El Rey Felipe VI y la igualdad

Señor, el otro día escuché vuestro discurso y el asesor que os lo escribió sabía muy bien qué palabras debía y cuales no debía decir, evidentemente para eso se le paga. Y en ese discurso tocasteis muchos temas de una manera muy conciliadora…

Entre otros, hablasteis de que "la Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello, velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente, como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social".

Sin embargo, hablando de transparencia, poca de ella hay en los datos que se manejan sobre el gasto que ha supuesto vuestra proclamación, seguramente para no mosquear al personal, harto ya de que el dinero público se destine a cosas que no se acaban de entender en un momento en el que hay una gran cantidad de ciudadanos que pasa por graves dificultades económicas y que estamos padeciendo los recortes aplicados a los servicios básicos como la educación, la sanidad o los servicios sociales, en definitiva, al estado del bienestar del que hasta hace poco gozábamos. Y esto sin entrar a hablar de los casos de corrupción que acechan a vuestra familia…

Y también os escuché decir algo de que en esta España, unida y diversa, "basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español", en una clara alusión a los procesos independentistas.

Pero yo me quedo con eso de la igualdad de los españoles, pues esa igualdad no existe para vuestros súbditos. Claro, Su Majestad no tiene muchas oportunidades de tratar con los de aquí abajo y seguramente no os llegan ciertas noticias, pues de otra manera no se entiende que hablarais de ello sabiendo que esa no es la realidad.

No todos los españoles y españolas tienen las mismas oportunidades ni condiciones y en estos momentos menos aún. La crisis y la reforma laboral han contribuido a que cada vez la distancia entre ricos y pobres sea mayor.

Imagino que no os habéis enterado de la represión que ha habido alrededor de vuestra proclamación, en la que a algunos ciudadanos y ciudadanas se les ha prohibido exhibir banderas republicanas, habiendo incluso detenciones por este motivo.

Ni tampoco la libertad de expresión es la misma para todos, ya que mientras un juez sobresee una causa abierta al obispo de Málaga, por considerar que el decir que los matrimonios homosexuales son lo mismo que la unión entre un bebé y un anciano o un hombre y un perro, es libertad de expresión y religiosa, por otro lado se exige la retirada de una portada de una revista semanal por contener un mensaje grotesco de la monarquía considerado ofensivo…

Tampoco es igual la justicia para todos y todas, pues ahí están esas sentencias a algunos sindicalistas que van a tener que entrar en prisión por ejercer el derecho a huelga y sin embargo, personajes que han defraudado y saqueado las arcas públicas siguen en libertad y con la más absoluta impunidad.

Señor, yo solo os pediría que os dierais una vuelta por la realidad de España. Esa realidad de un 22% de menores de 18 años por debajo del umbral de la pobreza y un 25% de personas en situación de desempleo. Esa realidad de ciudadanos hastiados con la situación de corrupción y mangoneo. Esa realidad de desigualdades que aumentan cada vez más… Y después, solo después volváis a reescribir ese discurso conciliador, pero ahora ya, con conocimiento de causa.