Hay que estar informado ¿Lo está Ud.?
Hay que estar informado. Yo soy una persona informada que lee la prensa, escucha la radio y ve las noticias a través de diferentes canales de televisión. ¿Lo está Ud.?
Como me gusta estar al día de todo lo que sucede, también estuve pendiente del debate de investidura de Pedro Sánchez y me empapé de todos los argumentos que allí vertieron PP, Ciudadanos y Vox; también de lo que declararon otros destacados líderes de la oposición antes y después del debate (la verdad siempre está en lo que dice la oposición). Escuché que se avecinan tiempos muy difíciles con la llegada al poder de un gobierno ilegal formado por comunistas apoyados por separatistas. Tras escucharles he llegado a la conclusión de que en breve, después del nuevo asalto al Palacio de Invierno, se formará un gobierno inspirado en el de Maduro.
Con toda la información en mi poder he reflexionado unos instantes, los suficientes para decidir que debía actuar sin pérdida de tiempo. Y dicho y hecho, lo primero que hice fue vender mi coche y mi bici. Total -pensé- como esta gente se disponen a acabar con la propiedad privada, mejor que saque algún dinero de mis pertenencias.
Con el dinero obtenido recorrí todas las tiendas de deportes en busca de chándals del modelo que usó Chávez y ahora lleva siempre Maduro. Me costó encontrar un modelo similar y cuando lo hallé me llevé todos los que había en la estantería. Me dije “Con ese uniforme pasaré desapercibido como uno más de esos terribles comunistas, y podré circular sin que la policía me detenga, me meta en el calabozo y me torture, o me lleve a un campo de reeducación, que es lo que hacen en Venezuela quienes no llevan chándal y no son bolivarianos”.
Acto seguido pensé en mi casa con un argumento parecido: “Si va a quitármela lo mejor es que la venda al precio que sea”. Y así lo hice. El vendí haciendo creer al iluso desinformado que me la compró que hacía un gran negocio pagándome la mitad de precio que valía hace solo un mes.
Mientras sacaba algunos enseres de la vivienda que acababa de vender me encontré con otro vecino con el que siempre he tenido muy buena relación y le aconsejé que él hiciera lo mismo: “Espabila porque los comunistas están ya a la puerta de nuestro portal y es mejor que la vendas al precio que sea antes de que te la expropien.” No he sabido lo que hizo. Allá él. Avisado estaba.
Como también tenía muy claro que la Bolsa iba a hundirse en picado, la siguiente decisión que tomé fue la de vender mis pequeños ahorros depositados allí durante años de privaciones.
Con el dinero que saqué, del piso y de mis inversiones, me dirigí a una tienda con la decisión de comprar una autocaravana para convertirla en mi hogar ya que tiene muchas ventajas, la principal de ellas es la de poder escapar si el Frente Popular se radicaliza aun más de lo que es previsible y nos vemos envueltos en una nueva guerra civil tal como ya ha dejado caer un líder de la extrema derecha. La autocaravana tiene para mí una ventaja adicional y es que el coste de mantenimiento va a ser bajísimo porque, tal como sucede en Venezuela, la gasolina se venderá como se vende allí a 0,001 euros litro. Además con ella y mi pasaporte, disfrazado de turista podré desplazarme sin dificultad de una nación a otra de las quince que en breve se troceará lo que hoy llamamos España.
Han pasado diez días. Se ha formado el gobierno de comunistas bolivarianos, apoyados por separatistas y la Bolsa aun no se ha hundido (e increíblemente ha seguido subiendo, pero ya se hundirá) y el decreto de nacionalización de bicis, coches y viviendas no ha llegado al Congreso de Diputados. No ha llegado pero llegará en breve y entonces todos sabrán que he sido muy listo al vender mi bici, mi coche, mis acciones y mi vivienda. Son las ventajas de ser una persona informada que sabe escuchar las sabias predicciones de nuestros líderes de la oposición.
De momento, con mi patrimonio a salvo y a la espera de acontecimientos, estoy muy feliz conduciendo mi autocaravana enfundado en mi chándal chavista. Mi único problema es que la gasolina me sigue resultando muy, muy cara, lejos de los 0,001 euros que vale un litro en Venezuela.