Las personas centenarias comparten más genes con los jóvenes que con los octogenarios
Una investigación liderada por el catedrático José Viña avanza en la determinación de la expresión génica de de longevidad
Los resultados, publicados en la revista Nature Scientific Reports, muestran que los centenarios tienen menos estrés oxidativo que los octogenarios
Un estudio liderado por el profesor José Viña, catedrático de Fisiología de la Facultat de Medicina i Odontologia de la Universitat de València y coordinador de la línea de Investigación de Metabolismo y Daño Orgánico del Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA, revela que personas centenarias comparten más genes con jóvenes menores de 30 años que con octogenarios. El estudio -cuyas conclusiones se han publicado recientemente en Nature Scientific Reports- se realizó durante tres años con una treintena de pacientes en colaboración con el doctor Juan Antonio Avellana del Hospital de la Ribera (Alzira) y muestra que las personas centenarias tienen más similitudes a nivel molecular con los jóvenes que con los ancianos.
Esta investigación se inició tras la observación de que muchas personas alcanzan los cien años en plena forma física y mental. Se ha estudiado tanto el estrés oxidativo como los niveles de un factor de crecimiento a nivel nervioso (BDNF), como también algunas características genéticas de personas de más de 100 años, en comparación con un grupo de personas de alrededor de 80 años y otro grupo de personas de unos 30 años. Los resultados han sido reveladores: las personas centenarias tienen menos estrés oxidativo que las octogenarias y, a su vez, éste es muy similar al de las personas jóvenes. Por otra parte, los niveles del factor de crecimiento neuronal son superiores en centenarios y jóvenes en relación con los octogenarios. Asimismo, la expresión de unas pequeñas moléculas reguladora de RNA, llamadas microRNAs, es muy similar en centenarios y en jóvenes, pero diferente a la de los octogenarios.
El estudio ha demostrado que los centenarios expresan cuatro microRNAs, coincidentes con los jóvenes estudiados y que están ausentes en los octogenarios. De esta forma, “podríamos estar ante una muestra de genes de longevidad extrema”, apunta Viña, quien investiga la regulación de genes de personas centenarias, como también la influencia de la alimentación y el ejercicio en los genes de la longevidad.
Los resultados del trabajo permiten abrir nuevos proyectos de investigación como, por ejemplo, el estudio genético de los octogenarios hijos de centenarios. Además, esta línea de trabajo puede contribuir a los avances en las conocidas como terapias génicas de longevidad que, en un futuro, podrán hacer posible un envejecimiento más saludable.