«La Canción del Mayoral» y «Tauromañana», de «La guadaña entre las flores»
LA CANCIÓN DEL MAYORAL
En tus pasos la muerte, tus piernas son de la muerte,
tu mirada de la muerte, en tu lengua la muerte.
Sangre, tristeza, lluvia, duele hablar de ti,
la hoz.
Mayoral, la hoz,
tu sonrisa la hoz,
en tu heno la cruz, los clavos verdes, come, toro,
y muere la pradera.
Viene tu te quiero de nieve a cubrir de hielo
las cumbres, los labios, mayoral,
invierno.
Mayoral, invierno, luz, lágrima,
manos verdes, manos blancas, el vino,
la muerte.
Tu cara verde un árbol más, los pájaros,
y caminas por dentro del toro, su mujer callada,
le creces cielos falsos en la espalda y pájaros,
caminas las astas con piernas de estrellas, azul,
pero lluvia, y tu morada en la noche,
la tristeza y la sangre, mayoral,
tu verde reino, la llama de tu lengua, tu heno rojo,
la hoz,
en tus dedos de margarita la hoz, y la sangre, el viento,
su funeral en tus dedos celestes, la sangre, tristeza,
la hoz.
TAUROMAÑANA
Vas a morir.
Has sido señalado por España.
Eres esclavo de toda una nación.
Camina, hombre negro, por la libertad del campo,
que final ya está fijada.
Vomitarás sangre entre cientos de ciegos,
con tan hondas heridas llorarás como un niño
pero será mayor el dolor de sentirte
solo.
Ya ocurrió tu tragedia muchas veces:
otros negros como tú eran quemados, apaleados,
escupidos, sólo por ser distintos.
Hombre negro con astas y voz distinta,
los blancos vienen por ti
para hacerte arte.
Hijo del campo, tu cara triste añorando las flores,
tu cuerpo retorciéndose, tu grito a las estrellas,
serás su cuadro vivo.
A eso lo llaman arte, a una boca agónica
jadeando y chorreando bilis.
España lleva tres siglos criando sinvergüenzas.
Abrasarán tu pecho visiones de margaritas
cuando a la arena desierta de la muerte
la mire la tristeza
desde tus quietas cuencas secuestradas.
Será como entrever el campo por arriba del cielo,
habrá un temblor de todo, locura del aire,
ya no querrás pensar,
tristeza y soledad son madres de la muerte.
Pero no estás solo.
Cuando el frío te rompa no estarás solo.
En esas gradas ondeantes de cabezas
que ensucian con su pelo el cielo de las aves,
los abolicionistas, prestos a saltar contigo,
infiltrados en la turba, exhaustos, llorando
y en la vibrante calle, pancartas, cientos de velas blancas
hinchadas al soplo de tu vida,
nosotros, toro, tus hermanos.
Marineros del barco de la Libertad.
El suelo temblando a nuestro paso como un cielo.
La libertad que te reclama como hijo
y exige la abolición de tu sangría.
Majestad de la hierba, levanta tu corona de astas:
Que no estás solo.
Eres el toro que camina mañana
andando sobre nosotros (al fin de nuestra lucha
ya seremos prado).
Levanta la cabeza entre los árboles, escúchanos en el viento:
No estás solo.
[La Canción del Mayoral y Tauromañana pertenecen al poemario -en su versión definitiva- "La guadaña entre las flores", editado por la Asociación Cultural David Fernández Rivera.]