El sexo: luces y sombras
La misma semana que se estrena ese polémico fenómeno cinematográfico basado en la novela “50 sombras de Grey”, que es un éxito de taquilla y que parece que gracias a ella mucha gente se sube al carro de tener sexo novedoso, cosa muy loable, pues en esto del sexo hay que tener la imaginación despierta para no caer en el aburrimiento de lo cotidiano, leo preocupada una noticia sobre el incremento brutal de los casos de enfermedades de transmisión sexual.
Y no solo estamos hablando del SIDA, que también ha visto incrementarse el número de afectados, sino que enfermedades como la sífilis y la gonorrea, de las que nadie habla y que parecía que habían desaparecido del catálogo de enfermedades sexuales, han multiplicado por dos los casos diagnosticados.
Entiendo que con eso de que el SIDA, gracias a los retrovirales, se ha convertido en una enfermedad crónica y ya no se muere por el VIH, todas y todos nos hemos relajado en la prevención, de ahí el repunte considerable de estas enfermedades. Además, ya no se destinan recursos económicos para campañas de prevención como vienen denunciando públicamente desde hace tiempo las organizaciones de afectados.
Pero también hay otros factores que favorecen esto, como el hecho de que hablamos muy poco de sexo. No se habla suficientemente de ello en casa, ni con nuestras parejas ni con nuestros hijos e hijas. En estos momentos, en los que todos tenemos al alcance mucha información sobre sexo a través de Internet y las redes sociales, los jóvenes reciben un alubión de mensajes (muchas veces contradictorios) que no son capaces de contrastar, por lo que es muy fácil quedarse con la idea equivocada.
Tampoco se habla ya de sexo en las escuelas, que han visto reducidos los programas destinados a ello, y que, en el mejor de los casos, se han quedado en charlas sobre salud reproductiva en las que se focaliza sobre los embarazos no deseados y no se aborda la salud sexual. He encontrado un estudio publicado en una revista de pediatría en el 2008 en el que se constata el desconocimiento de los adolescentes en lo relativo a la prevención, síntomas y vías de contagio de las Enfermedades de Transmisión Sexual, así como la creencia de falsos mitos en cuanto a los embarazos.
En esto del sexo continúan habiendo, a pesar de que todas y todos tenemos (o creemos tener) mucha información al respecto, luces y sombras. Las luces estarían vinculadas al placer y bienestar que proporciona la práctica responsable del mismo.
Las sombras (que no son las de Grey) están ahí, en el desconocimiento y la falta de comunicación que todavía gira en torno al sexo, así como los tabúes que siguen presentes en el siglo XXI y que nos impiden hablar de sexualidad y de relaciones interpersonales con nuestros hijos e hijas.
Hemos de ser conscientes que la salud sexual no es solo la ausencia de enfermedades y embarazos no deseados, sino que es un estado de bienestar físico, emocional, mental y social, que hace desarrollarse íntegramente a la persona.
El sexo hay que vivirlo en su plenitud, sin prejuicios arraigados ni en el miedo ni en los estereotipos machistas impuestos desde siempre. Tenemos que vivir un sexo sano, libre, placentero, pero desde luego, responsable y seguro.
Gracias. Hacía falta un artículo así. Ojalá llegue a muchos adolescentes y jóvenes, y a algún adulto que sigue sin tomar precauciones a sabiendas del riesgo que corre. No es el gasto que le hagamos a la Seguridad Social, es una serie de consecuencias para nuestra salud que nos impide llevar una vida plena.