Inma Castell, una castellonense todoterreno que relata en su libro solidario cómo lucha contra un cáncer de pulmón
Esta vinarocense que lleva cuatro años conviviendo con el ‘bicho’ presenta su ópera prima solidaria “El maratón de mi vida. Convivir con el cáncer es posible”
A Inma Castell la vida la cambió el 17 de mayo de 2019, festividad de Sant Pasqual. Esa fecha marcará un antes y un después para esta periodista, madre de un niño de tres años -en ese momento- y una enamorada del deporte.
Esta vinarocense explica que “lo que en principio apuntaba a una neumonía a la que había llegado tras unos cuatro meses de presuntos resfriados encadenados sin que mi entonces médico de cabecera se molestara ni siquiera en auscultarme se convirtió en algo alarmante. En ese momento no le pusieron ni ‘nombre’ ni ‘apellidos’. Nadie se atrevió a pronunciar la palabra cáncer pese a que todas las pruebas apuntaban hacia la misma dirección. El golpe llegó un mes más tarde”.
Cuatro años conviviendo con la enfermedad, ahora dormida, han servido a Inma Castell para valorar las pequeñas cosas de la vida y a pasar más tiempo con su familia.
Inma Castell presenta el 26 de octubre a las 19:45 horas en el Meneador Espai Cultural su ópera prima “El maratón de mi vida. Convivir con el cáncer es posible”.
En esta entrevista, Inma Castell explica cómo afrontó la enfermedad y su nueva vida que exprime al máximo.
Escuchar la palabra cáncer siempre da miedo, tanto para el enfermo como para su familia. ¿Qué fue lo primero que te pasó por la cabeza en aquel momento?
Lo primero que pensé es “esto no me puede estar pasando a mí, tengo un niño de 3 años y quiero verle crecer”. Después, vinieron los porqués en busca de una justificación que en estos cuatro años de carrera contra el cáncer no he conseguido descifrar. Supuestamente, el carcinoma escamoso en grado 4 (el mío) se suele diagnosticar a mayores de 60 años, fumadores y con unos condicionantes de salud determinados. Yo era una chica joven, de 38 años, corredora habitual, con una salud de hierro –mi madre dice que ni de pequeña me puse nunca enferma-, que nunca se había puesto un cigarrillo en la boca y que desde hacía 4 años no se había tomado ni un quinto por el embarazo y posterior periodo de lactancia.
¿Qué fue lo peor: afrontar la enfermedad o contarlo a tu familia más cercana?
Mi madre tenía en ese momento 93 años y había visto morir a mi padre víctima del Alzheimer. Puedes imaginar lo duro que fue contárselo. En el libro explico cómo y cuando se lo dije pero ya te avanzo que no fue nada sencillo y su reacción, inesperable. Con esto no digo que afrontar la enfermedad fuera fácil. Poner en marcha la cuenta atrás de tu vida no lo es, pero desde el primer segundo supe que tenía que batallar y lo iba a hacer por mi hijo, por mi familia y por mí.
¿Cómo afrontaste la enfermedad?
Lo hice de una manera bastante pragmática. Necesitaba tener mi vida en orden, asegurarme de que, si me iba, se lo dejaba todo preparado y organizado a mi marido, a mi hijo y a mi madre para que pudieran pasar el duelo con la confianza de que todo estaba en su sitio. Puede parecer una reacción fría pero a mí me tranquilizaba. Además, me lo planteé como un proceso largo en el que debía ponerme objetivos a corto plazo. Lograr cada uno de ellos se convertía en motivo de celebración. En mi casa siempre hemos sido de hacer fiestas por todo y en este caso no iba a ser diferente. Cada avance tenía y tiene su comida especial. También decidí vivir la vida como nunca lo había hecho, con calma y disfrutando de las pequeñas cosas: una mañana sin tos, un amanecer con mi marido y mi hijo al otro lado de la cama, ver anochecer, una comida en el chalet de mis tíos, un abrazo de mis amigas y mis amigos, un pañuelo nuevo para cubrir la calvicie…
La vida nos ofrece cada día grandes regalos que las prisas y los agobios nos impiden abrir y disfrutar. A mí el cáncer me dio el tiempo que nunca había tenido de consumir la vida a fuego lento, que es como salen los mejores platos.
¿Cómo se vive con cáncer?
El enfermo de cáncer, como cualquier ser humano, tiene sus momentos mejores y peores. Los primeros meses desde el diagnóstico del cáncer son de confusión y miedos. Una vez la situación se estabiliza y ves un poco de luz aprendes a convivir con ‘el bicho’. Yo incluso le hablaba y de vez en cuando aún lo hago. Es muy importante crearte una nueva rutina que ocupe tu tiempo y te mantenga el cerebro ocupado. Poco a poco aprendes a convivir con el cáncer, las revisiones y los miedos a la recaída. Eso sí, es un proceso muy muy lento en el que a mí me fue muy bien contar con la ayuda de mi psiconcóloga.
Periodista, profesora, madre, esposa, hija, amiga… ¿cómo cambió tu vida en ese momento?
Cambió totalmente. Llevaba una vida de locos. En lo laboral, combinaba mi trabajo en el Periódico Mediterráneo de Castellón como jefa de la sección de Comarcas, en mi opinión, la columna vertebral del diario; con la participación en las tertulias de un par de programas de À Punt, lo que me obligaban a bajar a Valencia al menos dos días a la semana. En lo personal, apuraba las horas para estar con mi hijo y mi marido, además de ayudar a mi madre en todo lo que necesitara. Con la llegada del cáncer todo eso se paró y aprendí a vivir de una manera más pausada, a poner mi salud y mi familia por encima de todas las cosas y a decir hasta aquí puedo llegar.
La enfermedad te ha pillado con un hijo pequeño, ¿cómo ha llevado él tu enfermedad y cómo has llevado las tareas de ser madre y la crianza durante este tiempo?
Tengo la gran suerte de ser la mamá de Guillem, un niño muy espabilado que siempre me lo ha puesto todo muy fácil. En el libro cuento algunas anécdotas que creo que retratan muy bien como, con tres años acabados de cumplir, asumió la enfermedad y fue el motor de mi recuperación. Ser madre y estar enferma de un cáncer, en principio, terminal es una pesadilla pero también supone contar con una motivación extraordinaria para seguir corriendo.
Comentas que tu cáncer de pulmón era, “en principio, terminal”. ¿Cómo te encuentras ahora?
Estoy en fase de seguimiento, siempre pendiente de las pruebas y de que el cáncer siga dormido. Sin embargo, puedo decir que he aprendido a convivir con él y con sus secuelas y a mantenerlo silenciado para que mi mente esté lo más saludable posible. Tengo la suerte de que estoy muy vigilada y controlada, algo que debo agradecer al personal del Hospital Provincial de Castellón. Tenemos un gran centro sanitario y unos profesionales maravillosos a los que deberíamos cuidar un poquito o, mejor dicho, un ‘muchito’ más.
El próximo 26 de octubre presentas tu ópera prima ‘El maratón de mi vida. Convivir con el cáncer es posible’. Sin hacer spoiler, ¿qué podemos encontrar en este libro?
Me gusta decir que es un libro-guía en el que, a partir de la percha de mi experiencia personal respondo a algunas de las preguntas que nos hacemos muchos de los enfermos de cáncer, familiares y amigos y que no siempre nos atrevemos a realizar a nuestro oncólogo u oncóloga.
También hablas de sexo y deporte, y de sus beneficios para los enfermos de cáncer. ¿En qué te han ayudado?
Yo ya corría antes del cáncer de pulmón y desde que me dieron el diagnóstico traté de asumir que no volvería a hacerlo nunca más. Romper esta barrera me aportó, al igual que poder mantener relaciones sexuales, una dosis de autoestima enorme. Además, ambas ayudan al cerebro a generar oxitocina y estimulan la creación de neuronas y ayudan a dormir mejor, entre otros.
¿Por qué te planteas escribir este libro?
Hay varios motivos que me llevan a escribirlo: romper algunos de los múltiples tabúes que hay sobre el cáncer; ayudar a enfermos, familiares y amigos a afrontar la enfermedad; responder preguntas que se hacen los afectados reiteradamente y que no se atreven a formularle a su oncólogo u oncóloga y colaborar con la investigación del cáncer de pulmón, uno de los que tiene un mayor índice de mortalidad y que es el que yo padezco.
¿Qué consejo le darías a una persona a la que le detectan cáncer?
Que no dé nada por supuesto. La palabra cáncer no siempre significa muerte y los índices de recuperación son cada vez mayores. La enfermedad se debe afrontar con la mente clara y fuerte y, antes de caer al fondo del pozo, pedir ayuda del servicio de psiconcología del hospital. A mí me ayudó muchísimo a estar donde estoy en este momento. Y no quiero acabar sin hablar de los peligros de internet y las redes sociales. No debes fiarte de nadie que te prometa imposibles, solo tu oncólogo u oncóloga saben qué es lo mejor para tí. Olvídate de los productos y las dietas milagro que nunca llevan a un buen final.