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El historiador Vicente Cárcel resalta la influencia de cistercienses, dominicos y mercedarios en la recuperación de las raíces cristianas de Valencia

  • Ante el 9 de Octubre, Día de la Comunitat Valenciana

El sacerdote e historiador valenciano Vicente Cárcel Ortí ha resaltado la influencia que tuvieron las órdenes religiosas de los cistercienses, dominicos y mercedarios en la recuperación de las raíces cristianas de Valencia, tras la reconquista por el rey Jaime I en 1238.

Ante la celebración mañana, miércoles, del 9 de Octubre, Día de la Comunitat Valenciana, Cárcel ha recordado que ya en la primera misa celebrada ante el rey Jaime I ese mismo día de 1238 en la mezquita principal Valencia -levantada a su vez sobre la antigua catedral visigoda- estuvo presente San Bernardo Calvó, monje cisterciense de Santes Creus desde 1214 y de cuyo monasterio llegó a ser abad.

Ese mismo año este monje “se enroló en la cruzada del rey Jaime junto con su séquito y contribuyó materialmente a los cercos de Burriana y Valencia”, según afirma Cárcel Ortí. Precisamente, en 1242 “volvió a viajar a Valencia y colaboró en la promulgación de los fueros”.

Asimismo, “en la naciente comunidad cristiana de la Valencia reconquistada influyeron también el mercedario San Pedro Nolasco y el dominico San Raimundo de Peñafort”. Este último santo fue penitenciario de los papas en la diócesis de Valencia para implantar la reforma inocenciana.

Según Vicente Cárcel, Jaime I demostró “gran interés por el templo mozárabe de san Vicente Mártir, llamado de la Roqueta”.

Ferrer de Pallarés, el primer obispo tras la reconquista

Para atender a las necesidades espirituales de la Valencia cristiana, el mismo rey don Jaime buscó un obispo de confianza y a la vez capaz de organizar pastoralmente la renacida iglesia.

Así, en 1238 fue propuesto como primer obispo el dominico confesor del monarca, fray Berenguer de Castellbisbal, pero no llegó a ser confirmado por el Papa y, por consiguiente, no puede ser considerado obispo legítimo de Valencia.

El primero de la nueva serie episcopal fue el prepósito de Tarragona, Ferrer de Pallarés, que estuvo al frente de la diócesis menos de tres años, desde el 22 de junio de 1240 hasta su muerte. Siendo todavía electo, firmó el 23 de junio de 1240 la nueva ordenación de la iglesia valentina.

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