La cultura de Xirivella sufre y florece durante el confinamiento
La pandemia COVID-19 tiene muchas vertientes. Y ninguna, o casi ninguna, es buena. Cabría salvar las oleadas de solidaridad que han recorrido el planeta, o las muestras de altruismo de aquellas personas que han compartido sus méritos a cambio de nada. La Casa de Cultura de Xirivella ha emitido a través de su perfil en redes sociales un total de 61 vídeos caseros aportados por particulares y colectivos del municipio vinculados al universo creativo. Con la declaración del estado de alarma y la suspensión de las actividades presenciales, la institución se propuso mantener “un hilo de vida cultural” mientras durase el confinamiento. Se contactó con personas del ámbito musical, la danza, el teatro, la pintura, la fotografía o el mundo ‘clown’, en el que Xirivella destaca cada año con su Mostra Internacional de Pallasses i Pallassos.
“La respuesta ha sido impresionante y ejemplifica la capacidad que tienen el arte y la creatividad para generar sentimiento de pertenencia a la comunidad local”, declara Roberto Romero, concejal de Cultura. En estos dos meses de confinamiento se ha recibido todo tipo de material audiovisual producido en el ámbito doméstico: conciertos individuales o familiares, danzas, interpretaciones humorísticas, recitales… Las aportaciones cobran especial valor si se considera el vacío en el que quedan muchas y muchos de los profesionales tras la suspensión de su agenda de actos, su vía última de sustento.
«Hace dos meses que no veo a mi mujer y mi hija»
El guitarrista Rafael Serrallet, el músico xiriveller más internacional que vive a caballo entre València y Malasia, ha sido uno de los que ha aportado desinteresadamente sus tesoros musicales. Desde su casa en la Plaça de Sant Esteve, desde la que ha ofrecido varios directos en redes sociales, atiende el teléfono. «Me han suspendido una veintena de conciertos desde el inicio de la pandemia, pero lo que peor llevo es la separación familiar; el confinamiento sorprendió a mi mujer y mi hija de dos años en Malasia y a mí, aquí», nos cuenta. Serrallet, que en estos dos meses profundiza en nuevas formas de expresión mediante los formatos digitales, reflexiona sobre las consecuencias de la COVID-19 en el mundo de las artes escénicas: «La incerteza es enorme ahora mismo, toca reinventarse, los españoles estamos estigmatizados por el impacto del virus en nuestro país, hay que aguantar a pulmón». Serrallet ha sido noticia recientemente por unos dúos de guitarra y violonchelo interpretados desde el balcón junto a su vecino chelista de la Orquesta del Palau de les Arts.
«La gravedad también puede ser cómica»
Jesús Jara es co-director de la Escuela de Clown Hijos e Hijas de Augusto, una institución clave en el desarrollo y consolidación de la Mostra Internacional de Pallasses i Pallassos de Xirivella. «Me temo que la 27 edición de la Mostra está en el aire ahora mismo», argumenta, «pero ante la adversidad hay que presumir de risa». La frase no es baldía: su escuela ha proporcionado unas 20 creaciones durante el confinamiento en las que se parodiaban las medidas del estado de alarma y se llevaban al límite las contradicciones emocionales. «Nuestra obligación como payasos es imaginar sonrisas y superar la tristeza, virar lo grave hacia lo cómico y demostrarle al mundo que en situaciones extremas la cultura y el humor son más necesarios que nunca», afirma Jara.
«La cancelación de las fiestas locales, un golpe duro»
Esta frase, que podría suscribir toda Xirivella, la pronuncia Martín García, presidente del Cercle Instructiu Musical (CIM), la banda del pueblo. Lo que empezó siendo un experimento de sincronización a distancia, ha acabado convirtiéndose en un nuevo estilo musical: los festivales de balcón. Hasta 45 vídeos han realizado los intérpretes del CIM. «Estábamos preocupados por el distanciamiento y la pérdida de disciplina que podía conllevar el confinamiento, pero nos equivocamos; la reclusión ha sido motivadora para intérpretes, familias y profesores, que han encontrado en el instrumento un arma de evasión y resistencia», expone. Martín sabe que las limitaciones de aforo y las distancias interpersonales son el mayor enemigo de la música popular. De hecho, las clavarías han comunicado ya la suspensión de varios actos programados con la consiguiente pérdida económica. «Nos queda la calle como esperanza, los espacios abiertos y el entusiasmo popular», concluye.
«La cultura renacerá con fuerza»
Es inevitable que, ante tanta incertidumbre, las miradas se dirijan interrogantes hacia las instituciones públicas. Con los teatros, los auditorios y los escenarios callejeros cerrados, pocas respuestas se pueden dar a un sector angustiado por el futuro inmediato. El alcalde, Michel Montaner, agradece el «esfuerzo desinteresado de todas las personas que han aportado su creatividad para hacer más llevadero el confinamiento» e invita a reflexionar sobre el futuro inmediato: «Sabíamos que la creatividad y las artes escénicas necesitan público para sobrevivir; ahora también sabemos que el púbico necesita creación y escena para seguir viviendo. Quiero pensar que, tras la pandemia, la cultura renacerá con fuerza y que Xirivella sabrá premiar a sus artistas con el apoyo que merecen. Ese sería, sin duda, un acto de justicia.»