La Orquesta Filarmónica de la Universitat de València dedica el concierto de apertura al romanticismo alemán
Como todos los años, la Universitat de València inicia su curso académico con un concierto de apertura que este año tendrá lugar el día 18 de octubre, a las 20 horas, en la Sala Iturbi del Palau de la Música de València. La entrada es gratuita y las invitaciones se podrán recoger a partir de una hora antes del concierto en el Palau de la Música.
El concierto de este año estará dedicado al romanticismo alemán con un programa muy especial dónde el público asistente podrá escuchar obras representativas de tres figuras de este periodo que han marcado la historia de la música: Franz Schubert, Richard Wagner y Robert Schumann.
Hilari García, director de la Orquesta Filarmónica de la Universitat ofrecerá este concierto de 90 minutos de duración aproximada en el que participarán 80 músicos universitarios. Además del atractivo que supone los autores elegidos el programa incorpora otras: será la primera vez que los músicos universitarios interpreten una sinfonía de Schumann, porque ya lo habían hecho de otros compositores, como por ejemplo Mozart, Beethoven o Brahms, pero no de esta figura capital del romanticismo y de la historia de la música.
El concierto empezará con una muestra de la colaboración entre música y literatura: Rosamunda, D 644 de Franz Schubert (1797-1828). El drama romántico Rosamunda, princesa de Chipre, con música de Schubert y texto de la escritora Helmina Von Chézy (1783-1856), autora también del libreto de la ópera Euryanthe de Weber, fue estrenado el 20 de diciembre de 1823 en Viena en el histórico “Theater an der Wien”. Schubert dispuso de pocas semanas para componer la música incidental de este drama (tres corazones, tres entreactos, una canción, dos piezas de música de ballet), con lo que hubo que aprovechar una apertura ya escrita y que entonces restaba inédita.
Mientras Franz Schubert encarna el primer romanticismo, Richard Wagner (1813-1883) representa el romanticismo tardío que abre las puertas a nuevas vías de expresión. Además, en su persona encontramos la fusión de todas las artes, cosa que perseguía con vehemencia. Se puede decir que personifica el ideal del artista en busca del arte total a través de sus óperas, por las que es conocido en cualquier parte del mundo. Aun así, Wagner también dedicó una parte de su producción, la más reducida y quizás la menos conocida, a la música no operística con la composición, entre otras, de varias aperturas, y la que es posiblemente su obra sinfónica más interpretada: El idilio de Sigfrid que es la segunda pieza de este concierto de apertura. Un ejemplo más de conexión entre música y literatura, dado que esta composición de cuarto es música programática y está considerada un poema sinfónico. Wagner empezó a componer El idilio de Sigfrid en el otoño de 1870, pensado como un presente de amor a su esposa Cosima. Finalizó el manuscrito original el 4 de diciembre y acabó de copiar los materiales el mismo día. En esta música casi impresionista, Wagner combina la melodía de una canción de cuna con motivos de la ópera Sigfried, la tercera de las cuatro óperas que integran Los anillos del Nibelungo.
La última pieza del programa es la de Robert Schumann (1810-1856). Si mientras Schubert y Wagner representaban los dos extremos del romanticismo, el inicial y el tardío, la música de Schumann es el paradigma de la plenitud romántica y su cuarta sinfonía constituye la cumbre de su producción sinfónica.
La Sinfonía núm. 4, op. 120, en re menor va más allá en la búsqueda y la consecución de la unidad sinfónica. Un obra innovadora con la cual Schumann buscó una continuidad desde el punto de vista motívico y temático, y que supone la primera aproximación a una sinfonía de Schumann para la Orquesta Filarmónica de la Universitat, todo un reto para el inicio de curso.