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Per Ángel Padilla
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Reseña de «Hermanos del polvo. Seis poetas búlgaros contemporáneos» (La Tortuga Búlgara)

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    Reseña de «Hermanos del polvo. Seis poetas búlgaros contemporáneos» (La Tortuga Búlgara)- (foto 1)

    Adquirí de inmediato (nada más se anunció su salida) y leí con gran gusto, la antología que la editorial La Tortuga Búlgara acaba de editar sobre seis de los más sobresalientes poetas búlgaros de nuestro presente.

    La traducción de los poemas está a cargo de Marco Vidal González y Katya Gérova, y debo decir que es espléndida, a tenor de la riqueza del verbo poemático, de la fluidez con que se leen los poemas, de lo hermosos que resultan a nuestra conciencia atenta; en un tan castellano que no parece que lo dicho provenga de un país donde se habla un idioma que, sobre todo en forma, poco tiene que ver con el nuestro. Esto último lo digo como elogio a los traductores: que una poesía se lea creíblemente, apasionadamente, en una lengua sin notarse para nada que ese hablar poético ha sido trasladado de una lengua a otra, es obra de magia, casi de taumaturgia. Aquí, con éxito, La Tortuga Búlgara, muestra una diligencia asombrosa; más diría: un amor por la literatura que corresponde a los viejos tiempos de las editoriales, noticia la existencia de tales orfebres plausible para todos los congregados a los cantos de la tarde (la poesía) y de la noche. Gracias, por todo ello, a las personas implicadas en la elaboración de tan estupendo (y precioso, delicado, en edición me refiero) volumen.

    Por cierto, en cuanto a la estética del libro, se presenta en colores ceniza mate, y transita en todo su diseño lo que denominaríamos los conocidos trazos del "camuflaje", pero más que ello, son (creo) los dibujos del caparazón de una tortuga. Visto de una, el libro, es un material delicado y al mismo tiempo potente, es sin duda una herramienta. Parece un manual de guerra, un diario de guerra, parece muchas cosas y, ahí, sin duda, su misterio y delicado 'peligro". Sí, cuidado, la poesía es peligrosa. Siempre lo fue...

    La poesía es una guerra contra las guerras, y entre nuestros guerreros tenemos soldados más altos de los que jamás soñaron los capitanes en sus filas.

    Los seis poetas búlgaros de los que se presentan algunos de sus poemas a los lectores hispanohablantes en este compendio son: Ani Ílkov, Kíril Vasílev, Valeri Verguílov, Vladimir Sabourín, Zlatomir Zlatánov, Ventsislav Arnaoudov.

    Y qué decir, en resumen, que la calidad de todos es máxima. No se puede decir que uno sea menor que otro, sólo son distintos. Pero enormes, y lo que más me ha fascinado es la forma de decir de éstos, que sí, hay una forma de decir y de ver el mundo que comparten, de ahí, entiendo, lo de "hermanos del polvo", que se hace extensivo a toda la humanidad, creo, por supuesto, pero que ahonda en cómo se habita un lugar con una idiosincrasia particular, como en este caso es vivir en Bulgaria, y ser poeta en Bulgaria.

    Lo que yo he sentido en todo momento en los poemas es que los poetas tienen una gran capacidad metafórica, bracean en un surrealismo completo o mediano con enorme facilidad, lo que dota a sus poemas de un cuerpo precioso y muy a valorar en este hoy de la poesía española en que el poema que está "de moda" (sí, triste, la moda, el capitalismo se podría decir, llegó a la poesía) es un texto prosaico que tiene alergia a la metáfora, al símil, a la alegoría y ya no hablemos del surrealismo, las sinestesias..., los quiebros de lo conocido para llegar a cotas de significación y decir... distintos. De esto último ni hablar entre los jóvenes poetas "de internet" que hoy venden libros de poesía bestsellerada. Esto último: poesía bestsellerada haría reír a las estatuas.

    Al margen de los poetas que nos manejamos con lenguajes absolutamente personales (comunales, en algún sentido importante cada uno de nosotros en nuestra unión con 'la otredad'), que somos combativos y que avanzamos contra todo, diciendo, haciendo lo que debe hacer el poeta: decir, y sin importar si lo que dice duele, o va a hacer desmayar de placer a un exégeta de lo que se considera poesía de una época, puedo pensar para ello (siguiendo con ejemplos de la poesía "para todos los públicos") en un Antonio Gala o en los soporíferos poetas de la experiencia que asolaron culturalmente este país, que dejaron sin aliento todo impulso de compromiso y rebelión, de aventura, entre la poesía española que llegaba y que cuando quería hacer "su decir" miraba a un lado, miraba a otro, y volvía a la muerte. "Yo aquí no respiro", se decía, entre este lodo, la poesía de estirpe silvestre.

    En España provenimos de una tradición de poetas combativos, que brotaron como una admirable primavera entre las calles después de la guerra civil, luego vino la corriente poética descrita, la que aburrió hasta a los coches estacionados en la noche. Después la cosa se dispersó en movimientos rotulados con chistecitos por la crítica, que a alguien que tenga algo de oído, habrá espantado: Generación Nocilla, la Generación Granta, también llamada Generación Ñ; incluso hay un grupo denominado "Nuevo drama"; pero lo que ampara a toda esta gente, lo que enhebra sus hechos, es la red, son poetas que publican mucho y masivamente poemas insípidos en red, poemas que son, básicamente, párrafos simples, rotos en frases (que se interpretan como versos) mediante encabalgamientos arbitrarios, haces plomizos de frases de alguien que se cree filósofo y es compartido por gente no lectora miles, cientos de miles de veces. Ahí con eso está esta gente matando la poesía.

    Felizmente me encuentro con estos poetas búlgaros, que, hoy, están dando a luz tan buen material.

    En "Hermanos del polvo" Ani Ílkov es uno de los poetas que más me ha conmovido y removido. Con su poema "Carbón" se abre la antología. ¡Y qué poema! Enorme, precioso y colmado de misterio. Una sentencia para la humanidad es, sigue soñando, sigue sin actuar, sigue descendiendo en lo que crees un ascenso, como los mineros, pero tú con tus cosas, hasta que la vida te trague del todo con tu consentimiento firmado mil veces, tu muerte mental y física, consentida, mineros todos, que de pronto abren bien los ojos y ven que "el tiempo duerme / sobre montones de insípido estiércol...", descendemos, alegres, nos dice el poeta, "hasta que nos convirtamos en carbón!"

    De Ani Ílkov el poema "Soñadores" también me parece soberbio, y el que cierra su aparición en la antología, lo mismo.

    Pero la cosa no decae con Kíril Vasílev, quien con poemas como "Vale la pena", "Hogareño" o "Reforma del techo" nos muestra una vida vivida con asombro y resignación, pero con una resignación valiente, algo así como un: vale, bien, estoy aquí, pero no callaréis lo que pienso sobre ello, carcelero, militar, mentiroso, herreros y payasos.

    "Reforma del techo" es un poema corto con tal imagen final que lo cierra como un espanto, que recuerda a Kafka. Es uno de los poemas más bellos y misteriosos que he "visto". Porque lo que pasa con este poema es que al final te quedas viendo una imagen, y no revelo más, para que la gente lo lea, para que lean -lo animo con todas mis fuerzas- el libro entero. Es una joya.

    En "Noche y día" y "Desde otra ribera", Kíril da cuenta de una imaginería poética de primera fila. Advertimos una vida vivida con firmeza, pero... en un contexto más que tenso: en un mundo humano lleno de reglas, de fajas, de observatorios y de puertas y preguntas. Uno puede darse cuenta -y esto es lo grande de la buena poesía- de qué pasa en Bulgaria actualmente, gracias a sus poetas. Quienes en su conjunto aman a su madre tierra en la que nacieron, Bulgaria, pero que protestan, sin descanso, por lo que la aqueja, a su madre, Bulgaria.

    Esto dice sobre Bulgaria en la antología Zlatomir Zlatánov: ""No lloramos por la juventud, que se cambien sus tristes amos, / pero si nos preguntan dónde está Bulgaria, señalaremos al corazón".

    Pero sigamos en el orden en que íbamos. Valeri Verguílov hunde una serie de poemas (digo hunde porque parece que pase por la antología pisando, uno que anda, y nos cuenta que "en las faldas de un atardecer agonizando, / lejos de las falacias de la esperanza, / fuera de las leyes de la profecía, / allí prenderemos nuestro último fuego".

    Juzgue el lector la calidad poética de la que hablo. Verguílov en "Cosmos y cromosomas", nos dice que:

    las madres cantan,

    siembran galaxias en el infinito,

    en armaduras galácticas indomables

    navegan los padres conquistadores,

    las madres esperan,

    los padres, sin haberse atrevido a amar,

    se marchan y corren hacia ningún lugar

    Uno se pregunta: ¿qué ocurre en Bulgaria para que haya tanto desencanto? La pregunta se hace extensiva a la poesía de la Conciencia Crítica española, que muestra un desencanto igual ante la vida vivida, o que se nos permite vivir -donde entrecomemos migajas negras-, en "sociedad".

    Dice Valeri Verguílov que "no habrá cruz alguna que señale nuestra tumba, / pues sólo siendo desconocidos seremos inmortales".

    Vladimir Sabourín muestra una floresta de palabras y visiones exótica y emotiva, es uno de los poetas mostrados más rebeldes, se diría. Aunque nos equivocásemos en la interpretación, pero sí hay un afán de romper con todo lo normalizado y normatizado, existe en este poeta un exquisito afán disruptivo. A sus propios paisanos les dice: "Os llamo búlgaros / Pero quién coño sois en realidad".

    Continúa Sabourín con su poética sorpresiva y poderosa hasta llegar al poema final, escogido para su posición en la antología, el maravilloso poema "Los caballos no son un símbolo romántico", que nada menos termina así: "Los caballos son hombres dioses". (He creído captar en este poeta una unidad de él con los demás animales no humanos, ¿quizá será vegetariano o vegano? Quién sabe. Si no lo es, al menos en su poesía vemos que señala, aquí o allá, los sufrimientos entre nosotros del resto de los animales que, por mera casualidad, les fue dado en nacer no humanos.)

    De Zlatomir Zlatánov podemos leer poemas muy hermosos en la antología, como "Conciencia del alba", "La vendedora de pescado" o aquel poema del que extrajimos más arriba unos versos: "Los hijos de Bulgaria", que es inmenso.

    Termina la antología con el poeta Ventsislav Arnaoudov, quien con su primer poema ya nos golpea de belleza, el poema "holy". Son todos los poemas seleccionados, por la editorial, de este poeta, magníficos, sólo los títulos ya son maravillosos; en "Te adentrarás en mí como un cuervo" el poeta dice al objeto amado "Tu aliento tomaré junto al mío / Un cuervo seré contigo / Tu muerte será la mía". Y en el poema "Te doy una cereza", el poeta regala una cereza en cada acto a su amada, para después, finalizar pidiéndole una cereza a ella, que ella se la dé a él, ahora.

    Cuánto aliento, cuánta grandiosidad, cuánta conciencia de clase (pobre, digna) hay en esta selección de poetas, conciencia al menos de vulnerabilidad, y de pisoteados por un presente que no desean, pero del que intentan sacudirse. Dice Ventislav en su poema "Los pobres" que : muertos no podéis / muertos no podéis / no podéis / morir / sólo sois cada vez más y más / ¿quién os podrá matar?"

    La Tortuga Búlgara es una editorial joven pero llena de entusiasmo y buen hacer. En su web, en el apartado Editorial, nos cuentan: "La Tortuga Búlgara nace ante la necesidad de dar voz en español a literaturas y lenguas de escasa difusión. Aunque tenemos especial apego a la literatura búlgara contemporánea, damos también cabida a otras lenguas eslavas y del este de Europa, así como a autores hispanohablantes. Nuestras ediciones de poesía son bilingües para ser fieles al autor y a su timbre original, así como para enriquecer la lectura del lector bilingüe. Para adquirir nuestros libros tienes que enviarnos tus datos (nombre y apellidos, teléfono y dirección completa) por email a latortugabulgaraediciones@gmail.com indicando los títulos que quieres adquirir. También puedes pedirlos en la web de nuestra distribuidora, así como pedirlos en tu librería de confianza."

    En fin, poco más que añadir. Sólo que deseo que aquellos lectores que apuestan por el buen hacer de editoriales de verdad (aquellas que siguen publicando buena literatura y no sucedáneos de literatura que se presuponen "vendibles"), se hermanen con La Tortuga Búlgara y estén atentos a la salida de sus próximos libros. Comenzaron con buena letra y fuerza, siguen con vientos y firmeza, calidad, reforzadas y, con todo ello, se les augura un futuro poderoso y muy prometedor, para ellos y para nosotros, para la cultura de verdad, la que es fiel a su raíz. "El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio", escribió Blake en su "Las bodas del cielo y el infierno". Así ocurre en lo nuestro, y así seguirá ocurriendo. Podrán intentar poner puertas al campo, pero el campo nunca dejará de avanzar, con toda la coral de cantos reales de sus seres reales, silvestres, salvajes y libres, que vienen a verdear, que vienen a musicalizar. Para que recordemos.

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