Alejandro Quincoces triunfa en la Galería Puchol de Valencia
La exposición podrá visitarse hasta el 30 de noviembre
Alejandro Quincoces (Bilbao, 1951) reside desde hace 20 años en Artziniega, una población de Álava a escasos 28 kilómetros de Bilbao, ciudad natal del artista. Esta localidad tranquila que, según Quincoces todavía guarda “un ambiente medieval”, es el escenario perfecto para estimular la creatividad del pintor. Los comienzos en la trayectoria de Quincoces son completamente autodidactas. Muy pronto se inicia como diseñador gráfico en varias agencias de publicidad. De esta época el artista recuerda el grado de exigencia y “la posibilidad de educar la mano con rapidez”. Posteriormente entra en la Asociación Artística Vizcaína y poco a poco empieza a centrarse en su faceta más artística. Se suceden los concursos de pintura, los premios y las exposiciones en galerías nacionales e internacionales (Italia, Francia, Alemania, EE.UU, Inglaterra…).
Su tierra ha inspirado desde siempre la temática de la obra. Paisajes urbanos sin presencia humana, la ría de Bilbao, los ambientes industriales, el agua y en definitiva el entorno inmediato del autor marcan el asunto. Quincoces regresa a Puchol con sus temas de siempre en el capítulo de los óleos pero abordados desde un tratamiento más fresco. “Procuro no empastar tanto. Ahora busco la sensación de impronta y que sea más perceptible”, reconoce el artista. El efecto es una pintura mucho más luminosa y transparente de lo que nos tiene acostumbrados. Además de los óleos, Quincoces muestra un conjunto de obras en grafito que forman parte de una serie de asuntos sobre aglomeraciones humanas. “Utilizo como motivo la gente en los museos, donde el espectador pasa a ser parte integrante de la pintura”, explica.
Tanto en el óleo como en el grafito el artista parte de una situación corriente para plasmar un momento atemporal que es pasado pero también futuro. Una pintura que busca posibilidades emocionales bajo una atmósfera creíble y a la vez misteriosa. Turner, Lucio Muñoz, Goya o Velázquez dejan un profundo calado de herencia en la paleta de Quincoces.