Sorpresa en Valencia: Un grupo de migrantes 'salta' la valla de la falla municipal
Este es el mensaje que ha querido dar el artista urbano Escif con el diseño del monumento
Sorpresa entre los asistentes este viernes, 15 de marzo, a la mascletà de Vulcano en la plaza del Ayuntamiento de Valencia al descubrir uno de los 'ninots' de la falla municipal.
Y es que, con la plantà del monumento fallero han ido apareciendo diferentes figuras por la plaza y la de este viernes ha sido la de un grupo de migrantes subsaharianos saltando la valla de las mascletaes. Toda una declaración de intenciones para denunciar las consecuencias de las guerras que no ha dejado indiferente a nadie.
Quien está detrás de la idea es el artista urbano Escif, quien ya ha ideado otras famosas fallas como la del gato negro que se paseó por toda la ciudad antes de recalar en la calle Corona o la de Sorolla, en homenaje al pintor en su centenario, que permitía ver la ciudad literalmente desde sus ojos en la plaza de la Reina.
Dos palomas blancas, símbolo de la paz, son el símbolo más grande que se ha podido contemplar estos días en la Plaza del Ayuntamiento de València, por una rama de olivo, de nuevo otro símbolo de la paz.
Y es que la Falla Municipal de València para este 2024, quiere hacer reflexionar a la ciudadanía sobre las dualidades en los conflictos bélicos. La obra monumental, diseñada por el artista valenciano Escif y materializada por el artista fallero Pere Baenas, puede verse hasta el próximo día 19 de marzo en la Plaza del Ayuntamiento, momento en que las llamas darán paso a un nuevo ciclo en la tradicional Cremà.
‘Dos palomas, una rama de olivo' es una falla sostenible, arriesgada y simbólica que trata conceptos universales que llega en un momento marcado por las guerras de Ucrania y Gaza. Una propuesta que, además, nos hace preguntarnos qué es el equilibrio, si existe “la pobreza en oposición a la riqueza, la victoria en oposición a la derrota, la fuerza en oposición a la debilidad, y nosotros en oposición a los otros”, como destaca su artista. Pero, sobre todo, es una falla llena de esperanza, un llamado a la paz tan necesario en los tiempos convulsos que vivimos en estos momentos.
Por un lado, vemos una falla clásica que recupera algunos elementos ornamentales como las estructuras laterales de soporte, la monumentalidad de las figuras principales o el folclore. Pero también es una falla vanguardista que, no sólo propone un lenguaje visual que rompe con todo aquello que se ha visto anteriormente, sino porque es un modelo de falla completamente responsable y sostenible con el medio ambiente, que marca un camino dentro del mundo de las fallas. Para el año 2024, año en el que València ostenta el título de Capital Verde Europea, esta obra también visibiliza la relevancia de las aves como compañeras de ciudad, decisivas para el equilibrio ecosistémico y la buena salud urbana.
Una falla 100% sostenible
A propósito de los materiales de construcción, bajo el compromiso de realizar una falla 100% sostenible en toda su trazabilidad, se han utilizado madera de pino y chopo, para la estructura, las torres y el armazón, para los volúmenes y las escenas se ha empleado NEOPS, el conocido como el corcho verde, que no tiene ningún derivado del petróleo ni en su composición ni en su fabricación. Por último, para la pintura y los barnices se ha utilizado la pintura de la marca italiana Renner. Pionera en su sector tanto en su composición como en su fabricación, ya que se fábrica con energías 100% renovables.
El reto de montaje
La pieza central tiene una altura de 21 metros y ha supuesto todo un reto de traslado desde el taller de Baenas, situado en Gandía hasta el centro de la ciudad de València.
Acompañando a la figura principal de las palomas hay una serie de escenas con mensajes poéticos que reivindican la ironía y la sátira como parte fundamental del lenguaje universal de las fallas. En ellas se tratan diferentes temas bajo el marco de acercamiento dual presentado por la figura principal.
Desde una reina de Prusia vestida de guerrillera, un pequeño guiño a la dualidad entre poder y contrapoder, o un pato salvaje junto a un gran pato de goma, enfrentando ficción y realidad. La ley de la gravedad, una manzana gigante, en inglés apple, le cayó a un chico que andaba distraído con su móvil: el progreso aplastado por una ley científica. También encontramos a un muñeco de corcho que nos remite al gran fantasma de la mítica película de los Cazafantasmas, parece simpático, pero es el malvado monstruo de la pantalla final, quizás quemarlo nos invite a pensar en nuevos materiales más sostenibles para construir las fallas.
Por último, destacar que el artista decidió rescatar una escena de la pasada falla de La Meditadora que nunca llegó a plantarse en condiciones debido a la COVID-19 y que, con una gran carga simbólica, muestra al grupo de migrantes saltando la valla, esta vez en lugar de la de un campo de golf es la valla que protege del espectáculo de pólvora o mascletá.
Y con esta manera constante de abordar las dualidades y los equilibrios es donde Escif nos invita a mirar de otra manera, y a no olvidar el presente. Porque, independientemente de su tamaño o de la universalidad, y a pesar de que esta obra correrá el mismo destino que el resto de monumentos, la falla 'Dos palomas, una rama de olivo' debería pensarse como un símbolo de la paz.