OPINIÓ
Clemenules..., <i>Requiescat in Pacem</i>
15/12/2008
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Me gusta releer en ocasiones, libros que para mis adentros son importantes. Hoy le ha tocado en suerte a uno de los que tengo en mi particular sacristía que como ocurre en las grandes bodegas, es donde se guarda lo más selecto de cada cosecha.
Mi amigo y compañero “pensionista” José Félix Escudero, tuvo el acierto de publicar en 1985, con el patrocinio del Magnífico Ayuntamiento, un exquisito libro de poemas titulado Burriana en la piel, donde como el apunta en la presentación, es un acto de amor a Burriana.
En el mentado libro, aparecen cinco cantos numerales a la naranja, a cual más bello y si ustedes me permiten la palabra, excitantemente “parits”.
Casi sin sentirlo y en pleno éxtasis mental, he dejado de levitar y me he dado de bruces, con el pavimento recientemente asfaltado de la calle Encarnación que dicho sea de paso se está levantando (ens han timat) y he vuelto a la puñetera realidad citrícola.
¿Qué pasa con las clemenules?.
No recuerdo exactamente el año, sería a finales de la década de los 50, cuando al anochecer acompañe a mi padre a Nules, con su gris Renault Ondine, cerca de la estación del tren, a casa de un llaurador que le había preparado un manojillo de ramitas de naranjo, envueltas con unos trozos de tela de yute humedecida y como si de una operación de contrabando se tratase (lo digo por el alto sigilo de la compra-venta), regresamos a Burriana, donde al día siguiente el empeltador procedió a injertar uno de los huertos de la familia.
Con total desconocimiento del tema, me atreví a preguntarle: Pare, això que es?.
Y el me respondió: Fill, açò es llavor de clemetina de Nules. Una varietat nova, sense pinyol que será el futur de la taronja. La verdad es que a mí que tenía unos 10 años, me sonó a chino. No entendía nada de variedades de naranjas y mucho menos de lo que era el futuro.
La verdad es que durante estos últimos 50 años, la clementina ha proporcionado muchos jornales y ha contribuido al enriquecimiento de muchos, muchos, muchos ciudadanos agricultores y asalariados de Burriana y también ha dado, directa o indirectamente de comer a otros tantos.
Los años 60 y 70 fueron de verdadero auge para esta variedad, aunque a finales, con la famosa crisis provocada por la Guerra del Golfo, se produjo quizá el inicio de la cuesta abajo, con algún que otro repunte puntual al alza.
El incremento de los precios de los carburantes, fertilizantes y productos fitosanitarios, acompañados de una repentina subida de los jornales de collidors y personal de almacén, no fue compensado con un aumento del precio de la fruta para el agricultor. Con el añadido de continuas huelgas del sector agrario y del transporte, hizo que se escuchase en tertulias y casinos, el famoso “este any hem perdut diners”.
Y de esta guisa, sin remedio, como si de una lenta agonía se tratase, se ha ido degradando la clemenules, mientras els abonos, les medicines i els jornals, no han parat de creixer.
Parece ser, según me han contado que los cogedores ya cobran o pretenden cobrar 18 céntimos de € por kilo recolectado, mientras el agricultor percibe (los que tienen suerte de venderla) tan solo 12, a cobrar dentro de 90 días (los que cobran) o en otro de los casos, a comercializar y cobrar a final de temporada, a resultas de los beneficios del comercio.
Esto es para los que libremente venden sus cosechas, ya que la situación para los que han caído en el pozo sin fondo de las cooperativas, es muchísimo peor, pues además de contentarse con precios más bajos, en ocasiones no se las recolectan por considerar que son de mala calidad, aunque sean empleados y a las órdenes de la misma cooperativa los que lleven el cultivo del huerto.
El 12 de diciembre de 1898, fue creada la Comunidad de Labradores de la ciudad de Burriana, conforme a la ley de 8 de julio del citado año. En 1931, tenía bajo su amparo a 5.240 propietarios.
Si quieren saber el número actual de propietarios de fincas rústicas, pregunten al Ayuntamiento o imagínenselos, ya que con la actual Ley de Protección de Datos, en la Cámara Agraria no facilitan ninguno, ni de los mismos colindantes de quien con la correspondiente escritura de propiedad, intenta averiguarlos.
Creo que este no es el “futuro” del que me hablaba mi padre y considero muy seriamente que las musas de José Félix, tendrán que buscarse otras motivaciones.
Mi amigo y compañero “pensionista” José Félix Escudero, tuvo el acierto de publicar en 1985, con el patrocinio del Magnífico Ayuntamiento, un exquisito libro de poemas titulado Burriana en la piel, donde como el apunta en la presentación, es un acto de amor a Burriana.
En el mentado libro, aparecen cinco cantos numerales a la naranja, a cual más bello y si ustedes me permiten la palabra, excitantemente “parits”.
Casi sin sentirlo y en pleno éxtasis mental, he dejado de levitar y me he dado de bruces, con el pavimento recientemente asfaltado de la calle Encarnación que dicho sea de paso se está levantando (ens han timat) y he vuelto a la puñetera realidad citrícola.
¿Qué pasa con las clemenules?.
No recuerdo exactamente el año, sería a finales de la década de los 50, cuando al anochecer acompañe a mi padre a Nules, con su gris Renault Ondine, cerca de la estación del tren, a casa de un llaurador que le había preparado un manojillo de ramitas de naranjo, envueltas con unos trozos de tela de yute humedecida y como si de una operación de contrabando se tratase (lo digo por el alto sigilo de la compra-venta), regresamos a Burriana, donde al día siguiente el empeltador procedió a injertar uno de los huertos de la familia.
Con total desconocimiento del tema, me atreví a preguntarle: Pare, això que es?.
Y el me respondió: Fill, açò es llavor de clemetina de Nules. Una varietat nova, sense pinyol que será el futur de la taronja. La verdad es que a mí que tenía unos 10 años, me sonó a chino. No entendía nada de variedades de naranjas y mucho menos de lo que era el futuro.
La verdad es que durante estos últimos 50 años, la clementina ha proporcionado muchos jornales y ha contribuido al enriquecimiento de muchos, muchos, muchos ciudadanos agricultores y asalariados de Burriana y también ha dado, directa o indirectamente de comer a otros tantos.
Los años 60 y 70 fueron de verdadero auge para esta variedad, aunque a finales, con la famosa crisis provocada por la Guerra del Golfo, se produjo quizá el inicio de la cuesta abajo, con algún que otro repunte puntual al alza.
El incremento de los precios de los carburantes, fertilizantes y productos fitosanitarios, acompañados de una repentina subida de los jornales de collidors y personal de almacén, no fue compensado con un aumento del precio de la fruta para el agricultor. Con el añadido de continuas huelgas del sector agrario y del transporte, hizo que se escuchase en tertulias y casinos, el famoso “este any hem perdut diners”.
Y de esta guisa, sin remedio, como si de una lenta agonía se tratase, se ha ido degradando la clemenules, mientras els abonos, les medicines i els jornals, no han parat de creixer.
Parece ser, según me han contado que los cogedores ya cobran o pretenden cobrar 18 céntimos de € por kilo recolectado, mientras el agricultor percibe (los que tienen suerte de venderla) tan solo 12, a cobrar dentro de 90 días (los que cobran) o en otro de los casos, a comercializar y cobrar a final de temporada, a resultas de los beneficios del comercio.
Esto es para los que libremente venden sus cosechas, ya que la situación para los que han caído en el pozo sin fondo de las cooperativas, es muchísimo peor, pues además de contentarse con precios más bajos, en ocasiones no se las recolectan por considerar que son de mala calidad, aunque sean empleados y a las órdenes de la misma cooperativa los que lleven el cultivo del huerto.
El 12 de diciembre de 1898, fue creada la Comunidad de Labradores de la ciudad de Burriana, conforme a la ley de 8 de julio del citado año. En 1931, tenía bajo su amparo a 5.240 propietarios.
Si quieren saber el número actual de propietarios de fincas rústicas, pregunten al Ayuntamiento o imagínenselos, ya que con la actual Ley de Protección de Datos, en la Cámara Agraria no facilitan ninguno, ni de los mismos colindantes de quien con la correspondiente escritura de propiedad, intenta averiguarlos.
Creo que este no es el “futuro” del que me hablaba mi padre y considero muy seriamente que las musas de José Félix, tendrán que buscarse otras motivaciones.
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Efectivamente has dado en el clavo. Todos se fijan en el precio de la clementina, que los últimos 5 años a excepción del pasado oscila entre 5 y 30 Ptas, que equivale a un promedio de 16 Ptas. por kilo que percibe el agricultor con suerte. Y ese precio es exactamente el que percibe el "collidor" osea 16 Ptas por Kilo cogido de clementina que son exactamente 4 Ptas más por kilo de lo que cobran "els collidors" de Tarragona y 6 Ptas. más por kilo de lo que reciben "els collidors" de Andalucia. En eso no se fija nadie, y a mi que sí me fijo, cuando lo comento me llaman "facha".