El Ejército de Diamante: Dos estudiantes idearon la iniciativa UPV que ha destrozado el falso mito de la ‘generación de cristal’
El grupo de whatsapp creado inicialmente en un coche de camino a una de las zonas más afectadas por la DANA se ha convertido, hoy, en una plataforma organizada de misiones de ayuda con el apoyo comprometido de numerosos miembros de la comunidad UPV
“Se ha demostrado que tenemos mucho que aportar. Nunca me he sentido tan valorado en la vida. Ha sido un honor”, explica Marcos Dávalos, estudiante de la ETSII y generador, junto a Ricardo Mollà, del movimiento
Marcos Dávalos Guaita (24 años, estudiante del Máster en Ingeniería Industrial de la Universitat Politècnica de València) acaba de terminar un examen online -consecuencia de la suspensión a mediodía de toda actividad académica presencial-, cuando empieza a recibir vídeos de inundaciones, tornados, gente atrapada…
Lejos de permanecer paralizado por el impacto, de dudar, de esperar a que todo acabase pronto, Marcos decide actuar. “Lo primero que se me pasó por la cabeza fue ‘Estoy al lado’, de algún modo tengo que poder ayudar. ¿Cómo podría hacerlo…? Y entonces me vino a la mente Ricardo, porque sé que lidera una asociación de voluntarios, y le llamé”.
A escasos metros de distancia, en la misma Plaza Alfredo Candel donde ambos viven, Ricardo Mollà Martínez (22 años, alumno de 3º del Grado de Administración y Dirección de Empresas de la UPV), oye sonar el teléfono. “Estaba en plena vorágine de vídeos, redes sociales, correos de cancelación... y recibo la llamada de Marcos, diciéndome ‘Tenemos que hacer algo, no sé qué, pero algo’. No lo pensamos demasiado. A primera hora de la mañana, acabamos con escobas y recogedores de nuestros pisos, con lo puesto, camino a la Parroquia de La Torre en el coche de Marcos, que conoce al párroco y sabía que necesitaba ayuda. Todo era un auténtico caos, porque no sabíamos si teníamos un examen, qué estaba pasando exactamente, pero cogimos lo que pudimos y salimos hacia la primera llamada de ayuda que recibimos…”.
En aquel coche, explica Ricardo, “para poder estar comunicados entre los cinco que viajábamos” -junto a Marcos y a él, Gabriela Ribes (directora del Departamento de Organización de Empresas UPV, donde Ricardo trabaja en prácticas), ‘Chus’ Herráez (estudiante del Grado de Biotecnología UPV) y Marta Jimeno Luján (alumna del Máster en Ingeniería Industrial)- “decidimos crear un grupo de whatsapp”… germen del que hoy integra un auténtico ejército de 1.600 voluntarios.
El caos de Paiporta: “Aquí no estamos ayudando”
Tras la intervención del miércoles en la parroquia de La Torre (donde se les unieron varias decenas de personas), “fuimos el jueves a Paiporta” -recuerda Marcos-, “donde nos encontramos tal descontrol de voluntarios que empezamos a pensar ‘Aquí no estamos ayudando, estamos estorbando’, y decidimos reorientar la ayuda. ‘Vamos a organizar grupos de voluntarios justo donde se necesita’, pensamos”.
“Si Conchi necesita 5 voluntarios en la avenida Blasco Ibáñez de Picanya, ahí vamos. Y lo empezamos a mover con amigos, conocidos… Al principio éramos 4 locos”, añade, “pero se fue uniendo gente. Al equipo inicial -integrado también por Celia Rosell Quintanilla y Miriam Machín (redes sociales)-, pronto se sumó la ayuda de Javier Morales Redondo y Sara Sánchez Malo, del equipo de rugby, quienes nos consiguieron los primeros pases para llevar material sanitario a Alfafar, y la ayuda fue creciendo a través de sus empresas (Greenmoil Asesores, Aravon Medical, Happyx Multiservicios…)”.
De los grupos múltiples de whatsapp a la integración en uno con subgrupos de misiones
“A mí se me da bien conseguir recursos”, explica Ricardo, “y a Marcos, voluntarios. Y así empezamos a organizarnos casi bien sin saber cómo, pero la gente iba pasando nuestro teléfono, y decidimos estructurarlo por grupos de whatsapp: uno de gente que quiere ayudar no presencialmente, otro de coches, otro de gente que necesitaba coches… No sabíamos muy bien lo que estábamos haciendo, pero funcionaba”.
“El primer día”, recuerda, “llegamos sobre las siete de la tarde, y como muchos supermercados estaban cerrados y varios no teníamos comida en casa, nos juntamos todos en una casa a cenar y a tomar una cerveza. A partir de ahí, se convirtió en costumbre para preparar cada día siguiente”.
“Llegado el lunes”, prosigue Ricardo, “nos encontramos con el apoyo de la UPV de pleno, de la mano de Amparo Quilis, con quien nos había puesto en contacto Constanza Rubio, de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural. Entonces, integramos los grupos de whatsapp que teníamos en una comunidad, los ordenamos y empezamos a funcionar como lo hacemos ahora”.
“Misiones concretas para gente con cara, nombre y apellido”, explica Marcos. “Creamos un equipo de coordinación, al que se bautizó como ‘Gabinete de crisis’ y empezamos a filtrar las necesidades. Publicábamos una misión, creando un subgrupo de whatsapp con un responsable de campo que organizaba las necesidades y la gente se iba apuntando. Una vez completado el trabajo, se cerraba la misión”.
“La UPV, además”, añade el estudiante del Máster en Ingeniería Industrial, “nos ayudó con el tema de los seguros, y todo miembro de la comunidad universitaria UPV firmaba uno para estar cubierto”.
La hora de ceder el testigo
Tras dos semanas de extraordinaria labor, “en las que”, insiste Marcos, “hemos contado con la ayuda de muchísima gente con una implicación brutal y sin la que no hubiéramos podido llegar a tantas personas, como ‘Las chicas del cable’ -Sara Gurrea, Lola Gil, Mónica Espí, Mª José Martínez de Pisón, Silvia Ballester, Águeda Climent, Belén Arrogante, Celia Busquets…-, el ‘Equipo del Rogle’ -integrado por Jose Pedro García Sabater, Julio Juan García Sabater, Aída Sáez Más, Arnau Igualde Sáez, Pilar Isabel Vidal Carreras y David Martínez Jiménez- o compañeros también de la UPV como Mar Adsuara, Víctor Ferrer, Ignacio García Saura, Antonio Salto o Manuel Tena, además de Luis de Mazarredo, profesor de la Escuela de Arquitectura de la UPV, que ha coordinado el trabajo de infinidad de voluntarios en el campo, llevaban 250 personas entre 5…”, llega el momento de ceder el testigo.
“Nos toca volver a clase, que tenemos estudios que completar”, señala. “Nuestro objetivo era llegar hasta donde pudiéramos, sin excedernos”. Y como añade Ricardo, “ahora, hace falta gente cualificada para revisar la situación de los edificios, hay que dejar a los profesionales”.
“Nosotros vamos a reorientar el proyecto. Recuperar las casas va a ser muy complicado, y yo no puedo reconstruirla, pero sí ayudar a recuperar hogares. Lo no urgente, que sigue siendo necesario, el acompañamiento de personas, la atención, el cariño… Al final, cuando estás allí, te das cuenta de que no son números, son personas. Continúan teniendo necesidades que podemos y debemos atender”.
Del mismo modo piensa Marcos: “Se ha notado el regreso a las clases. Hay menos voluntarios y, afortunadamente también, menos peticiones urgentes. Antes era ‘no puedo salir de casa’ o ‘tengo el sótano inundado’, ahora ya es despejar trasteros y otras cosas que no son emergencias, pero siguen debiendo ser atendidas. Por eso, nuestra idea es virar el proyecto hacia las necesidades que hay actualmente, dotar de recursos que se perdieron, electrodomésticos básicos, lámparas, bombillas, pintar paredes, eliminar marcas… Vamos a darle continuidad al proyecto, pero adaptándolo a las necesidades y a la situación actual”.
Voluntarios digitales UPV
“Ahora”, indica Marcos, “es el momento de las subvenciones, las ayudas, y aquí es donde entran los voluntarios digitales”. ¿Qué son los voluntarios digitales y de dónde surgen? Lo explica Belén Arrogante, coordinadora del proyecto y responsable de Alumni UPV.
“Somos un subgrupo nacido de Voluntarios UPV. Inicialmente, recogíamos un perfil de necesidades que llegaban al grupo de whatsapp, peticiones del Ayuntamiento de Turís, tramitación de ayudas con TRAGSA, fotos de edificios, obtención de referencias catastrales… y poco a poco hemos dado el paso a la creación de una web que proporciona un índice organizado y verificado con los principales recursos y ayudas disponibles para las personas afectadas por la DANA en la Comunidad Valenciana”.
Esta web, Voluntarios Digitales UPV, “incluye información sobre ayudas económicas, servicios sociales, asistencia en caso de daños a la vivienda, así como otras iniciativas locales y regionales”. Así mismo, prosigue Belén, “cuenta también con un enlace para sugerir que podamos incluir nueva información, que nosotros revisaremos y, en caso de ser pertinente, la agregaremos en un máximo de 24 horas”.
Junto a ella, integran el grupo de Voluntarios Digitales UPV Daniel Cuesta, estudiante de Doctorado en el instituto Ingenio (CSIC-UPV); Ana Galiano, PTGAS en la Oficina de Acción Internacional; Aida Gil Pérez, PTGAS en VRAIN-UPV; María Moncho, profesora del Departamento de Ingeniería Gráfica de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Geodésica, Cartográfica y Topográfica; y Bárbara Vega, colaboradora externa a la UPV, perteneciente al área de Diseño de Hello Watt.
¿Generación de cristal…?
En cualquier caso, y pese a que en esta avalancha de más de 1.600 voluntarios hay muchísima presencia de personal de servicios, docente e investigador de la UPV, e incluso de numerosas personas externas a la politécnica valenciana, si algo ha demostrado esta grave crisis humanitaria provocada por la DANA es que la calificación de toda una generación de jóvenes como ‘de cristal’ es un falso mito.
“Se ha visto que nuestra generación tiene mucho que aportar”, concluye satisfecho Marcos. “Hemos escrito cartas individuales a todo el mundo dándole las gracias, sobre todo, por confiar en nosotros, por poner recursos de la UPV en nuestras manos. Nunca me he sentido tan valorado en la vida. Ha sido un honor”.
No en vano, a la hora de la verdad, esta generación ha estado mucho más a la altura que los responsables institucionales y gubernamentales, ha demostrado liderazgo, templanza, capacidad de reacción y compromiso con la sociedad que le rodea.
En definitiva, ha demostrado ser un auténtico ejército que aúna conocimiento, habilidad organizativa y la humildad suficiente como para saber cómo y cuándo tanto ayudar como hacerse a un lado. Y lo han hecho no con la debilidad del cristal, sino con carácter, determinación, fuerza… y la dureza del diamante.