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Per Ángel Padilla
Yo, animal - RSS

"Sé de opresión más que nadie". Palabras de un cerdo a los humanos

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    "Sé de opresión más que nadie". Palabras de un cerdo a los humanos- (foto 1)
    "Sé de opresión más que nadie". Palabras de un cerdo a los humanos- (foto 2)

    Está bien, me han dicho los demás que no hay nada que se pueda hacer, con vosotros, respecto a nosotros. Que os da igual nuestra muerte.
    Que os importa una mierda lo que nos pase. Sencillamente, no pensáis en ello.
    Que nos coméis, dicen. ¿En serio?

    A veces se acercan a nosostros, sorteando la vigilancia del humano cruel, jóvenes que nos traen agua, palabras bonitas que nos consuelan. He oído que llega un momento en nuestras terribles vidas en que nos suben a un camión que nos conduce a una muerte horrible, y he oído que esos camiones a veces paran unos minutos ante la puerta del Matadero, y en ese entretanto hay mujeres y hombres que dan agua a los cerdos que aterrados y enfermos, miran sin mirar (esa es la locura, el dolor más grande) por los ventanucos de la pared metálica del camión. Ellos lloran, esos que nos asisten antes de morir. Entonces, si hay un sentimiento de bondad desde ciertos seres humanos hacia nosotros, ¿por qué ese sentimiento no anida en todos vosotros?

    Entiendo, por tanto, que hay humanas y humanos buenas y buenos, y humanos y humanas malas. Porque malo hay que ser para saber que por ti me matan, y a los demás -para comernos- y no detener la matanza.

    Esa gente que nos defiende dice que la humanidad nos come. Que nos encierra vilmente en estos hacinados e insalubres barracones para comernos. Nos despedazan y comen. Me rompió el corazón, estuve llorando no recuerdo cuántos días, al saber que uno de los cerdos escuchó de una chica humana que los que nos defienden no nos comen, y que pueden vivir sin ese acto que a nosotros nos significa la vida entera y una muerte atroz. Lo llaman veganismo. Y están más sanos, sin comernos, ni a gallinas, ni a corderos ni a vacas, que los que nos coméis, que padecéis enfermedades del corazón, de la sangre y de todo vuestros sistemas, que colapsan con tanto Mal en la sangre.

    No entiendo qué razón os lleva a seguir permitiendo, con vuestra demanda de nosotros a trozos en el supermercado, que ocurra este holocausto de todas las naciones animales.
    No comprendo que sepáis que nos matan tan cruentamente y sigáis tan campantes, allí, en vuestras casas, ante la mesa, y encima, ante las mesas, veáis trozos de lo que fuimos y, me han contado, bromeáis sobre nosotros, sobre nuestros cadáveres.

    Es claro que los animales que no nazcan humanos en esta tierra, han caído en el peor de los infiernos. Entonces esto es como la persecución de los judíos, somos todas las especies que no sean la humana como los judíos para los nazis, que sois todos vosotros los que me escucháis y coméis animales, el Tercer Reich, la Demanda, los que hacéis posible que este secuestro, acoso y exterminio siga adelante.

    Entre los humanos hay luchas, demandas. Las mujeres humanas son menoscabadas por los hombres humanos. También hay azotes de humanos que tienen un color de piel hacia otros que tienen la piel de otro color distinto. Es todo muy absurdo. Hasta entre los humanos hay opresiones, y de siglos, pero para repararlas, millones de personas en lucha, avanzando en moral humana, generando leyes contra las opresiones de humanos a humanos, sea por la razón que sea.

    Yo sé de la opresión más que nadie.
    Los animales no humanos somos los más atrozmente oprimidos. Porque las mujeres pueden agruparse en las manifestaciones por sus derechos, las razas asediadas, levantan pancartas. Nosotros sólo podemos esperar... esperar... ¿el qué? En el encierro. Desde el nacer hasta el crimen que todos esperan en nosotros y hacia sus casas.

    Me duele el estómago y la vida de pensarlo.
    Que podría ser tan bonito.
    Ese paso, toda una humanidad diciendo NO a nuestras lágrimas, y a las de sangre.

    Estoy llorando de impotencia, no entiendo. No. No lo entiendo. Nosotras como las madres humanas también cantamos nanas a nuestros bebés para que duerman. Nos gusta el sol, nos gusta nuestra vida. Amamos a nuestra familia y queremos vivir.

    No lo entiendo. Ya no lloro. Me resigno. Los de adentro ya me dijeron que no salga, que no lograría nada hablándoos, que escucháis lo que queréis escuchar porque preferís lo que consideráis un buen sabor a ser éticos, a una alimentación basada en la ética. Y que sois unos ignorantes porque comer vegano es más sabroso. En fin, que es tontería hablaros, porque nadie me escuchará. Me dijeron. Pero yo lo intenté. Me tiemblan las piernas, fue mi última palabra en la vida, escucho al camión anunciado tanto tiempo. Ya gritan los compañeros y compañeras allí dentro. El camión bajó la rampa y están pasando del encierro al camión a muchos cerdos, a patadas y a palazos. Me voy con los míos, prefiero morir con los míos que escapar a este camión, para durar unos días más e ir a la muerte en otro, mi lealtad al amor es superior a eso. Me vuelvo y voy hacia la muerte.

    Ojalá no hubiera nacido.
    Ojalá todo esto hubiera sido un mal sueño. Me estoy orinando encima. No veo por dónde ando.
    ¿Dónde están los amigos?

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