Capella de Ministrers lleva la música en tiempos de Ausiàs March al Festival de Música Antigua de Cáceres
El grupo valenciano interpretará mañana viernes el programa Fantasiant, un repertorio en torno al poeta valenciano con la música del siglo de oro de la antigua Corona de Aragón
El grupo valenciano Capella de Ministrers participará mañana vieres 26 de octubre en el Festival de Música Antigua de Cáceres con el programa Fantasiant, Música y poesía para Ausiàs March, un repertorio renacentista con la música de autores coetáneos al poeta valenciano que representan el siglo de oro de la antigua Corona de Aragón.
El concierto será interpretado por la soprano Carmen Bou e Ignasi Jordà (clave), bajo la dirección de Carles Magraner (viola) y tendrá lugar a las 20.30 horas en la Sala Capitol de la ciudad extremeña.
Ausiàs March fue, sin ninguna duda, el poeta más importante del siglo XV en la Corona de Aragón. Su obra ejerció una influencia notoria en los poetas que le sucedieron y en los grandes autores de la poesía castellana del renacimiento como Boscán o Garcilaso. Pero si la obra poética de March sigue estando bastante ignorada, todavía resulta menos conocida la música de quienes compartieron su tiempo.
La música en tiempos de Ausiàs March
En la corte aragonesa de Nápoles, en Valencia, Barcelona y en todas las ciudades del reino de Aragón, la música que sonó en los dos últimos tercios del siglo XV no pudo ser muy distinta entre sí, aunque desde 1443 y, al menos, hasta mediados de la década de los setenta, Nápoles actuara como centro y el resto del reino aragonés como periferia. Un centro a la vanguardia de la música europea de la época, franco-flamenca e italiana sobre todo, en el cual, junto a las canciones sonaron las danzas, unas veces adaptaciones de la música vocal y otras piezas de factura nueva creadas por los ministriles al servicio de la corte de Alfonso el Magnánimo, con el cual se abre uno de los capítulos más brillantes de la historia del reino aragonés tanto en el terreno político como en el cultural. Hijo de Fernando I de Antequera y de Doña Leonor de Alburquerque, supo hacer realidad un sueño: convertirse en uno de los príncipes del Renacimiento no ya en suelo hispano, sino en Italia, tras la conquista del reino de Nápoles.