Joan Ribó, ingeniero, maestro, sindicalista, comunista y ecologista en el cap i casal
Sus retos: evitar pisar charcos identitarios, respetar las fiestas y el fútbol
El alcalde deberá controlar el ala dura de Compromís para no radicalizarse.
Gobierna en minoría
Joan Ribó (Manresa, 1947), antiguo comunista, sindicalista de CCOO y maestro. Sabe que el método es esencial. Lo aplicó para hacerle un jaque mate político a una imbatible Rita Barberá durante seis citas electorales consecutivas. Revolucionó la forma de hacer oposición en el cap i casal con su acta desde 2011. Siempre se había discutido sobre Política, nunca sobre personas.
El PSPV y EU siempre habían empleado fórmulas genéricas sobre la gestión municipal hasta que un Ribó entrenado en les Corts, donde el tono se eleva con más intensidad, y repescado de la tarea docente, se enfrentó de manera frontal a la hasta este sábado alcaldesa de Valencia. Los coches oficiales, el turismo de Rita aparcado en las dependencias municipales durante dos décadas, los escoltas o los gastos en viajes y comidas desquiciaron a Rita.
Ribó intensificó el método durante la campaña: la veterana política popular entró al trapo de las algaradas organizadas en los mercados lo que, según el PP, pudo costarles los 3.000 votos que les separaron finalmente del concejal número 11 y del hipotético pacto con Ciudadanos que habría valido una alcaldía.
De opositor a gobernante, volverá a tirar de método. Consciente del enfado ciudadano que ha roto los esquemas de los partidos tradicionales, evitará conflictos a toda costa. Profesional de la Política, ha interiorizado que su éxito dependerá del control que imprima sobre la parte más radical de su partido, Compromís per València.
Su instantánea con una senyera a sus espaldas saliendo del Ayuntamiento de Valencia tras su investidura puede ser una declaración de intenciones. Lo demostró durante la negociación de la reforma del Estatut d’Autonomia.
No suscribió el pacto de Benissanó con PP y PSPV. No lo hizo por divergencias sobre las señas de identidad sino por los apartados relativos a la financiación y al mínimo legal para acceder a un escaño de les Corts, situado en el 5% frente al 3% que siempre defendió desde EU, partido del que fue expulsado en 2008.
Un año antes, había anunciado que se retiraba de la primera línea política pero unos meses después, acompañó a Isaura Navarro, candidata de Compromís, a las Generales. Posicionarse con otro partido en plena campaña electoral provocó su baja automática de EU.
Sabe que debe primar lo institucional sobre lo partidista, manteniendo el tejido festivo y asociativo de Valencia. Su programa desarrolla pormenorizadamente las fiestas del Corpus, de la Virgen, de la Semana Santa Marinera, de San Juan y, por encima de todo, de las Fallas.
Aunque pueda parecer paradójico, sus adversarios le reconocen su capacidad para haber atraído el voto del ámbito fallero, que se ha trabajado como una hormiguita durante sus cuatro años como concejal de Valencia. En los charcos de otra vaca sagrada, el fútbol, tampoco le encontrarán.
En la oposición, no se ha pronunciado sobre el Nuevo Mestalla de la avenida de les Corts Valencianes y se abstuvo en la recalificación del estadio del Levante U.D. en Orriols.
Llega al cap i casal con una máxima: no asustar. Y sumar apoyos, incluso, de la bancada popular y Ciudadanos, porque está convencido que València en Comú, la marca con la que ha concurrido Podemos en Valencia, ha permitido su investidura pero, como partido asambleario que es, le puede dar algún disgusto.
Los 9 concejales de Ribó, incluso con los 5 del PSPV, no alcanzan la mayoría (17) por lo que no descarta tener que echar mano de formaciones del centro derecha para gobernar de forma puntual. Cuenta hasta 10 si necesita desatascar una negociación.
Ingeniero agrónomo, vecino de Patraix, deportista de bicicleta y de montaña, cultivador en su propio huerto y lector apasionado de ensayos técnicos, vinculados a su formación académica.
No destaca por su gran capacidad de trabajo. Sin embargo, sabe aprovechar el de los demás. Precisamente ése puede ser uno de sus grandes defectos: delegar en exceso para no asumir responsabilidades.
Obstinado y, como su antecesora, con prontos, adolece, dicen sus contrincantes, de humildad. Seguramente porque ha cuajado, siempre desde la oposición, una carrera política redonda.
Ahora, por primera vez en el centro del ruedo, tendrá que potenciar la política de gestos y conectar con los vecinos, para evitar radicalizarse si se cree en posesión de la verdad. Correcto y espabilado, Ribó, catalán, afronta desde hoy el reto del cap i casal.