¡Paren, paren esto!
Las cosas no suceden por casualidad. Hay que juntar unos determinados ingredientes para hacer una paella. Lo que está sucediendo en Cataluña es el resultado de la confluencia de una serie de hechos.
Más de una vez he dicho que yo no soy independentista porque el separatismo siempre nace en los territorios más ricos para cortar su solidaridad con otras regiones más pobres. No, no soy ni independentista ni nacionalista y no creo que lo fuera de ser catalán.
Es un hecho que el nacionalismo español, a lo largo de décadas, ha impulsado el centralismo en las redes viarias y ha menospreciado a la periferia. Es evidente, también que ha actuado irresponsablemente recogiendo firmas, riéndose del relator (mediador) y trasladando a la justicia un problema que debería haber resuelto, mediante el diálogo, la desafección de dos millones de catalanes. Una creciente desafección que aumentó tras el “cepillado” del Estatut y los boicots a los productos catalanes, también por la utilización del anticatalanismo para ganar votos en otras comunidades. En la Comunidad Valenciana sabemos mucho de eso. Aquí se ha utilizado la lengua como ariete, se han cerrado repetidores de TV3 y se está dejando de lado el corredor Mediterráneo, el principal eje poblacional de España.
En la otra parte está un presidente de la Generalitat que no ejerce como tal y que toma decisiones sin siquiera contar con su propio partido. Es un provocador e irresponsable al que no se le ocurre otra cosa que azuzar a todos para que aprieten, para que sean insumisos, para que bloqueen las carreteras, para que creen un tsunami de rebelión. Y él se suma y propone un nuevo referéndum sacado de la chistera.
Junto a Torra está un fugado de la justicia llamado Puigdemont, un periodista de derechas que vive como un burgués manipulando a su marioneta mientras otros líderes del catalanismo más sensatos sufren una dura sentencia. Una sentencia que no comparto porque como ha dicho el jurista Joaquín Bosch “abre la puerta a aplicar la sedición a manifestantes pacíficos”.
En el camino hacia el caos que hoy vive Cataluña hay un bando separatista con un plan y con eslóganes que se corean: “Llibertat presos politics” “Prensa española manipuladora” “Estado fascista” “Sin independencia de poderes” “No aceptarem ninguna sentència que no siga absolutoria”.
El separatismo se define a sí mismo como plenamente democrático, como la revolución de las sonrisas., como pacifistas. Algo que se ha derrumbado con las hogueras, los asaltos a comercios y la lucha callejera que empezó el pasado día 14 tras conocerse la sentencia que ya ha dejado cientos de heridos. Mientras el separatismo reclama “llibertat d´expresió” he visto, demasiadas veces, como se la han negado a corresponsales de TVE.
Es evidente que animar a la protesta cuando se conociera la sentencia fue una irresponsabilidad. Es evidente que, con sus muchas carencias, no estamos ante un estado fascista. Es evidente que hay información manipulada, pero en todas partes.
En medio de todo esto hay partidos exigiendo medidas más duras que no harían otra cosa que empeorar el problema y dar argumentos a los separatistas: 1) Ley de Seguridad Ciudadana, cuyo objetivo es coordinar a las fuerzas de seguridad. Cuando es obvio que policía, guardia civil y policía armada actúan coordinadamente. 2) Aplicar el 155 ¿Cree alguien que quitando competencias lograría reducir la tensión y el número de separatistas o más bien serviría para todo lo contrario? También, en su afán de ser los más duros pretenden que los condenados queden fuera de los derechos penitenciarios recogidos en el art. 117 del Reglamento carcelario (un reglamento que se aplicó de forma tan benevolente a Urdangarín) y se niegan a que haya indultos. Unos indultos que se concedieron con generosidad a un golpista como el general Armada, a Vera y a Barrionuevo. Al banquero Botín hasta le crearon una doctrina para exculparle.
Y todos esos elementos caminan juntos en medio de una campaña electoral con intereses espurios de unos y otros, no en busca de encontrar soluciones, sino en busca del voto. Y en su irresponsabilidad van por el camino de incrementar el rechazo de España a Cataluña y de Cataluña hacia el resto de España.
¡Paren esto! ¡Paren esto! Y de una vez hagan política y siéntense y hablen para encontrar un encaje satisfactorio para ambas partes, acuerden un nuevo Estatut y sométanlo a que se apruebe en referéndum. No veo otro camino.
PD Acabo de oír a radicales llamar botifler a Gabriel Rufián ¿Rufián traidor? ¿Por manifestarse contra la violencia? y quiero ver esperanza al ver, tras la extrema violencia del viernes, a un grupo de manifestantes formar un cordón delante de la policía para aislar a los radicales. Es un buen inicio.
BOICOT A NARANJAS Y ACEITE
De la mano de Trump están quitando a nuestras empresas su acceso al mercado de EEUU ¿Cuándo vamos a recoger firmas y a boicotear a la insana Coca-cola y a tantos productos que nos invaden made in Usa?