VALENCIA | CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Arranca el ‘Festival de Talleres de Teatro Clásico’ de Sala Russafa con una revisión de La Gaviota, de Chéjov

ELPERIODIC.COM - 31/05/2021

Del 4 al 27 de junio, Sala Russafa organiza esta cita que ofrece nuevas miradas a obras clave de la historia del teatro y la literatura

La primera propuesta del festival, de 4 al 6 de junio, es el estreno de la versión de La Gaviota, de Chéjov, escrita y dirigida por Iria Márquez

‘Nueva normalidad’ en Sala Russafa con la recuperación del ‘Festival de Talleres de Teatro Clásico’, que la pasada temporada se tuvo que suspender por la declaración del primer Estado de Alarma. Ahora regresa esta cita que cada mes de junio, desde hace diez años, ofrece nuevos aires a historias que han marcado la escena internacional en los últimos siglos, con acercamientos contemporáneos a obras de autores que se han ganado un puesto en el canon literario.

Es el caso de Shakespeare, Lope de Vega y Chéjov, los escritores homenajeados en el programa de esta edición, celebrada del 4 al 27 de junio, que cuenta con una programación paralela donde se incluye la danza y la entrega de los X Premios del Público de Sala Russafa.

En las propuestas teatrales del festival, Chema Cardeña revisita Medida por medida mientras que Iria Márquez hace lo propio con La Gaviota y Fuenteovejuna en montajes que recogen el trabajo realizado en los cursos formativos y de especialización que ambos imparten en la línea docente del centro cultural, dirigidos tanto a amateurs como a profesionales de las artes escénicas.

TRANSFORMACIÓN DE LA ICÓNICA PIEZA DE CHÉJOV, LA GAVIOTA, PARA CELEBRAR LA IMPORTANCIA DE LO COTIDIANO

La primera propuesta del festival llega del 4 al 6 de junio con la versión de una de las obras más icónicas del naturalismo ruso, La Gaviota, escrito a finales del siglo XIX por Antón Chéjov.

Iria Márquez firma y dirige el nuevo acercamiento a este texto, al que ha realizado varios cambios. Por un lado, ha reducido prácticamente a la mitad su duración, eliminando parte de las escenas. Por otro, ha añadido parlamentos extraídos de otras piezas del autor para ampliar la intervención de ciertos personajes y ha creado uno nuevo, Lubov. “Son licencias que te tomas cuando tienes un elenco ya cerrado, en mi caso 11 intérpretes, y has de atender a sus perfiles particulares. El proceso podría decirse que es casi lo opuesto a como se suele trabajar: esta vez es la obra la que se transforma para adaptarse a los actores”, señala la dramaturga, directora de escena y docente en unos talleres que este año han visto reducido el número de alumnos, de 18 a 11, para poder implantar mejor las medidas anti-covid. Una manera diferente de enfrentarse a historias populares dentro del teatro universal y que, en su opinión, permite ofrecer visiones poco habituales, lejos de los estereotipos.

Los alumnos de uno de los dos grupos del ‘Taller de interpretación para no profesionales’ de Sala Russafa son los encargados de dar vida a este espectáculo, cuyo mensaje encaja perfectamente en el contexto actual.

La trama transcurre en una casa de campo donde una famosa actriz ha acudido a descansar acompañada de su hijo, un joven que desea dedicarse a la literatura, y de su pareja, un célebre dramaturgo. Allí se encontrarán con una muchacha, enamorada del escritor, que sueña con dedicarse a la interpretación.

Estos cuatro personajes representan las tensiones que siempre ha vivido y vive el mundo del arte. Por un lado, están los más conservadores, que se cierran ante nuevas corrientes. Y por otro, están los renovadores, quienes desean romper las fórmulas clásicas. Este ambiente era el que vivía Chéjov, uno de los máximos representantes del teatro naturalista, que abandonó las declamaciones e interpretaciones afectadas sobre temas grandilocuentes para hablar desde la naturalidad y de las cosas cotidianas.

Otra de las grandes bazas de La Gaviota es su carácter casi podríamos decir que divulgativo. “A parte de ser una pieza con monólogos preciosos, que permite trabajar muy bien las habilidades dramáticas del elenco, consigue meter a los actores y al público de lleno en el mundo de las artes escénicas. Se reflexiona sobre la creatividad, la puesta en escena, lo que unos y otros piensan que debería de ser el teatro”, explica Márquez, quien también valora extraordinariamente la capacidad del texto de Chéjov para trasmitir un mensaje vitalista.

“La obra invita a vivir el presente, a dejar de anticiparse, de soñar cómo serán las cosas, para disfrutar de lo que tenemos delante, al alcance de la mano”, comenta la directora de la pieza, para quien este espíritu encaja perfectamente con el contexto pandémico. Mediante detalles de mobiliario se recrea tanto el interior como el exterior de esa casa donde conflictos aparentemente insignificantes y amores no correspondidos hacen avanzar una historia deliciosa, para la que Márquez ha escogido el acompañamiento de partituras de Yann Tiersen o Max Richter en un espectáculo que invita a redescubrir y a valorar las pequeñas cosas.

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