Un Gobierno para otros españoles
Ante la proximidad de unas elecciones autonómicas y municipales, que servirán como preámbulo a los comicios de las generales, todos los grupos políticos sacan sus argumentos para convencernos de que son, cada uno de ellos, la única y mejor opción… Y claro, el Sr. Rajoy ve nuevamente brotes verdes en la economía de nuestro país, aunque, tal como ocurrió hace más de un año, cuando dijo aquello de “Creo de verdad que ahora podemos decir que estamos saliendo de la crisis", parece que hoy por hoy tampoco va a ser cierto: España no está saliendo de la crisis, aunque nuestro gobierno insiste en lo contrario con sus estadísticas, sus números y las congratulaciones de sus ideológicos amigos europeos.
Nos encontramos en un momento de nuestra historia reciente en la que no recordamos una época tan dura como la que estamos viviendo actualmente, en la que los derechos que nuestros padres y abuelos lucharon por conseguir y que nos había puesto a la altura democrática y social de nuestros países vecinos, han ido desapareciendo poco a poco. Los datos del desempleo y pobreza se encuentran en las cotas más altas, la deuda pública también y, mientras tanto, todos los días nos despertamos con nuevos casos de corrupción, precisamente de esos políticos que nos piden que nos apretemos el cinturón.
El refranero español dice que el tiempo pone a cada uno en su sitio, por eso, muchos de los que confiaron en el Sr. Rajoy, hoy han perdido la esperanza en quienes les han demostrado representar al capital, a los bancos y a las grandes empresas, los mismos que han provocado que cientos de familias sean hoy más pobres, los hayan desahuciado o estén más hipotecados.
Mucha es la indignación que provoca nuestro presidente dando las gracias a los españoles por el esfuerzo que hemos hecho aguantando recorte tras recorte para “salir de la crisis”. Mucha es la rabia que crece al ver cómo estos políticos se atrincheran tras la policía, que es la misma que mandan cargar contra estudiantes o desahuciados y, por el contrario, protege a los únicos culpables de esta crisis, los mismos que han robado, estafado, engañado y se han enriquecido rápidamente a base de limpiar las arcas del estado, a los que defienden hasta que, los pocos jueces que no están bajo su manto, acaban metiéndolos entre rejas.
Me descaro contra este gobierno que con su mayoría absoluta quiere confundirnos con reformas que en realidad son recortes y trata con desprecio a quien defiende otro tipo de políticas o a quienes no somos como la “mayoría silenciosa”.
Este gobierno que ha premiado a la minoría que más tiene, prefiriendo recortar a los ciudadanos más vulnerables, a esos españoles que tienen que levantarse a diario para conseguir llegar (con muchas dificultades) a final de mes; a los que dejaron de medicarse por una enfermedad crónica porque la pensión no se podía estirar más para el copago; a todos esos pequeños autónomos que cerraron sus negocios porque la subida de impuestos les ahogaba; a esos que perdieron su casa tras haber perdido su trabajo; a quienes tuvieron que dejar sus estudios por no poder pagar la matrícula; a los que dependen de los demás para sobrevivir a diario; a los que esperan una cama en un hospital; a los que esperan una medicación para seguir viviendo; a los jóvenes mayores de 26 años que han sido excluidos de la seguridad social; a quienes le han rebajado la prestación por desempleo por no encontrar trabajo tras seis meses de búsqueda; a quien les han cortado la luz y el gas por no poder soportar subida tras subida en el recibo; a los que tuvieron que dejar de investigar porque desaparecieron las becas; a quienes se encuentran indefensos ante un ERE injusto; a quien contaba con la deducción por vivienda en su economía familiar; a los que tuvieron que llevar a su hijo al colegio sin libros porque se eliminaron las ayudas; a quien siendo empleado público le han rebajado el sueldo una vez tras otra; a quien vio como se alejaba su edad de jubilación; al que dejó de formarse musicalmente porque cerraron el centro; a los que creen en la cultura,
el medio ambiente, las energías renovables…
Presidente, ministros y acólitos pueden seguir aplaudiéndose a sí mismos cuanto quieran, pero es de necios creer que el pueblo es idiota, porque de seguro, conseguiremos levantarnos de esta, mientras que otros tendrán que cambiar algo más que las siglas para recuperar la confianza de aquellos a los que han engañado.
Tendremos alguna vez un gobierno que se preocupe verdaderamente del pueblo? Ser político no debería significar vivir en la opulencia, ni disponer de gastos ilimitados como justificación de visitas de trabajo que nadie controla, ni sueldos desorbitados (los mileuristas necesitamos 150 años para ganar lo que ellos en uno), ni pensiones vitalicias que van sumando y merman las arcas de todos. Ser político debería ser un servicio al pueblo para el pueblo, sueldos modestos (para que ser político no tiente a la avaricia), usar el transporte público (si es tan bueno)... No entiendo que siendo más los de sufrimos la crisis provocada por una corruptela política sigamos dándoles más oportunidades. Voto por un cambio del sistema de gobierno que permite la corrupción, que permite sueldos y dietas a costa de recortes en sanidad, educación y asistencia social, que se gasta el dinero en campañas publicitarias y niega los medicamentos que pueden salvar vidas, o se gasta el dinero en rescatar bancos