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Per Ángel Padilla
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Consideraciones sobre «La Bella Revolución» X

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    Consideraciones sobre «La Bella Revolución» X- (foto 1)

    LA TRAICIÓN A LOS ANIMALES

    Como en todo terreno en que se puede ganar dinero, hay traición, porque hay competencia, en el animalismo germinan sin cesar entidades y pululan por aquí individuos, que se hacen pasar por animalistas pero que sólo buscan ganar dinero a costa de los sufrimientos de los animales.

    Estos individuos y entidades han germinado dentro del cauce de la idea de que esta lucha va para largo. Es común escuchar la coletilla “hay que ir poco a poco” de un animalista. Ninguna otra lucha ha avanzado poniéndose metas, nombrando años. Ninguna otra lucha ha dicho, fastidiosa, cansinamente, como la animalista, que la libertad, los derechos que exigían para sus defendidos o para quienes luchaban por sí mismos, “denme mis derechos poco a poco” o “para dentro de 30 años”.

    El (falso) animalismo ha claudicado en este sistema de pactos con el Poder. Así trabajaba el animalismo inicial, que luego llamamos bienestarismo, en comparación con la nueva visión más ambiciosa de la lucha, que no pide jaulas más “cómodas”, como se pedía al inicio, mayor salubridad de los esclavos... sino que las puertas de sus jaulas sean abiertas y se les considere libres, incluso personas. Sí, personas. Persona es una identidad libre y completa, a la que nadie puede lesionar porque contiene protección intrínseca a su condición. Personas se dicen los humanos, pero no llaman personas al resto de los animales. Ni a ellos mismos se consideran ni llaman animales, cuando todos lo somos.

    Onerosamente ese primer bienestarismo (animales esclavos que presuntamente viven con bienestar -tremenda ofensa a la inteligencia el término-), dio paso al actual segundo bienestarismo, que nadie asume como tal pero que lo es: el animalismo actual ha caído en un fastidio y en una lentitud de la petición para los animales ante la estafeta, legalmente, haciendo cola, pidiendo por favor, con protocolo, con cuidado, se fundó, ahora y no sabemos cuánto tiempo durará, el fatídico neobienestarismo en el que asociaciones antaño fieras y radicales animalistas como Igualdad Animal se han embarcado, para caer simpáticas, lograr donaciones, ganar socios y muchos amigos y, al fin, los animales quedan en su discurso como unos reos a los que hay que beneficiar (pero en condición de reos).

    Y ya se ha naturalizado la idea de que las cosas se logran poco a poco. Por Diosa. Tremendo.

    Así, se ha extendido y enquistado en la mentalidad de la lucha, del animalista medio, que las conquistas para sus defendidos, dada la mentalidad de la sociedad que avanza en su cultura, evolución de su mirada del mundo, etc., con lentitud y a esa lentitud hay que ceñirse, se lucha con onerosidad y se pacta más lentamente aún, la promesa de cambios (pequeños; como dice el farsante del pararrayos creado en la política española para hacer como que se hace pero no se hace Dirección General de los derechos de los animales, Sergio García Torres, "vamos a hacer una ley de mínimos". A alguien que dice eso en cualquier movimiento de lucha social (el animalismo es lucha asocial) se le echaría a patadas. No es esto ya una lucha, es una sucesión de pactos y de mesas redondas con los verdugos y dominantes, con mercaderes y amos, entre fumatas y titulares victoriosos de falsas conquistas para los animales, que aun, de darse, se quedan cortas y ridículas.

    Sólo una facción del animalismo detesta esto y llama a una revolución integral, la verdadera, en la que no haya comunicación alguna con los amos y en la que revisemos cómo estamos actuando para los animales, pues ellos ya no pueden esperar más. Y el “poco a poco” es en sí mismo una traición a ellas y ellos. Pues si nosotros estuviéramos, encogidos los cuerpos, entre otros como nosotros, aterrados, sucios, pasando frío y escuchando cuchillos y gritos, querríamos echar a correr de allí de inmediato, se sernos abierta la puerta, claro. El animalismo no está por abrir puertas, esa es la cosa, sino de repartir sonrisas, el animalismo para los de hoy es una idea que ha de ser simpática. Un mimo. Un payaso de humo.

    La nombrada Igualdad Animal anuncia que para el 2.025 ya no habrá en el mercado huevos de gallinas hacinadas. Los habrá, pero de gallinas “de corral”, animales que no pisarán suelo de reja, no sufrirán un intenso hacinamiento y les llegará un poco de brisa del aire de afuera por las ventanas. O eso prometen.

    Diferentes proyectos e ideas surgen de estos traidores a nuestros defendidos y a la Causa. De las traiciones más sonadas está la idea del ZOO XXI, consistente en transformar los zoos en lugares lúdicos, lugares a la medida de nuestro siglo, un nuevo paradigma, así dicen sin sonrojarse, majaras, mercaderes. Por supuesto, mucho nuevo paradigma pero los animales permanecerían en los zoos, igualmente, pero repintadas sus instalaciones y con estancias renovadas con gigantescas televisiones de plasma donde se verán animales libres, para deleite de los visitantes, incluso niños, pero podrán andar un poco en el recinto y girar la cara y seguir viendo la tristeza inmensa y arrugada en los ojos de un elefante enclaustrado por décadas, que morirá allí. La trampa consiste en que en el proyecto zoo XXI se dice que algunos de los animales, progresivamente, serán llevados a lugares libres, los que se pueda, en un goteo, cosa que sabemos es falsa puesto que tal organización creadora de este proyecto, denominada Libera!, se dice y se desdice en este punto. Y es conocida, su fundador, por generar proyectos bienestaristas como el de cambiar los caballos de arrastre de carros de Argentina, esa monstruosidad, ese holocausto equino contra el que tantas activistas luchan denodadamente, por carros a motor (tirados por motocicletas conducidas por los carreros), desapareciendo la figura del caballo esclavo. La trampa es que en los municipios donde se han generado esas acciones: se han comprado, pongamos 20 carros motorizados, se ha realizado la foto, como inicio de un proyecto en progresión y sin freno, para después seguir los mismos carros de antes de la foto y al mismo tiempo miles de caballos maltratados arrastrando sin descanso en el mismo lugar y por toda la Argentina. Foto de diez motos, motos vendidas por los carreros y a laburar de nuevo con los caballos esclavos. Esto lo sabe quien organiza la farsa. Humo. Humo con sangre de los esclavos y una redoblada humillación, si cabe.

    Esa hoja de ruta muchas veces, cada vez más, es conjunta en las entidades animalistas más poderosas, en socios y en ayudas, por tanto en dinero y en posibilidades. Que poco a poco se irán consiguiendo cosas. Y nadie sabe ni puede intuir, porque se ve tan lejano que es inimaginable, ese poco a poco cuándo llevará a la libertad a todos los animales.

    La última gran traición hacia los animales cautivos, desde dentro del colectivo animalista, ha sido la campaña nada menos que a nivel europeo denominada NO MÁS JAULAS, que busca reunir un millón de firmas para presentarlas en el Congreso de los Diputados junto a un proyecto de ley que prohíba las jaulas en los bunkers de explotación. Se ha gastado mucho dinero en la campaña, la imagen central de ella es la imagen de una niña, en mitad de un barracón de cerdos hacinados en hileras de jaulas a ambos lados de ella, que está situada de pie en el pasillo central, abrazando un tierno cerdito de peluche, la mirada, el gesto de la niña es de enfado, pero más aun de decisión. Es toda una declaración de intenciones. Lo más inocente se avergüenza de verse en tales condiciones de confinamiento angustioso e insoportable, el de la jaula. En la imagen, que está en sombra, desde el pc, puedes mover el ratón que hace las veces como de foco iluminador, y ver las zonas donde están los cerdos y cómo están, a la niña, cada zona de la imagen. Un lema en letras grandes reza: “Las jaulas son una pesadilla que debe terminar”. Y una explicación en letra más pequeña: “La ganadería intensiva es cruel, innecesaria y no tiene cabida en Europa. Únete hoy al movimiento para prohibir las jaulas”. Si extraemos la información del desarrollo de la empresa de cualquiera de las muchas noticias que aparecen en los principales periódicos estatales e internacionales, se explica que: “NO MÁS JAULAS llega al Congreso para denunciar el maltrato animal en granjas. 'End the cage age', en España, está gobernada por la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales (APDDA). Junto a otras 100 asociaciones ecologistas y de bienestar animal de toda Europa, el APDDA pide no más jaulas. ¿La trampa? Cuando leemos bienestarismo siempre hay una trampa.

    La trampa es que no se pide que los animales sean liberados de la cadena de explotación para ser comidos, sino que, de nuevo, 'mejoren' sus estancias en los insufribles barracones de esclavitud donde padecen sus billones de segundos de dolor hasta, puede que para bien de sus corazones que no pueden más de tanto llorar, ser asesinados.

    La trampa, decimos, es de grandes dimensiones. Primero porque los que la han pergeñado saben que es imposible rehabilitar las granjas de explotación, reconvertirlas en otra cosa, donde los animales no estén en jaulas, porque entonces, si no existe el concepto de jaula, no se puede tener retenido al animal; ¿existirá el concepto de pared? Por supuesto. ¿Qué más da reja que pared? La cosa es que el animal está retenido. Secuestrado. Inmovilizado en un lugar, junto a otros cientos, miles, que lloran, gritan, de dolor.

    Decimos, a la vez, que es imposible tal reconversión estructural de los barracones porque supondría una enorme inversión, y los explotadores de animales tienden a reducir gastos, es su obsesión, no lo contrario. Por otro lado, nada de animalista tiene la iniciativa. ¿Acaso pudo escucharse una petición parecida en la lucha feminista, en la antirracista? “No más catres putrefactos”. Los negros que llegan después de 16 horas de recoger algodón merecen una buena cama, una lamparita y una muda de pijama al mes, que sólo le dan un pijama al año, y lo tienen roñoso y destruido por completo. Los abolicionistas de la esclavitud negrera buscamos el bienestar de los esclavos en su ser esclavos. No nos oponemos a la esclavitud, pues con ella llega a toda Europa el azúcar, pero exigimos un buen trato a nuestros defendidos." Si eso leído hasta ahora, cuyo eco resulta hasta cómico, hubiera sido dicho, los negros todavía seguirían recibiendo latigazos por haberse desmayado de cansancio recogiendo algodón y no serían aún hombres y mujeres libres.

    El bienestarismo confunde, perjudica y normaliza el concepto de explotación animal, pasando por “una forma más de luchar” por el movimiento de defensa de los animales.

    Por contra y por fortuna y por des-orden natural vienen volando como volaba el amigo muerto de Neruda en el poema que le dedicó a su muerte, los y las por fin llegadas. Una facción pequeña (inmensa) comienza a despertar y se confronta contra ese sistema de peticiones para el “bienestar” en la esclavitud.

    No se revelará nada nuevo que se pueda extraer por simple intuición diciendo que la mayoría de las entidades, de esas cien que se nombran en esa campaña estúpida e imposible (los ganaderos no están ni por ésas), no abogan por el veganismo. Lo más vergonzoso es que la campaña se presenta como liberacionista. Así funciona el bienestarismo, que cada vez se asienta más como forma de pensamiento y como presunta lucha, en el animalismo, finge luchar para lo que los animales quieren, pero en realidad cada proyecto bienestarista es una fachada circense que se despliega a lo grande, como una salvación y apoyo a los animales, a todos sus intereses, cuando lo que se busca con ellas es lavar conciencias en tanto los animales nunca dejarán de ser usados, pero usados “sin maltrato”, dicen. El descaro es supremo. Jugar con las palabras tan torticeramente, y conseguir ser creídos. No se sabe qué causa más lástima, e ira.

    Lo más despreciable es que en casi todos estos empeños a gran escala se mueve mucho dinero. Quienes presentan los proyectos los presentan como patentes, patentes que se venden a los ayuntamientos y diversas entidades de lo público a políticos, que, anunciando en prensa que se pone en marcha el proyecto D, se colocan su medalla. Unos hacen como que hacen y otros se llenan los bolsillos, y ambas cosas valen para las dos partes igualmente. El proyecto L y el Z. Dinero y más dinero. Y todo igual para los reos animales en su soledad sin visitas.

    Todos, en verdad, traidores y animalistas rasos, miopes o visionarios, saben que esta lucha, así llevada, va para largo. Y nadie se aventura a imaginar cuándo los animales podrán sentir, al fin, su paz connatural restaurada. No se sabe.

    Bueno, sí se sabe: nunca. Pero no se quiere nombrar en voz alta.

    La lucha animalista en general ha traicionado a sus defendidos, porque no ha pensado en ellos como si fueran de su especie. Si uno lucha por un familiar secuestrado, se deja la vida en que sea liberado cuanto antes, ya. Un amigo, alguien conocido, una... persona.

    Para los animales podemos esperar. ¿Por qué?

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