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“Es una pena que a menudo aprendamos lo que realmente es la vida, tras contemplar tanta muerte y destrucción”

“Es una pena que a menudo aprendamos lo que realmente es la vida, tras contemplar tanta muerte y destrucción”
  • El bombero y arquitecto por la UPV Rafael López nos explica su experiencia tras participar en las labores de rescate del terremoto de Turquía y Siria

  • Opina que la etapa de reconstrucción material y moral de las zonas afectadas, va a ser “incluso más dura”

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Nos vemos con Rafael López Moreno (Albacete, 1988) en un día gris, frío y plomizo. De los pocos que tiene el calendario valenciano. Una casualidad que, en cierto modo, nos ayuda a meternos en situación. Rafael nos comenta que así, “pero mucho más fríos” han sido los cuatro días que ha pasado en Adiyaman, al sureste de Turquía, colaborando con los medios de socorro, autoridades y ONGs en las labores de rescate y auxilio de las víctimas del terremoto que tuvo lugar en este país y en Siria, la madrugada del 6 de febrero. Cuatro días, y noches, retirando escombros y escrutando el silencio. Salvando vidas.

Rafael es bombero de la Unidad de Rescate en Emergencias y Catástrofes (UREC) del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia y, además, licenciado en Arquitectura por la Universitat Politècnica de València (UPV). Junto con otros 14 compañeros de la UREC acudió a la llamada de auxilio, solo un día después que tuviera lugar la calamidad, de consecuencias aún incalculables.

Un padre y una hija

El carrusel de emociones que pervive en su interior se mezcla con las imágenes que acuden reiteradamente a su mente. “Hay muchos momentos que se te quedan clavados, como los instantes de silencio absoluto para intentar escuchar alguna víctima atrapada. Instantes en los que parecía que se detuviera el tiempo”, comenta. Pero lo que más recuerda Rafael fue el rescate con éxito de un padre y su hija, en el que invirtieron seis horas. “No recuerdo sus nombres porque no es bueno empatizar en exceso en estas situaciones, pero nunca olvidaré sus rostros. Fue realmente emocionante”. 

Por desgracia, en el mismo rescate y mientras el equipo hacía la aproximación, localizaron el cuerpo sin vida de un niño. Se trataba del hijo que intentaba abandonar el edificio nada más iniciarse el temblor. “El padre nos decía que su hijo había logrado salir del edificio. Ese momento fue muy duro”.

13 millones de afectados

Rafael insiste en que la etapa que se abre ahora en la zona, con la reconstrucción material y moral va a ser muy complicada. “Se calcula que 13 millones de personas se han visto afectadas gravemente por el seísmo. Y esta cifra se circunscribe sólo a Turquía porque de Siria no se consigue recabar mucha información. Muchas de ellas lo han perdido todo y la capacidad de respuesta del gobierno turco va a ser limitada. Tras volcarse por completo en las labores de ayuda humanitaria, ahora la gente empieza a pensar en otras cosas, en lo que se le viene. Y no es nada bueno”.

Estrés post traumático

Todos ellos, los 15 bomberos, están en estos momentos en tratamiento psicológico para evitar el estrés post traumático. Aun así, “estoy convencido que todos hemos salido reforzados de la experiencia”, subraya Rafael. “Han pasado dos semanas desde que regresamos y ahora estoy siendo consciente de lo que he vivido. Cuando estábamos allí actuábamos como autómatas, empujados por la adrenalina y el espíritu de equipo. Ahora es difícil no preocuparte por el futuro de las personas que se han salvado, e incluso te planteas si podrías haber ayudado más”.

A pesar de ese sentimiento, Rafael está satisfecho por el trabajo que llevaron a cabo en una ciudad, Adiyaman, donde vivían unas 310.000 personas, que tendrá que “abandonarse por completo”. Su formación como arquitecto le permite augurar este panorama tan desolador, que radiografía de la siguiente manera: “Los pocos edificios que siguen en pie en esta ciudad no están en condiciones de resistir. El 90% de las construcciones son irrecuperables, por lo que la ciudad y la población superviviente deberán reubicarse en otro sitio, de manera definitiva”. Adiyaman no es ninguna excepción, ni un caso particular.

Ante este panorama, la solidaridad de la comunidad internacional y de la sociedad española debería mantenerse como hasta ahora, en su opinión. Tras reflexionar al respecto vemos el momento idóneo para lanzar la penúltima pregunta: “En caso de que mañana os pidieran volver a la zona…” Rafael no nos deja ni concluirla: “Volvería. Yo volvería. Aunque ahora la labor fuera otra, más dura incluso. Pero sí, volvería (pausa)”.

Es un buen final tras casi 25 minutos de entrevista, así que optamos por reprimir el último interrogante, aquel del poeta romano Juvenal: ¿Quién cuida a los que nos cuidan?

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