Mario reclama su hora de gloria en el Teatro Flumen

Quizás el nombre de Mario Díez Collado le diga poco, o nada, al lector. Sin embargo, se trata de una celebridad oculta.

Durante más de 50 años hemos podido conocer las interioridades de su relación conyugal, sus manías y peculiaridades, y también algunos de sus deslices y veleidades. Su vida ha sido narrada en novela, llevada al teatro y representada desde hace décadas a través de la mirada de Menchu, su santa esposa. En efecto, se trata del Mario de Miguel Delibes; el de Cinco horas con Mario.

Pero, ahora, debemos preguntarnos: A Mario… ¿quién le pidió permiso para airear sus intimidades y sus secretos por los escenarios y las librerías de toda España, sin darle, al menos, la oportunidad de aportar su punto de vista? Tras la reciente promulgación de la Ley de Protección de Datos, y atendiendo al Derecho al Honor de todo ciudadano, sea real, o literario, se considera de justicia plena el conceder, al menos, una hora a Mario. Una hora en la cual salga del olvido e invada los teatros con humor, con canciones, con sus razones, que también las tiene. Mientras que su viuda tuvo nada menos que cinco, él solo pide una hora para manifestar que, si bien la fama procede de su muerte, su vida también tuvo su aquél, y es un aquél mucho más complejo de lo que nos ha llegado a través de la voz y los recuerdos de la plañidera Menchu.

La hora de Mario, creada y protagonizada por el televisivo “showman” aragonés Javier Segarra, es una propuesta absolutamente innovadora, sorprendente y creativa, que respeta la fuente literaria original, y su contexto histórico y social, pero que lo enriquece con un toque sarcástico, desenfadado y musical. Un espectáculo que lleva tiempo triunfando por todo el territorio nacional y que, ahora, llega por primera vez a Valencia para resucitar, en el escenario del Teatro Flumen, a un mito de la literatura española. Un mito tan célebre como desconocido.

El viernes 4 de junio, a las 20.30h, será “la hora de Mario”. Una hora para disfrutar, para recordar y, también, para reírnos de nuestro entorno… y de nosotros mismos.