Una misionera busca ayuda en Valencia para ampliar una leprosería en Camerún
Gracias a Manos Unidas y otros benefactores
La religiosa carmelita descalza Pascale Nicolas ha estado en Valencia para ampliar y renovar una leprosería en Camerún gracias a Manos Unidas Valencia y a otros benefactores.
Según ha explicado la propia misionera, que es de nacionalidad belga, la leprosería fue creada en 1954 como tal, "sólo para enfermos de lepra, pero pronto, poco a poco empezaron a atender otras dolencias, gente muy pobre que pedía ayuda por heridas graves". El centro fue creciendo porque había mujeres que sufrían lepra que acudían con sus maridos, empezaron a tener hijos y se abrió una maternidad. Luego surgió la necesidad de crear una escuela ya que las familias crecían.
Poco a poco la leprosería se convirtió en un lugar para atención sanitaria general para los más pobres y excluidos del sistema de salud. “Tenemos tres tipos de enfermos graves, de lepra que ahora son pocos, por heridas crónicas o agudas y por tuberculosis multi resistente”, ha explicado la misionera.
Para casos graves la leprosería tiene reputación de ser el centro de la “última suerte ya que algunos hospitales, antes de amputar, nos mandan a los enfermos y en muchos casos los podemos recuperar y evitar que pierdan el miembro”. “Pero cuando ha sido inevitable, esa operación no la hacemos nosotros, las hermanas nos planteamos cómo ayudar a todas esas personas a recuperar su autonomía mediante prótesis, y que puedan mejorar su calidad de vida”, ha destacado.
Respecto a las prótesis Pascale Nicolas ha indicado que “empezamos a hacerlas con ayuda de algunos benefactores, pero salían muy caras y eran de mala calidad”. “Por debajo de la rodilla costaban unos 750 euros, por encima unos 1.300 euros, y se rompían enseguida y era una pena ver la frustración de las personas que se volvían a quedar igual”, ha asegurado. Por eso, se pensó en construir un centro de prótesis en un terreno que pertenece a la congregación de las Carmelitas misioneras en el barrio de Banga Bakoko, a unos 4 kilómetros de la leprosería.
Se prevé de cara al futuro que sea un centro polivalente y atienda salud en general, a la vista del crecimiento del barrio en el que está, sin estructuras sanitarias. Este proyecto contará con la colaboración de Manos Unidas Valencia.
Vinculación con Valencia
La vinculación de la misionera con Valencia llegó gracias a un voluntario de Manos Unidas que a través de su hija que trabaja en una fundación se puso en contacto con ingenieros y técnicos de Madrid, Bilbao y Valencia. Todos ellos querían colaborar pero finalmente quien más se ha implicado es Manuel Martínez, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) que ha prestado todo su apoyo de manera altruista.
El proyecto de hacer prótesis en 3D se está llevando a cabo con el asesoramiento de la UPV en material, coste, formación. Además, pidieron apoyo a Fondos Religiosos para la Salud, que han dotado de los medios para confeccionar de forma autónoma las prótesis.
Por otra parte, Manos Unidas está construyendo el edificio que albergará el centro de prótesis y la ONG de las Carmelitas Misioneras financia el transporte de material. “Aún nos falta un generador eléctrico, porque poner paneles solares costaría muchísimo dinero”, ha explicado. Por ello la religiosa está buscando ayuda para financiar el generador en Valencia y también por toda España y también en otros países como Bélgica y Luxemburgo.
“Con este nuevo proyecto esperamos poner unas 100 prótesis al año ya que hacen falta unas 100 horas de trabajo para cada una y hay mucha demanda porque las personas no tienen recursos ni hay centros”, ha indicado.
Pascale Nicolas sintió la llamada para ser misionera muy joven. A los 15 años tenía claro que su destino estaba en África y a los 17 años llegó al Congo para un proyecto de una biblioteca junto a un grupo de amigos scouts y del movimiento cristiano. Conoció a las Carmelitas Misioneras, una congregación española a la que decidió unirse. Es la primera carmelita misionera de nacionalidad belga.
Su primera intención fue estudiar derecho internacional para luchar contra las leyes injustas pero durante su viaje a Congo asistió a un parto muy complicado, en el que acompañó a la joven madre, experiencia que la decidió por entregarse a las hermanas de la salud y se hizo enfermera.
La misionera también ha estado en otros proyectos en diversos países africanos como el Congo, Kenia o Costa de Marfil.