L'Albufera: el paraíso perdido de los flamencos
Durante estos días de pandemia, durante los cuales muchas personas buscan la tranquilidad en los parques naturales, las que visitan el Parc Natural de l’Albufera de València están pudiendo comprobar que la realidad dista mucho de sus expectativas. Les ocurre lo mismo a los cientos de flamencos que vuelan despavoridos ante los disparos de los cazadores estos días de caza. Estas aves buscan alimento, descanso y tranquilidad en nuestros humedales, pero la realidad que encuentran es muy diferente.
Esta es la denuncia que realiza la Societat Valenciana d’Ornitologia que cuestiona el trato de favor que recibe la actividad cinegética en relación al resto de usos públicos del parque. La gestión del parque natural parece que esté dirigida exclusivamente a satisfacer los intereses de las personas cazadoras. Sin embargo, recuerdan desde la entidad, el área metropolitana de València cuenta con 1’5 millones de habitantes, en muchas ocasiones con intereses totalmente distintos.
El turismo ornitológico: una opción de futuro
La SVO también se pregunta por qué una administración que debe velar por la conservación de la naturaleza no invierte más medios en potenciar el turismo ornitológico y natural en sus diversas vertientes, lo que conllevaría sustanciales beneficios económicos a todo el entorno del parque natural, explotando de forma sostenible la observación de aves en lugar de potenciar su muerte.
L’Albufera tiene un potencial natural sobresaliente, y sería un referente internacional en la observación de aves, según la SVO. En esta línea de turismo de calidad basado en la observación ornitológica está trabajando la Asociación de Guías de Birding de la Comunitat Valenciana. Estas empresas atienden una gran y creciente demanda de naturalistas nacionales y del resto el mundo, que valoran en gran manera esta joya natural.
Mucho disparo para tan poco humedal
De los 40 humedales donde Conselleria censa sus aves acuáticas, existen cotos de caza en 24 de ellos. Es decir, en el 60% de los humedales con importancia por sus poblaciones de aves, está permitido darles muerte. De estos, destacan por su número y superficie los cotos presentes en los Parques Naturales de L’Albufera de València, P.N. de les Salines de Santa Pola, y el P.N. del Fondo d’Elx, precisamente las 3 zonas húmedas más valiosas para las aves acuáticas en la Comunitat Valenciana.
“Hay cotos en los que, algunos años, según datos de la propia Conselleria, la presión de caza es superior a los 100 patos por hectárea y temporada, lo cual suponen cifras insostenibles desde todo punto de vista”, apuntan desde la SVO. Además, según comentan, las aves que se cazan en la Comunitat Valenciana no deberían ser patrimonio exclusivo de las personas cazadoras valencianas. “Muchas especies crían en otros países como Alemania, Holanda o Suecia y vienen a nuestros humedales a pasar el invierno, por lo que son patrimonio de toda la ciudadanía europea”.
La actividad cinegética y los límites en los que debería practicarse es un tema recurrente en los últimos tiempos. Recientemente, el Tribunal Supremo ha puesto fin a las autorizaciones de caza en cotos que no cuentan con un estudio de viabilidad de sus poblaciones de especies cinegéticas. Mientras tanto el Consell ha reconocido no disponer de medios suficientes para hacer cumplir la ley en materia de caza.
Gestión basada en datos imprecisos
Según indica esta entidad conservacionista dedicada a la protección de las aves valencianas desde hace más de 25 años, la administración autonómica no realiza correctamente el recuento de ejemplares abatidos en las temporadas de caza. Existe un método directo, el control en la salida de los lugares de caza o tancats, donde sería sencillo conocer cuántas aves se cazan y de qué especies. Sin embargo, en la actualidad la administración no lleva a cabo este seguimiento, en una clara dejadez de su función de control de la caza en este espacio de alto valor ecológico, de modo que nadie conoce lo que ocurre en el interior de los tancats.
La SVO también apunta a la administración autonómica por no ejercer su papel de control de la actividad cinegética, “permitiendo cupos de caza desorbitados y sin ningún tipo de estudio propio que los avale, y que sean los propios cazadores los que informen a Conselleria de las aves que matan, sin ningún tipo de control o verificación por parte de la administración. El resultado es que perdemos biodiversidad. Mientras otras regiones invierten en conservar su patrimonio natural, nosotros lo matamos”, concluyen.