo de la segunda mitad del siglo XX”, explica Azkárraga.

Por ejemplo, entre los hallazgos más interesantes está el listado de las casi mil plantas del Jardín elaborada en 1807, que se había perdido y que han donado los descendentes de Vicente Guillén. También la visión desde el Jardín de las Torres de Quart, una imagen que nos cuenta lo que hubiera podido ser el Botánico si los planes urbanísticos de la ciudad lo hubieran respetado.

O la foto más antigua de todas las encontradas, de 1861, con el Invernadero Tropical recién acabado, sin torre, así como la de la fiesta que se organizó dentro del Umbráculo, para homenajear Camille Flammarion, astrónomo francés que pasó por Valencia camino de Elche para observar el eclipse de sol de mayo de 1900. Pero para Jaime Güemes, también conservador, quizá destacarían las fotografías de los árboles y palmeras, porque aportan valor botánico por estar datadas y permiten ver cómo han cambiado las plantaciones, cómo han crecido los ejemplares y aprender y reflexionar qué podemos hacer para conservar el Jardín lo mejor posible.

Las colaboraciones y el catálogo

La exposición se inició además con la colaboración con la EASD-València, dado que Tana Capó llevó a su aula el proyecto expositivo, y el alumnado trabajó diferentes proyectos para plasmar de la mejor manera posible el hallazgo de los materiales gráficos en una sala de exposiciones. El resultado de sus propuestas comenzó un camino que nos ha llevado al proyecto que visitaremos en la Estufa Fría. “Desde el EASD-València creemos en los proyectos reales, los que implican a entidades y especialmente cuando los resultados revierten a la sociedad. Por eso ha sido muy importante esta colaboración. Para el alumnado ha supuesto la puesta en valor del Jardín como base de lo que es la ciudad y, en consecuencia, de lo que son ellos mismos”, explica Tana.

Una muestra ambiciosa que no hubiera sido posible tampoco sin el apoyo de muchas personas. “Personal del Jardín, amigos fotógrafos que han digitalizado y mejorado fotografías, sin olvidar a las personas que han rebuscado en sus cajones”, enumera Azkárraga. “Las aportaciones de los descendientes de Vicente Guillén, Julio Esplugues y Eduardo Boscá han resultado fundamentales para la construcción del relato gráfico”, continúa, “y la colaboración con la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia nos ha permitido acceder a los documentos originales que marcaron la historia del Jardín en el siglo XIX”. En total, la muestra ha necesitado de la colaboración de más de treinta personas, se han recogido fotografías particulares de quince familias, y se han consultado más de cuarenta fuentes entre archivos, instituciones, bibliotecas y colecciones particulares.

Evidentemente, todo este material no puede ser visitado en la Estufa Fría, por lo que con un paseo por la sala nos haremos una idea del volumen de documentos del que hablamos pero tendremos el inestimable complemento de un catálogo que se presentará posteriormente. En él encontraremos el total de material recogido, habrá acceso a enlaces para completar información, y acabaremos de componer la historia arquitectónica, botánica y social del Jardín con los textos del comisario y del director, pero también de Cristina Sendra, Jesús I. Catalá-Gorgues, Raquel Giménez, Francisco Javier Cortina, Ana Mira y Tana Capó. Una auténtica pieza editorial que hará las delicias de todo el mundo aficionado a la fotografía, al Jardín y a la historia de la ciudad.

En “Memòria d’un Jardí” encontraremos, en palabras de Güemes, un Jardín “muy diferente en el actual, mucho más salvaje y desordenado, con macetas en los pasillos y plantaciones sin demasiada orden. Con muy poca gente. Un espacio al servicio de la ciencia y docencia universitarias”. Y también encontraremos muchos nombres, porque todas las fotografías del Botánico, que hay muchas, “tienen alguna historia que contar y todas nos hablan de las personas que lo hicieron posible”. Una muestra que mira al pasado pero que obliga a reflexionar sobre el futuro, para tratar de seguir haciendo historia y que el Jardín, en palabras de Tana Capó, sea “eje, alma, corazón, oasis, reflexión... un espacio para todo lo que importa o debería importar”.

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