El 11-M y el milagro de Lázaro
Según información recogida en Larousse y Wikipedia, el milagro de la resurrección de Lázaro tuvo lugar tres días después de haber muerto. Hay diversas y contradictorias versiones sobre las causas por las que se produjo el fallecimiento y faltan detalles sobre todo lo que ocurrió y muy especialmente sobre quien debió ser el autor intelectual de su muerte.
Es un hecho comprobado que al día siguiente del fallecimiento de Lázaro un testigo declaró en Onda Jerusalén que murió a causa de un atentado islamista. Otro, vecino de Belén, declaró en la misma emisora que no, que había muerto cuando el camión que conducía chocó con un tren que no respetó el paso de nivel. Otras versiones apuntan que su muerte se produjo tras volcarle el tractor, y hasta hay quien afirmó que fue asesinado en el metro de New York cuando fue allí de viaje en vacaciones.
Ante la imposibilidad de conocer la verdad sobre su muerte (aunque el dato debió ser importante para conocer la cuantía de la indemnización que su viuda debía recibir de la compañía de seguros) voy a centrarme en el relato de lo que sucedió tras su fallecimiento.
Sabemos que Jesús de Nazaret recibió la noticia por un mensaje enviado a través de un telegrama mandado por Correos (todavía no se habían inventado los móviles) por lo que se enteró tarde ya que el reparto de telegramas funcionaba muy mal en aquellos tiempos.
Jesús se encontraba en ese momento asistiendo a unos cursos de inglés financiados por el Banco de Santander y organizados por el gobierno palestino. Tras conocer la noticia salió de inmediato hacia la casa de Lázaro con el que le unía una gran amistad por motivos laborales ya que estuvo trabajando en la carpintería de su padre.
Al entrar allí tras un largo desplazamiento con la moto que le había prestado uno de sus amigos sintió una gran pena al ver a su viuda y a sus dos hijos (uno informático y el otro religioso de la orden Salesiana acusado por cierto de pederastia) todos muy afectados, como no podía ser de otra forma. Apenándose de ellos se dijo “tengo que hacer algo”.
Jesús repasó su agenda y vio que, con sus extraordinarios poderes, había conseguido que los ciegos vieran sin necesidad de operarles de cataratas, implantarles la cornea u operarles de la retina. Había hecho que los cojos caminaran sin prótesis ni artilugios artificiales y que inválidos con la columna destrozadas se levantaran de sus sillas de ruedas y caminaran con normalidad.
A pesar de sus grandes poderes no debió ser nada fácil devolverle la vida al pobre Lázaro ya que llevaba tres días muerto y aquello apestaba y a los gusanos estaban lustrosos y creciditos.
No se sabe como lo hizo, pero lo cierto es que Lázaro, de golpe, empezó a oler bien, los gusanos desaparecieron sin que se sepa a qué lugar y el finado se levantó, movió sus piernas, luego sus manos y empezó a caminar tras desperezarse. “Tengo hambre” fue lo primero que dijo. Y Lázaro, tal como dicen los libros, andó (¡si, ando, andó!, lo de anduvo es cosa que vino después cuando la Real Academia Española se puso a dictar sus aburridas y absurdas normas).
Nada dice la historia sobre si su mujer sintió alegría al volver a tenerle a su lado o se mostró apenada cuando su compañía de seguros fue a reclamarle la indemnización que ya le habían pagado por el seguro de vida ya que el muerto no estaba muerto.
¿No se cree Ud. -querido lector- que este relato es vierto? Pues, tenga por seguro que lo que acabo de contarle es más verosímil que todos los bulos que han funcionado y siguen funcionando sobre lo que sucedió el 11-M. Unos bulos que hablan de conspiración, de pacto de El País con los socialistas, de autor intelectual, de una investigación de dos periodistas del Mundo, de unas supuestas pruebas que aún esconde Pedro J. Ramírez,… Todo para demostrar que lo del 11-M no ocurrió tal como se recoge en miles de folios y en declaraciones de multitud de testigos. Créanme si les digo que el relato de la muerte de Lázaro contiene menos fantasías que todas las que se han escrito tras el 11-M para cambiar los hechos y echar un capote a Aznar.
Aunque, a estas alturas, El Mundo ya se haya alejado de una teoría que sirvió para vender periódicos, algunos, aun hoy, siguen apuntando que el juicio fue una farsa y que el autor intelectual no ha aparecido, como sigue sin aparecer el autor intelectual del accidente del metro de Valencia y el autor intelectual del asesinato del pequeño Gabriel. Me pregunto si lo de “autor intelectual” significa algo más que ansias de manipular la verdad.
Un dato más: El País publicó el día siguiente este titular “MATANZA TERRORISTA EN MADRID”. El director de ese medio, como otros, recibió una llamada de José María Aznar y se plegó a lo que le dijo el líder popular, al que para nada le interesaba que se dijera que la matanza fue obra de terroristas, ya que en ese caso la ciudadanía podía interpretar que él era culpable por su apoyo a la injusta y cruel guerra de Irak. El director de El País se plegó a los intereses de Aznar y en contra de lo que opinaba el Consejo de Redacción, ordenó anular el titular ya impreso y lo sustituyó por este: “MATANZA DE ETA EN MADRID”. Semanas después a instancias de la Defensora del Lector hizo un escrito pidiendo perdón. Algunos no lo harán nunca y seguirán en sus trece. En los trece que les interese para cambiar la realidad.
Para comedias el juicio a los presos políticos catalanes (recordar a todos que Eta Ira...eran presos políticos, políticos presos son Barcenas, Rato...) Golpe de estado con claveles, aviones de papel, Fairy, viejos, niños, disminuidos... Incluso algún encapuchado, oiga es que llovía, vale al enemigo ni agua. Los abogados, ante las mentiras de los testigos de cargo, piden ver los vídeos aportados por ellos, el juez dice que no es necesario ya los veremos al final del proceso, cuando el testigo esté tranquilo en su casa. La acusación no ha aportado ni un solo vídeo que apoye sus teorías ridículas (todas las patrullas de GC y PN levaban cámaras, ¿donde están las imágenes?). Que vergüenza, el ridículo es mayor que el del 11M, pronto saldremos por Europa y nos pondrán la cara roja.