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Per Ángel Padilla
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Activismo, literatura animalista y música se dieron cita en la FNAC San Agustín de Valencia

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    Activismo, literatura animalista y música se dieron cita en la FNAC San Agustín de Valencia- (foto 1)

    -¿Lo tienes todo? -me preguntaba Iratxe sentada frente a la higuera, en la parte de fuera de la casa.

    -Creo que sí, espera que piense -salí un poco y me senté a su lado, en el exterior.

    -¡No! ¡Ahhhhhggg! ¡Cuidado! -gritó Iratxe con su típico chillo de niña salvaje horrorizada-. ¡Que tienes hormigas al lado de los pies!

    Estos días las hormigas recorren un largo trecho de lado a lado de la acera de fuera de nuestra casa, van de agujero en la tierra a agujero en la tierra con largas espigas de trigo en la boca -las empinan a veces parriba y parece que llevan un puraco habano-, pero yo no había visto ninguna por donde pasé. Iratxe tiene mejor vista, ve orugitas diminutas enroscadas, las hormigas más pequeñas y conoce los nombres de la mayoría de los insectos. Iratxe es mucho mejor que yo, los dos somos seres mentales, y por tanto algo torpes, pero ella está más "atenta" casi siempre a lo más mínimo, que siempre es lo más grande, por cierto.

    Me miré las zapatillas y controlé la situación. Tenía razón: una hormiga mini correteaba, perdida del hormiguero -parecía- entre mis zapatillas. Me quedé quieto, luego alcé los pies. Iratxe la redirigió sin tocarla con una hoja de revista.

    -Esto no lo hago, más que si no lo creo absolutamente necesario -dijo-. Aquella personita se adentró entre sus pares, y comenzó a darse cabezazos con las que iban de un lado a otro, dándose cabezazos entre ellas, impresionante mirar a las hormigas.

    Pensé -no sé por qué- en qué razón habría en que muchas de las vírgenes que los pueblos pasean en sus fiestas cristianas son tan enanas. Seguro por asociación con las hormigas. Prefiero a las hormigas, sin duda, y a las hormigas por encima de quienes integran esas fiestas, en efecto, también. (Que encaje quien pueda y como pueda lo que he dicho anteriormente, que yo no puedo, es demasiado inconsciente.)

    Vi que las hormigas "normales" tenían entre ellas a otras distintas: las había cabezonas, y las había, unas dos, o tres como mucho, con unas alas larguísimas, eran más grandes que las demás. Y marchaban como controlando a las demás, avanzaban y se detenían, daban cabezazos a unas y a otras no. Las cabezonas son las hormigas soldado, creo me dijo Iratxe. La razón de que hubiera, en la parte de fuera del hormiguero, tanta persona que suele estar por dentro, Iratxe y yo creímos que era porque como estamos de días de lluvia, las hormigas protegen el hormiguero o se preparan contra algo, lo climático, en efecto. A saber... Mira, para las cosas más grandes a veces no uso el google, por no disponer de tiempo, pero para las chorradas lo quemo. Por ejemplo buscando a Chiqui de Gran Hermano, un día que parecía que la había liado gorda, o a la novia de Pipi Estrada, que el muy asco de tío -machista de los de antes, bueno, coño, de los de siempre- ya estaba de nuevo hablando mal de ella, para ver qué (mentiras) se cuenta de ella y cómo se perpetra, por enésima vez, en este mundo la mentira: torciendo la verdad obscenamente.

    Ya en el coche recogimos a mi madre, venía a la presentación de mi novela "Mundo al revés: History" (ediciones Hades, 2023), ese viernes 2 de junio que comenzaríamos a las 19:00 horas, que me he olvidado de comentar al inicio por perderme en comentar cosas como Chiqui, Pipi Estrada y un poco más y comento algo de las infantas. ¿Veis? Así es la vida, caí en la trampa, he ocupado espacio de mi vida en cosas que se me ponen en las manos sin darme cuenta, para que no piense bien, y he desatendido lo importante. Ruido. Eso lanza la tele. Ruido para que no pensemos. Pero yo como he escuchado toda mi vida mucho ruido: heavy metal y las broncas de mi padre, pues no me afecta ningún ruido, sigo adelante como el que más, y pensando en lo mío, al final y hondo. A mi padre lo saqué, junto con mis hermanos, a hostias de casa de mi madre, ahora creo que pasó de vivir en una caravana con una tan loca como él que cuando se enfadaba le destrozaba la furgoneta con un martillo (karma, karma), a estar malavenido en un pisito lleno de mierda, se joda.

    -¿Tenemos que ir vestidos de alguna manera concreta o normal? -leí que había puesto una activista en el grupo de whatsapp de la presentación.

    -Perroflauta. Con harapos. Camis con slogans animalistas si podéis y lo más horteras y Woodstock que podáis, o sea como yo, que voy hecho un lumpen -les dije rápidamente-. Y seguí conduciendo.

    Me da asco llevar coche, siempre lo he odiado. Como todo en general que representa lo que los humanos, henchidos, llaman "avance" y evolución. Pero por desgracia estamos en malditas ciudades, las ciudades tienen calles, y entre ciudades hay carreteras. Siempre digo que soy un infiltrado -a mi pesar- entre los humanos. Me siento animal, no me siento humano ni español, por haber nacido en un lugar que llaman España, ni la mayoría de las cosas que a los demás les ponen felices y a mí me sobran, y me molestan y ni rascándome con un cepillo de cerdas de acero se me quita la molestia. Por ejemplo, esto del votar y que vuelva ahora a suscitarse otra situación similar en julio, me saca todos los demonios. Es una mala enfermedad, la mía, contra la política. Dicen: todo es política. Los cojones. Tú quieres que todo sea política. Mi mente libre no es política, una hoja de árbol no es política. Política es de los peores constructos creados por el humano para ser poderosos unos y guiados otros que no valen ni para imbéciles gama alta, quedándose en mediocres diploma primer nivel, y sin homologar. Al fin, siempre me quedo con la canción de Eskorbuto: "Maldito país": 'Policía nacional, / picoletos de mierda, / capitanes generales./ Este maldito país es una gran pocilga/ Ministros, gobernadores, presidentes/ que se tocan los cojones / Este maldito pais es una gran pocilga". Y bueno, quitando de la canción la parte en que hablan de que quisieran encontrarse a una mujer policía para tal, que me repugna lo que dicen, respecto a lo otro, ahí está todo. Ahí y en la leyenda punk "Kill your Idols", sobre todo en esta leyenda está todo.

    Y vuelvo al coche. Dios, cómo odio coches y autopistas. Más ¿qué hacer? En la época dura de la esclavitud negrera, Thomas Clarkson recorrió Inglaterra a caballo para hablar del mal de los esclavos, de sus terribles vidas en los barcos que los secuestraban en la casa de sus tierras y, hacinados tanto que morían de hambre y sed y estrés, los conducían hacia la esclavitud en América en los infernales campos de algodón. No me gusta que usase un caballo un hombre tan lúcido. El diría, entonces, ¿y cómo voy, a marcha atlética? No es esta una justificación, ni de montar a caballo, de lo que estoy frontalmente en contra, ni de usar un coche. Me aflige, me atormenta. Ser un infiltrado es hacer en ocasiones, casi siempre, cosas que van en contra de tus principios, para llegar al corazón del Dominio y clavarle la lanza. Al menos yo sé qué hago mal, Clarkson, estoy seguro, no pensaba en que estaba reventando al pobre caballo. Pero sin astros la noche no es tan bella. John Lennon aparece en el vídeo Imagine, en una de las escenas en que abraza del hombro a Yoko, con un abrigo de piel. Kill your idols. Pero sin astros la noche no es tan bella. Orwell, qué desfachatez: Rebelión en la granja es una de las novelas más importantes de la humanidad, la novela mediante los animales descubre cómo se monta de rápido un totalitarismo. De humanos entre humanos. Y ay, el de los humanos hacia el resto de las especies, ése, a Orwell no le interesaba lo más mínimo. Orwell era tan bellaco con los animales como Hemingway (quien era cazador de caza mayor y le fascinaba la tauromaquia), de hecho en su biografía se cuenta que algún visitante ocasional que acudió a su fría casita donde escribió, en condiciones miserables y enfermizas, "1984", cómo mató a una serpiente, disfrutándolo. Y cómo les contó que los animales de granja los mata él mismo, les dijo, porque lo disfrutaba, sobre todo matar a los cerdos. Kill your idols.

    Pero sin estrellas la noche no es noche. Cuidado. Todo tiene una línea divisoria.

    Bueno, pues después de esquivar ya en Valencia a unos cuantos tíos encima de los monopatines veloces y de hacerme al tráfico (cruel) de Valencia, más rápido y agresivo: me crié en Valencia y, sinceramente, creo que se conduce mejor en las grandes ciudades no por lo que hacen, que es más agresivo y peligroso, sino porque como las avenidas son más largas y anchas y todos van con prisas, las situaciones viales son tan diversas que te haces un marine del tráfico (siempre salvando el decir que odio a los marines, y hoy, los chupachups Kojac, de pequeño me encantaban. Cambiamos. No soy el mismo que era de pequeño, ni como era de adolescente. Pero en esencia sigo sintiendo la misma desconfianza ante los demás y la misma sorpresa y desagrado ante la estupidez colectiva. El mismo toc, también lo tengo. Recuerdo cuando iba con mi padre en su furgoneta y debía comprar unos panes en una panadería cuando él parase y yo conté las monedas exactas y las cerré en mi mano, para tenerlas ya listas, bajar, comprar y volver. Mi padre, por ese gesto de seguridad de contar las monedas antes me preguntó, a fuego: ¿tú no serás débil mental, no?).

    Adentro de la FNAC, ya. Yo adelantado algo de Iratxe, a la que cogía del brazo mi madre. Mi madre se autogestiona bien, pero tiene ya ochenta años. Eso es algo. Tanto como para andar más lento. Por eso yo iba un poco adelantado, con mi palo vasco y mis pintas, como si yendo a tres pies por delante ayudase a Iratxe a avanzar a mi madre y a mi madre a deslizar un poco más rápido su andar de las muñecas de famosa. A mi madre le encantan mis actos, no le gusta el heavy, ni cómo me visto ni mi pelo largo, pero luego viene a un acto en que todo esto está al grado máximo y es la primera en dar palmitas y pasárselo bomba. Me dice: "péinate, eh?", o "no te pongas esas cadenas y esas cosas, que son de niño de quince años", pero luego internamente -o eso creo y espero- me entiende y lo acepta, e insisto, es de las que mejor se lo pasa con mis cosas. Vamos, luego me entero porque me lo dicen y ella me lo cuenta: habla con los músicos, se saca selfies con ellos y se lo pasa teta.

    De alegría fue esa tarde, pues al terminar el acto, el público, que fue numeroso, unánimemente nos dio la enhorabuena a los organizadores del espectáculo, para todo el mundo fue un día único, una tarde a recordar como un lugar de la memoria que te hace sonreír. Para eso montamos los espectáculos Iratxe y yo, para que la gente se maraville, se relaje, ría, dé palmas y baile, además, y puede que sobre todo, dentro de ese dejarse hacer, relajados, mentalmente contentos, introducimos el mensaje, la voz, de los animales. Esto no es trampa, es un conjuro, es una danza, es una gran canción tribal. En los clanes y familias primitivas, siempre se suele realizar un preámbulo antes de danzar para lograr algo con la danza (la danza atrae la suerte, siempre, y las buenas cosas, hay un psiquiatra alemán cuyo nombre no recuerdo que dice de la alegría que esta no existe, que se atrae mentalmente. Parece una obviedad, pero es algo profundo). En la relajación, en sentirse no amenazados, en familia, es como las sectas introducen sus mantras y cazan a sus adeptos. Ah las miserables sectas! Nuestro canto animal, primitivamente, debería entrar de igual forma, eso esperamos. Para hablar de los animales, tan trágicas sus vidas, deberíamos vestirnos de matarifes todos pintados de rojo y hablar onerosa y lúgubremente. Mas no hacemos eso. Los matarifes estarán, entre el público, pero en su momento. Primero el peyote de la alegría y el desenfado, luego la euforia comunal, entonces se proyecta el foco grande hacia todo el público y se ven, ellos los ven entre ellos, "entre sí", los matarifes, los vivisectores, la Demanda que hace que el resto de especies animales nazcan en un infierno y mueran en él, llameantes, sangrantes, gritando de dolor desde el segundo uno al último segundo de su miserable vida. Y en ese mismo instante aparece Sid Vicious bajando los escalones y matando a todo dios, así como en el vídeo de May way, que tanto nos gusta a Iratxe y a mí. Punki heavy, heavy o punki. Ahí la duda siempre cuando nos liamos a poner vídeos para relajarnos con el ordenador. Al final, ponemos lo más tribal, y está tanto en unos ritmos como en los otros. El rock ha sido uno de los grandes retornos necesarios a nuestra esencia verdadera que dejamos al construir las ciudades, el heavy y el punk, la vuelta a los cantos tribales, y la poesía, la voz que debería conducirnos de nuevo hacia las montañas.

    Me disperso, ¡me di cuenta yo, eh?! No me lo tuvo que indicar nadie: me disperso como un kerouac cualquiera.

    Hay que decir que la disposición de los músicos invitados era excepcional, habían llegado antes que nadie para probar sus instrumentos en el escenario del Fórum de la Fnac y ya se les veía un buen rollo entre ellos al nosotros llegar, y ya había algo de gente a las 6 y media de la tarde que llegamos.

    Carmen, la chica técnica de sonido de la Fnac estaba allí para todo lo que necesitásemos. Sin duda, FNAC San Agustín de Valencia, al menos para mí, que me he recorrido muchas, es la que mejor ubicada está, distribuida, mejor quería decir: su fórum es muy amplio, largo y con muchas sillas, el escenario muy cómodo y grande y el sonido, excepcional. Además, acogen cualquier sensibilidad aunque sea agresiva como la animalista, con la agresividad que entiendo yo el animalismo, como un movimiento airado, enfadado, iracundo y bestia, porque los animales si pudieran hablar nuestro idioma no lo harían lenta y pacíficamente como políticos sino atropelladamente y gritando, por supuesto. Gritos hubo, y muchos, aquella tarde. Un pandemonio troglodita, lo logramos, Iratxe. Gente de todo tipo, y todos unidos en el disfrutar de las canciones de los músicos que, esta vez, unimos.

    Ellos fueron: Txus Bixquert, Alberto Tramoyeres y Alfredo Pla y Adela, nada más y nada menos. Estuvieron más que brillantes.

    Txus Bixquert tocó uno de los temas de su banda The Phantoms, una de las canciones más bonitas: "Gypsy eyes", con eso comenzó el espectáculo, encandiló al público, ya lo teníamos de nuestro lado. La música genera la comunión más prehistórica y primera, la más esencial; entre texto leído del libro por mí y canción, más o menos así avanzaba el espectáculo, intercomunicaciones con el público y apartes de voz de los músicos o míos, en un aquelarre espontáneo, fuera de la firme escaleta aprobada por todos antes de comenzar. Luego tocó, Txus, la hímnica "La guerra del gato", con la que el público coreó y tarareó el estribillo, generándose un momento bonito y prometedor in crescendo.

    Para "La guerra del gato" habíamos preparado una lectura conjunta con la histórica Rosana de Valencia, activista de toda la vida que, una vez preguntada -cuando preparábamos la escaleta- de si querría leer dos apartados del texto, dijo que sí, de inmediato. Antes, por ello, de que Txus cantara "La guerra del gato", Rosana y yo leímos un texto del libro en que unos gatos hablan y se levantan en motín contra una anciana cruel que buscaba envenenarlos.

    Luego elevamos la zona a las nubes con el hacha de Sylvania, principal compositor de las melodías y de los orquestales, Alberto Tramoyeres. Después de un tramo de lectura de la novela por mí, tocó "Testigos de las estrellas", tema de Sylvania mayor que sonaba de fondo y en directo Alberto tocaba su guitarra con tal destreza y pasión que dejó desde el inicio a la gente con la boca abierta. Yo mismo, acostumbrado a escuchar heavy, me quedé muerto. Este hombre "lo tiene". No le hace falta mover la cabeza a lo bestia, o hacer posturas raras, o moverse mucho a lo punki (no digo que estas cosas no molen, molan mucho); sino que todo eso, la épica, la fiereza, la majestad, la suficiencia y la potencia, Tramoyeres las tiene sobradas moviéndose muy poco, mientras toca con rapidez la guitarra con dedos largos con mover un tanto la cabeza a un lado, le baja el pelo dejando una estampa hiper heavy, miguelangeliano, recuerda la época casi arquetípica, milagrosa y antigua de los gigantes que se dice bajaron a la tierra, pero aquí, hoy, ese día; sube el ritmo danzarín de la guitarra, la quiebra, levanta el mástil de la guitarra mientras aumenta la velocidad de un solo brutalmente bello y nos rompe el corazón en pedazos, nos introduce en una dimensión que no es la conocida sino otra: mejorada; tanto tanto que cuando termina el tema y el hombre recibe los clamorosos aplausos todos sentimos que estamos ante un extraterrestre, quien crea que exagero que lo vea él o ella mismo.

    Lo romántico, el ritmo cantautor que no puede faltar (a mí me mata de belleza) lo trajeron Alfredo Pla y Adela. Rosana leyó otro fragmento de la novela, con determinación y esa voz femenina y firme que tiene toda animalista (yo aprendo de las animalistas, mucho más que de los animalistas) para dar paso al "Ven a mi lado", que cantaron Pla y Adela, Adela con esa voz tan distinguida y única que encandila, dulce y afilada a un tiempo. Recuerdan ambos a la etapa de oro de la nueva canción, cuando los músicos eran poetas y a los poetas les cantaban los músicos. Ese fenómeno creo sólo ocurrió en España, al menos con la fuerza y constancia con que se produjo aquí. Prueba de ello son las canciones de Los lobos o el álbum a Miguel Hernández cantado por Serrat, por cierto un julai insoportable por lo taurino que es y a saber qué más cosas. Creo que a Sabina y a él cuando hicieron gira una de las canciones que más les gustaba poner era la de "Azúcar" de Celia Cruz, pero creo eso lo saben todos, empadronados o no, subidos a un árbol o viendo el Sálvame antes de espicharla por cometer el delito de ser libre y diverso.

    Y Pla y Adela cantaron el maravilloso "Clan Somos Clan", canción de la que conté a la gente que puse su letra en la red diciendo que quien quisiera la hiciera en canción, que yo creía que podría dar una canción preciosa, y Alfredo Pla a los dos días me pasa una canción grabada diciéndome, con la mayor humildad posible: Hola, Ángel, yo he hecho esto con tu letra, no sé si te valdrá (algo así, no recuerdo bien, pero fue de lo más humilde). La primera escucha del tema me dejó doblado. Siempre lo he pensado, los músicos son seres celestiales, van más allá de lo humano, porque la música casi siempre parece no de esta tierra, de lo aérea que es. "Clan Somos Clan" es un poema de "La Bella Revolución", del apartado "Algunas de las canciones que escuchamos".

    Para casi finalizar, como no pudieron acudir muchos de los músicos convocados, entre ellos Silvia Gers, Charly Glamour (Gigatrón) o Rocío Ro, convenimos para redondear el acto que de entre los que no habían podido venir, proyectaríamos la canción de Electric Xandra "Decir de los silenciados" (se puede ver en youtube), porque es muy antiespecista y completa para la temática que tocábamos. Para la proyección del vídeo habíamos convocado y planeado con activistas que saldrían antes y durante la proyección del vídeo con carteles antiespecistas, para generar un acto con aspectos y perfiles del teatro pánico, de la invasión, de la plancha sobre plancha, de la unión de aspectos no vistos juntos de común. Por ejemplo, hablo de que, en general, en una presentación de libro no se encuentran músicos. Sí uno, en ocasiones, pero no varios. Y no se ven en el escenario activistas, o una bailarina vegana de la talla de La Madueño, como hemos tenido en otras ocasiones, quien también baila tambaleando los cielos y lo tiene, la gracia y es no de este mundo.

    Los activistas son de Valencia Animal Save y dieron al acto un aire muy fresco y a la vez muy guerrero que moló mucho al público. Entre ellos gente de otras ongs y lugares de lucha animal, la mayoría eran jóvenes, al menos más que Iratxe y yo, que tenemos ya 53 años; otros, de toda la vida, desde casi los inicios del calor de una lucha que no cesa de crecer, como es el caso de Rosa Más, que estuvo entre los activistas; la misma Rosana, como he dicho una histórica, en fin, fuerzas de la savia nueva para la lucha más importante que ahora mismo se libra en esta tierra, la del intento de salvación de los mundos vivos y de la liberación animal. Frente a este impulso, frente a esta visión, la de la liberación animal, cualquier otra lucha queda como provinciana y diminuta. Porque... es sencillo... ¿Por qué la lucha animalista, la de la liberación animal, es la más relevante con distancia? Digo el mismo ejemplo que uso a menudo: una familia habita una casa, es numerosa, la casa tiene varios pisos. La familia tiene problemas o se lleva maravillosamente, durante las épocas habrá crímenes en el seno de la familia, hambre, muertes, tragedias horribles, felicidad, festividades, nacimientos... Y la familia siempre avanza por llevarse mejor. Aunque... hay en la alta casa en la que viven un sótano, atestado de muertos y vivos: de animales no humanos, que la familia humana encierra día tras día, individuos de las demás especies, a patadas los cuela la familia en ese sótano inmenso, y luego se olvida. Los gritos de los secuestrados allá abajo les entran en la cabeza en la silenciosa noche de la familia a los humanos vivientes en la casa, el hedor a sangre de los que mueren allá en el sótano de cientos de animales hacinados, el hedor de las supuraciones, las enfermedades más diversas... ¿Acaso se puede elaborar y evolucionar un mundo sobre los hombros de la sangre y el dolor de otros? No, esa familia por mucho que se esfuerce jamás será feliz, ni pacífica, ni buena, ni merecerá la vida, ni podrá lamentarse de lo que les ocurre entre ellos, mientras mantengan ese zulo bajo sus pies, a buen recaudo de sus miradas. Creo todos entenderán la metáfora de esa familia y lo que es la humanidad con respecto al infierno que producen activa y pasivamente con millones de animales al día, casi siempre por acción e, importante, también por omisión. Claro. Primer paso: veganismo. Segundo: veganismo y anarquía. Tercero: reconocernos animales y cuarto saber que todo lo aprendido está sesgado, henchido de veneno, atravesado de un odio de siglos, falso, falso. ¡Estafa!

    Vuelvo a hacerme largo como un Joyce cualquiera. Cambio de tono.

    Cerramos el acto con la bellísima "Encantamiento", de Sylvania, que Alberto Tramoyeres tocó, íntimamente, mientras leí un fragmento de la novela, concretamente de la "voz" de "el libro amarillo". Dimos las gracias a todos. Nos hicimos fotos, muchas. Firmé ni me acuerdo la cantidad de libros, gracias de verdad. Lo volvimos a hacer, Iratxe, generar una fiesta primitiva que nos vuelva a unir a todos para hablar, íntimamente, de las cosas que de verdad importan al clan, clan que es más grande (ese era el mensaje) del que creemos. "Tenemos más de una madre / y tantos hermanos y hermanas como estrellas", decían unos versos primeros de "La Bella Revolución".

    He de anotar que no creo en que la humanidad sea redimible. Creo sólo en minorías que, si logran unirse sin discutir en las partes esenciales, serán los que en "La Bella Revolución" denomino "Porfinllegadas" y "Porfinllegados", quienes abrirán todas las puertas y claustros, o sea, "el sótano abarrotado de enfermos y muertos de la familia monstruosa y ciega de la que hablé antes en metáfora y que es tan real en cada familia de esta ciudad (emito ciudad como mundo).

    Gracias a Desa y a Carmen de la FNAC San Agustín de Valencia, por permitir y lograr el prodigio.

    Gracias a mi familia, que acudieron numerosos y felices, por ser y estar, por venir a cantar y conseguir la fiesta del altar donde vemos el cáliz colmado de sangre que no es nuestra, y en la noche lloraron por ello, espero.

    Gracias a Iratxe por ser yo, por hacerlo todo juntos y pensando con dos cabezas que se complementan, por ser pájaro ella, y yo una mano amiga, por ser ella siempre una mano amiga, y yo pájaro.

    Gracias a Ana Rosa Quintana (ahora es la jefa de España y pronto del mundo) por permitirnos expresarnos y no chaparnos la fnac en último momento (me estoy riendo solo).

    Gracias a Miguel Ángel Revert, de Adat Torrent, por encargarse del tema redes con el cartel del evento que movimos y de abrir el grupo de WhatsApp para Público; siempre cuento con él para estas cosas porque yo no sé de eso un pijo, y él es un hacha, aunque está pelín loco. Menos mal que yo lo estoy del todo y, por ello, Miguel y yo nos llevamos tan bien. Además, ambos somos anarcas, que eso sí es una misma sangre.

    En fin, que sigamos siendo animales, celebrando lo salvaje y liberando esclavos, pues mientras haya esclavos nunca seremos libres. Patea todas las puertas, cuanto más cielo tengamos más alta volará nuestra vida y sueño.

    A por la próxima, y con mi palo vasco. Desde el Reino Poético, único reino de este mundo y con rey, y que es reina. Su nombre: Inocencia, Gracias, gracias por leer esto, por estar y por pensar en lo que acabamos de decir, que estas líneas las han escrito muchas/os, y aquí huele a caballos, a los limpios cerdos y a mucho cielo. La literatura estaba llena de engaño. Usa todos los medios conocidos, que también están contaminados de especismo, para propagar la verdad, y hazlo enérgicamente, aunque te digan violento, lo hacen para que no prosigas, rompe, rompe, quiebra y tumba, ¡para la luz en los ojos de las y los que no les llega!, amiga, amigo, agur.

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