Las tribus heavys atacadas por el virus de la política
Increíble lo que veo en el seno de la música que más amo: el heavy metal. ¿Qué está ocurriendo que tanto me preocupe, y sobre todo, me decepcione, en el heavy metal? Que la política ha entrado como Pedro por su casa entre las bandas, cabezas de sus componentes, y ¿canciones?
De momento, no observo -debería hacer un análisis más pausado y cuidadoso entre las nuevas letras que se están dando a la luz desde este movimiento musical tan hermoso que abanderan mundialmente estrellas como Ozzy Osbourne o Rob Halford- que la pasión política que ahora impregna las cabezas de los músicos más duros y contestatarios, haya hecho mella en sus creaciones.
No obstante, sin duda, y esa es una malísima noticia: buena parte de los integrantes y hacedores de una de las músicas más independientes, comprometidas y confrontantes contra el Sistema, se han erotizado con la política, la aman, no pueden vivir sin ella. Han tomado parte por la defensa de partidos políticos, o más bien por la defensa de pensamientos políticos. Pero no hablo de aquello de "soy rojo" porque estás contra el fascismo (que se dice en España porque este país soportó un fascismo -el de Franco- que derramó incontable sangre y vida), hablo de que músicos muy conocidos defienden gobiernos, o sea formas de opresión de los humanos.
Debo hacer un inciso importante para que se me entienda. Quien habla nunca ha votado, porque desde muy pequeño cuando intentaron venderle la política y esta forma de vida con gente "arriba" indicando qué debemos hacer los demás, le sonó estúpido, indigno y renegó de ello. Es por esto que la música Heavy metal incidió de forma tan poderosa en mi alma, porque en las canciones heavys se habla de desarme, de una industria humana que contamina los cielos y mares, que extermina los bosques y que nos hace infelices a todos; el heavy metal siempre ha señalado la dictadura como algo horrible y se han escrito infinidad de canciones de desprecio, desafío y burla contra no sólo determinados gobiernos sino contra la política en general como algo malo, como algo desastroso para hombres y mujeres libres. Una de las mejores parodias de lo que es la política la ofreció el grupo Obús con su tema "Líos en el congreso". Badana nos trajo su épico "Dictador", yo entendía que contra todo amo. Contra las armas y los soldados, tenemos el "Mili KK" de Legión y contra el ejército en general, el "Galones de Plástico", de Panzer, por ejemplo. El himno por excelencia de defensa del medio ambiente vino de la mano de Topo con "Marea Negra". Y paro, son tantas las canciones de protesta que nos ha dado esta tan gran e inspiradora música, de protesta contra toda rienda y opresión, que la lista sería interminable. (Hay una opresión de la que el contestatario heavy metal no se ha ocupado nunca, de ella hablaré más adelante.)
Y hete que llegamos a este presente. Estamos en el 2023. Y uno se encuentra en las redes (que es donde ahora, y en directo y vivo) se puede ver qué piensan, porque lo expresan de puño y letra, los músicos de las bandas que siempre han formado parte con sus canciones y con su espíritu de una corriente de protesta musical contra el establishment que no lo ha habido, ni por asomo, en ningún otro estilo de música. Sí en el punk, claro, pero esa es otra historia. El punk no defrauda, es antisistema por naturaleza, los punkis lo tienen claro (aunque lo malo del punk es que, tan (maravillosamente) bruto, es menos abierto y completo que el heavy metal, en general, con excepciones de grupos cuyo nivel en las letras es deslumbrante, con músicas realmente complejas más allá del soniquete para dar saltos tribales. Pero por ahora abordo a los rudos y desafiantes, vikingos, airados, líricos e imbatibles heavys.
Todo comenzó con un airado Sherpa, ex de Barón Rojo, apoyando unas caceroladas que se hicieron en Madrid, lo 'magnífico' es que dichas caceroladas las hacía gente de la ultraderecha, y el ex de Barón Rojo lo sabía. De hecho en adelante llenó su cuenta de twitter de comentarios que tenían todo el espíritu de los presupuestos (no)éticos del partido político Vox. Sherpa negaba ser de Vox, defendía su libre opinión, indicaba que el núcleo central de su protesta era la defensa de 'nuestros puestos de trabajo', 'nuestras familias', 'nuestro país'. Todos esos 'nuestros' nacionalistas los usaba con un amor a la patria que sorprendió a propios y extraños (venidos del miembro de una banda cuyas canciones siempre han atacado la represión estatal, pero no de aquí, sino de todos los estados, condenando a los estados, a las patrias, siempre militarizadas, como, este mundo, un "Campo de concentración". Tanta es así la contradicción entre obra y palabra que una de las tantas perlitas que el señor Sherpa lanzó fue que los migrantes, si violaban a nuestras hijas, que según él era lo que estaba pasando, entonces ya nos acordaríamos de su prédica visionaria: él pedía que se cerraran las fronteras a las hordas de migrantes violadores y ladrones y asesinos (mientras escribo esto no puedo evitar echarme a reír, de lo estúpido que es todo). En fin, luego ya fue a cositas de Vox y salió del armario por completo, el Sr Campuzano. Pero de ese episodio ya quien está por este mundillo se lo sabe todo.
Entonces, resumiendo, Óscar Sancho (Lujuria) lideró una reprimenda hacia el cantante de tomo y lomo. Justa reprimenda, se alinearon filas. Allí se vio cuánto facha había oculto en el heavy, porque se hicieron como dos bandos, los que defendían las ideas de ultra derecha (¡dentro de la música heavy gente que es afín a la ultraderecha!) y los que son antifas, que se alinearon con Sancho y de allí emergió la fusión en un frente de defensa de los más vulnerables, desde el rock, "Rock contra el fascismo", integrado con más de 1300 bandas firmantes que aborrecían la ultraderecha que en los últimos tiempos tanto verdea las calles de España con su discurso lleno de "flores del mal", que Barón en su canción pide que se arranquen, por eso, porque son malas y nos traen la desdicha.
Y ¿qué pasa ahora de nuevo?
Que el tema colea. Pero colea para mal.
En una publicación de Óscar Sancho del 25 de marzo se podía leer un cartelito donde rezaba: "Dicho alemán: Si en una mesa hay un nazi y diez personas que lo respetan, en esa mesa hay 11 nazis".
El cantante expresaba en la misma publicación que "Si en un grupo hay un facha y varios músicos que le acompañan, es un grupo de fachas. Si a ese grupo van a verle personas que justifican su fascismo, ese público es un público facha."
Poco a poco fui leyendo los comentarios del post, porque tal y como va la narración de hechos, imaginaba qué podía haber pasado, pero no sabía con quién. Pronto tuve la pista, me fui al muro de Carlos Pina (Panzer). Y leí un cartel, en una de las publicaciones de Carlos Pina, que anunciaba que "el próximo 29 de abril Los Barones estarán con Panzer tocando en Parla (Madrid)."
Entonces ya entendí todo. Joder. Pensaba: esta mierda no se acaba nunca.
Ocurrió igual con Obús, que en el momento más caliente de expresiones xenófobas en las redes por parte de Sherpa, compartían cartel con "Los Barones", el grupo residual que emergió de la marcha de Barón Rojo de Sherpa y Hermes Calabria. Fortu (cantante de Obús) fue incluso invitado a expresarse en una cadena nacional de televisión sobre el asunto, que traía un debate en redes y publicaciones del ámbito musical, de altos vuelos. Fortu dijo claramente que ellos pasaban de la política, que siempre han pasado, y que en todo caso quien tiene un problema con sus ideas políticas es quien tiene dichas ideas políticas. Se fue el viejo rockero por la tangente. Eso sí, miro a Fortu y no lo veo un animal político, aquí sí creo que este hombre parecía (eso parecía, sólo lo parecía, sólo) que no se enteró de la misa la mitad (que se la soplaba, vamos) y que sólo estaba, como dijo, por tocar. Que era, hoy, muy difícil pillar un concierto y que cuando lo pillas no vas a andar con mamonadas, dijo (perdón si yerro en algo porque cito de memoria).
Igual situación centra a Panzer hoy compartiendo cartel y escenario con Los Barones, o sea con Sherpa.
Carlos Pina explica que él es fiel a su música y que allá aquel que piense como piensa, que es lo mismo que dijo Fortu. "Allá él con sus fantasmas", dijo Pina en un hilo de conversaciones contestando a quienes le reprochaban darle oxígeno a alguien como Sherpa.
Lo que a mí más me interesa es algo que subyace a todo esto, y que creo es más, o igual, como poco, de tenebroso: que en realidad aquí no hay una defensa pura de los derechos humanos: hay política, politiqueo, también mucho de estupidez y de indolencia moral.
En el caso de Óscar Sancho (Lujuria), yo mismo le he reprochado su doble moral, o su trampa del "todos contra el fascismo" por la sencilla cosa de que él defiende estados de gobierno tan nefastos y dictatoriales como el cubano, y niega que en Cuba exista algo parecido a la opresión, porque allí hay una organización comunista.
Así, pensando Óscar, y no sólo él sino infinidad de personas, que comunismo siempre es bueno (opinión un tanto maniqueísta, naíf), defienden los hechos del comunismo en cualquier estado, los hechos más extremos, siempre como buenos. Y, finalizando la reflexión mía, es claro que lo objetivamente ocurrido en Cuba desde la llamada Revolución comunista, ha sido el apuntalamiento de una dictadura tan detestable y criminal como la que sufrió este país con el enano de Franco: Franco, Fidel, igual cosa: fusilamientos ante la vista de todos, ejemplarizantes, de quienes eran librepensadores, sobre todo de quienes hablasen mal de la gestión estatal, o sea contra la dictadura. Para Óscar Sancho los juicios sumarísimos a intelectuales disidentes en Cuba, al parecer, o no han existido o sus resultados han sido merecidos: cárcel o fusilamiento, torturas policiales y caer en desgracia. En Cuba caer en desgracia es, para un escritor, no poder publicar y ser metido en la cárcel durante veinte, treinta años, lo que se le ocurra al gerifalte que desde el ejército en ese momento proyecte su odio; los músicos, los pensadores que hayan sido denunciados como "contrarrevolucionarios", a la cárcel, desposeídos de todos sus bienes, casa, incluso sus obras destruidas (véase el caso de la actual persecución a Luis Manuel Otero Alcántara, quien a veces se paseaba por su barrio con una larga cadena arrastrando una piedra como protesta de la cárcel -de lo reos que son todos- en que se convirtió Cuba desde la llegada de la dictadura vestida de comunismo).
Así, hay otros países latinoamericanos donde gobierna un comunismo que muchos defienden sólo porque, insisto, opera un "comunismo" (esta cosa es estúpida como para echar a correr, en cueros, por encima de los árboles), negando sus hechos horribles y contra todos los derechos humanos en mantras tan sectarios como peligrosos y poco fraternos.
Poco fraternos porque he leído muchas quejas de músicos cubanos en el muro de Sancho, respecto a que les molesta y daña el hecho de que él defienda una Cuba falsa, de la resistencia y de una moral comunista pura, cuando ellos no pueden tocar sus temas o corren peligros de ser encerrados, tal cual.
Hablando de esto con mi mujer, que tampoco ha votado jamás porque luchamos por un mundo distinto, como poco no como éste que sufrimos, ella me dijo que, en efecto, el comunismo, en sus presupuestos, no es malo. Lo que es malo es como se implanta y en qué se convierte. O el mismo anarquismo. Esa venda en los ojos que nos ponemos para defender unas ideas nos nublan el juicio y nos hacen ver el prepucio en el ojo ajeno pero no la verga en el propio. Sobre esto nos legó los versos prodigiosos "Ideas al servicio de las vidas, / no vidas al servicio de las ideas" el poeta anarquista Jesús Lizano.
Me causa pena hablar así de gente que nos ha dado y sigue dando tanto, pero no puedo hacer concesiones desde ningún buenismo cuando se trata de algo tan importante como los derechos humanos. Estoy convencido de que Óscar Sancho defiende lo que él cree es bueno, y sé de su enorme cultura y su inteligencia grande. Pero está equivocado. En esto. Que no es poca cosa. Y alguien tiene que decírselo. Así como él le dijo al Campuzano de lo humano y lo divino cuando tocó.
Porque: Conclusión: Es una pena que la mejor música que ha dado la humanidad, porque es la que nos devuelve a lo que somos, salvajes, salvajes por libres, la música que nos recuerda nuestra gran memoria y que con sus cánticos nos hace recordar cuándo éramos libres y cómo serlo, al menos de mente, es una pena, digo, que se haya politizado, o sea: que haya caído, que haya declinado, que ya no sea independiente y confiable. Yo mismo no confío en gente del rock y del heavy que dicen defienden el voto a Podemos, por la sencilla razón de que me da risa y vergüenza ajena, el sólo hecho de que gigantes de nuestra mejor música, héroes y guerreros de batallas que duran "mil años luz" y libradas en "tierra de nadie", ingobernables "viejos rockeros" agachen la cabeza para la puesta de unas riendas y abran la boca para que se les encaje el bocado de un caballo (aceptan jinetes en su espalda, eso es la política). Podréis creer que sois libres, defendiendo tal o cual partido o creencia política, pero no lo sois. Porque libre sólo es el paso dado por uno mismo, sin el concurso de nadie que decida por ti y por los tuyos.
Pobres caballos, por cierto.
Y aquí, hablando de los caballos, culmino diciendo que hay un fascismo peor, el peor de toda la historia humana, el que domina y machaca a las demás especies. Es el especismo, créanme, mucho peor que Vox y toda esa mierda humana podrida, porque el calentamiento global y la crisis climática deviene de la vil y destructiva relación con el Todo que el humano desploma sobre los más inocentes: los animales no humanos.
Conclusión: por un lado, la verdad como que cuando hay nubes negras llueve de Óscar alertando sobre que quien se sienta con fachas es facha.
Por otro, que quien dice esto y lucha contra el fascismo, defiende otros fascismos, vestidos con ropajes otros, ¿qué más da? No se puede condenar una tiranía con una mano y defender otra, por el otro lado.
Sobre todo, la politización de la música, eso es una aberración. Quienes usaban cadenas para demostrar cuán presos somos, ahora las defienden como buenas, al menos como respetables. Y lo que queda por andar en la comprensión de lo que es una opresión.
Que cada uno vea opresión en un sitio y en otro no, según sus ideas políticas, nos marca un paisaje muy desolador y desangelado.
Porque la cosa es más que clara. Todo lo que vaya en contra de las libertades es opresión.
Yo no iría ni loco a un concierto donde apareciese el chungo naftalínico de Sherpa.
Pero visto lo visto se me están quitando las ganas de ir a otros conciertos de personas que defienden otros fascismos, otras mierdas. Y al final uno se da cuenta de que lo que queda es la música, la obra dejada por el artista.
Y me da pena, mucha pena, porque esta gente fue con la que me crié, me influyeron más que cualquier profesor. Los tuve, con sus canciones, cuando no tenía otro camino y se me abrió el más grande: resistí, me sujetaron piernas y mente, con las canciones heavys pude avanzar, y vencer: estoy aquí, y en buena parte (puede sonar exagerado, es así) ha sido porque cada sábado iba al mercadillo de mi barrio e iba pillando los cassettes de Santa, Panzer, Barón rojo, Sobredosis, Zarpa, Iron Maiden, AC DC, Saxon.... Las canciones de todos ellos me acompañaron toda la vida y lo seguirán haciendo. En mi etapa en Alicante pude resistir bien escuchando, entre otros, a Lujuria, y era ley, eso sigue siendo ley. Eso para mí es mi sangre. Yo soy un salvaje, en contraposición al orden y la civilización que ostenta el humano como algo bueno, que no es más que parálisis, opresión, represión y muerte. Por eso es una pena, por eso escribo esto, para aclararme, para reencontrarme y para después de ducharme, secarme. También, no lo negaré, para llamar la atención de mis hermanos y hermanas. En cosas con las que no estoy de acuerdo con ellos. Y son cosas muy importantes, tanto como lo es vivir o morir.
Charles Mingus para mí es un genio admirable, respecto a su música. Como persona, era un tipo odioso. Y también bastante tonto: poco tiempo antes de palmarla fue junto con otros genios del jazz invitado por el presidente de Estados Unidos a tocar en el jardín de la Casa Blanca y cuando el presidente le dio un tierno abrazo, se cuenta que Mingus lloró.
Al fin, ya ves, gilipollas por todos lados. Nada nuevo bajo el sol con respecto al comportamiento humano. ¿O sí?
Aquí yo veo muy buena voluntad, creedme, hay gente muy guapa en el heavy metal, pero heavys, seguid escuchando los viejos tambores: no creáis en lo político, ninguno de nosotros nacimos para ser un animal político, porque esto es una contradicción per se.
Sólo recuperaremos la pradera con sus grandes canciones alejándonos de lo que nos divide y volviendo a escuchar la diversidad de voces libres que nos llevaron, antaño, por un mismo e indestructible camino.